Andaluces de Jaén, aceituneros altivos…

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos…

Joan Martí*. LQS. Diciembre 2018

¿De quien de quien son estos olivos? Un proceso de abducción colectiva.

Hace unos días en el coloquio de la presentación en Gandía del documental “Leo a la vida”, referíamos el distinto tipo de analfabetismo posible en la sociedad occidental; absoluto, digital, comunicacional, funcional, político…

El triunfo de la derecha y la extrema derecha en Andalucía, elegida por miles de votos de sectores sociales desfavorecidos y la caída electoral de la izquierda, da idea de la real esclavización de la mente en los inicios del siglo XXI, consecuencia del control mediático dominado y gestionado por el poder económico real actuando sobre sus víctimas para evitar que estas se rebelan contra un orden social intrínsecamente inhumano y explotador.

Esta domesticación se basa en la manipulación de la actividad cerebral, tanto psicológica como fisiológica. Dicen los sociólogos que el factor psicológico-mental se relaciona con la interiorización -a menudo conflictiva- de la explotación, opresión y discriminación desde el orden social existente, así como de sus tradiciones, normas y valores, es decir, de su ideología. Este control lo imponen con la manipulación mediático-tecnológica de las mentes de quienes no han logrado adaptarse psicológicamente al actual orden social vigente, y también a los que rechazan y se rebelan contra la esclavitud en todas sus formas. Pero, curiosamente, la mayoría de los que son víctimas de esta “esclavitud” socia (y están obligados a vender su fuerza de trabajo y capacidad de consumo, y su existencia está enmarcada dentro de la determinación ajena), son los mismos que más decididamente defienden al sistema explotador y opresor del que son víctimas, que es también el ejercido contra sus compañeros de clase o sector desfavorecido. Y aquí aparece la prestidigitación social, casi cosa de magia, porque el enemigo para ellos no son los banqueros, sino los que vienen en patera a disfrutar del bienestar social que parece –creen- que les regalan sus opresores, porque estos sujetos-votantes han interiorizado plenamente su condición dependiente en un entorno económico, financiero, jurídico, político, social y moral dominado por una cada vez más reducida clase social, propietaria de los medios de producción y (ahora) de comunicación, y escondida detrás de un “intermediario anónimo”, que es el mercado. La interiorización de esta moderna esclavitud objetiva y su reproducción constante en la psique de sus integrantes, que también afecta a su comportamiento, es condición imprescindible para la continuidad y funcionamiento sin obstáculos del sistema que se presenta asimismo como libre y democrático.

En tiempos de crisis, como la que experimentamos hoy, las consecuencias sociales son funestas, al estar provocadas por la necesidad de supervivencia: competencia feroz, brutal reducción de puestos de trabajo y del gasto social, y el coste humano y financiero del militarismo, pero todo ello es mantenido, vivido y celebrado por los propios “esclavos” trabajadores-consumidores y el ejército de reserva de trabajadores a escala mundial.

Después de 40 años del control absoluto y omnímodo de la administración autonómica y periférica local (ayuntamientos y diputaciones) de Andalucía y, en grandes períodos, de la administración del estado central, el PSOE no solo no ha conseguido cambiar sustancialmente las condiciones de vida de los andaluces, sino que, al contrario de lo que cantó el poeta, si bien los olivos continúan siendo propiedad de los de siempre, es lo cierto que ya no quedan andaluces de Jaén, aceituneros altivos…

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