Andrei Tarkovski, poeta del cine

Andrei Tarkovski, poeta del cine

Andrei-Tarkovski-loquesomosCarlos Olalla*. LQSomos. Mayo 2016

Solo palabras como integridad, coherencia, independencia, compromiso, arte, poesía o belleza pueden definir el cine de uno de los mayores directores de la historia: Andrei Tarkovski. Su cine es absolutamente personal, alejado de todo canon o tendencia, un cine que, manteniendo su propio sello identificativo, se renueva en cada película. Su corta vida y las dificultades que encontró para poder realizar su profesión han hecho que solo haya podido crear siete películas, siete auténticas obras maestras que, de una u otra forma, nos muestran la búsqueda del ser humano de su lugar en el mundo. Hombre profundamente espiritual y religioso, todo en su cine y en su forma de ver y vivir la vida, que para él era lo mismo, gira en torno a esa búsqueda. El desencanto y la nostalgia que transmiten sus filmes no son más que lo que siente el ser humano al encontrarse perdido entre el desigual combate entre el avance tecnológico y el estancamiento de la filosofía. Su forma de entender lo que es el arte o la creación queda perfectamente reflejada en sus palabras: “”No copies nunca a la naturaleza. El artista debe ser como el Creador mismo. Él mismo debe crearlo todo. Una persona debe ser ella misma, debe tener el valor de decir: “soy yo, eso es lo que soy”. No Andrej_och_Svenes fácil. A todos nosotros nos encanta gustar. En cuanto cedes en algo que no crees, uego sucumbes y te conviertes en un conformista… En el cine lo que me atrae es la lógica de lo poético. Esto me resulta más cercano que la dramaturgia tradicional, que une las imágenes por la evolución lineal, lógica y consecuente del tema. Una interconexión de los acontecimientos así, tan cuidadosamente exacta, suele surgir por una fuerte influencia del frío cálculo y de las reflexiones de tipo especulativo. Resulta entonces una banalización de la realidad vital, en sí mucho más compleja…Occidente grita: “¡Ven aquí, aquí estoy yo! ¡Mírame! ¡Escucha cuánto puedo sufrir y amar! ¡Cuán deprimido y feliz puedo ser! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo! ¡Yo!” Y el Este no dice nada sobre sí mismo. Disuelto completamente en Dios, en la Naturaleza, en el Tiempo, recuperándose a sí mismo de nuevo en cada cosa. Capaz de descubrir todo en sí mismo…”

Hijo de uno de los poetas más aclamados de Rusia y de una mujer que renunció a acabar sus estudios de literatura para cuidar a sus hijos cuando su marido la abandonó, Tarkovski tuvo una infancia marcada por el universo femenino que componían su madre, su hermana y su abuela. Siempre reconoció que su
profunda visión del arte y de la vida tenían que ver con su influencia. Otra de las circunstancias que también le marcarían intensamente fue la ausencia de su padre, un padre que fue voluntario a la guerra y volvió sin una pierna, un padre al que el hijo siempre esperó. Su formación abarcaba música, una de sus más grandes pasiones, pintura y escultura, además de lenguas orientales. Fascinado desde niño por el arte, veía el cine como algo demasiado técnico y lejano hasta que, a la vuelta de un año en Siberia trabajando como geólogo donde le había enviado su madre para alejarle de ciertas amistades, tuvo claro que era a al cine a lo que quería dedicar su vida. Él nunca sintió que su profesión y su vida pudieran ser rcosas diferentes. Eligió el cine porque vio en él posibilidades de profundizar en su búsqueda espiritual. Tras acabar la carrera en Moscú, su primera película, “La infancia de Iván”, la historia de un niño huérfano que es adoptado por soldados que participan en la guerra, ganó el León de oro en el Festival de Venecia. Fue el primer director ruso en lograrlo. Todo parecía indicar que su carrera sería fulgurante y llena de éxitos. Sin embargo, el gobierno de la Unión Soviética pronto empezó a desconfiar de aquel joven director que hacía un cine que no entendía y no paró de ponerle todas las trabas y obstáculos que pudo. El equilibrio entre un creador que quería mostrar el proceso de búsqueda espiritual y el sinsentido del hombre contemporáneo y un gobierno que simplemente quería que cantase las excelencias del modelo soviético era imposible. Por eso no pudo realizar la que hubiera sido su segunda película, una adaptación de “El Idiota” de Dostoievski, ni la tercera, su particular versión del “Evangelio según San Lucas”. Si consiguió que le financiasen “Andrei Rubliov”, una película que, a través de los ojos del pintor ruso del siglo XV, ahonda en el proceso de búsqueda de identidad del ser humano: “Los artistas no pueden crear en el vacío ni en condiciones ideales pues entonces no podrían crear nada. Debe existir algún tipo de presión. Los artistas existen porque el mundo no es perfecto. Si fuese perfecto, el arte sería totalmente inútil, pues el hombre ya no buscaría armonía, sino que viviría en ella. El arte nace de un mundo mal diseñado. Ese es el tema de Rubliov: la búsqueda awardde la armonía, de una relación armónica entre los hombres, y entre el arte y la vida, entre el tiempo y la historia. De eso trata la película”.

Una vez acabada, las autoridades soviéticas no acababan de ver claro lo que podía haber en aquella película que, nuevamente, no entendían. Por eso obligaron a que el festival de Cannes la proyectara el último día de madrugada para que no pudiese optar a los premios y la censuró durante cinco años. Aquellos problemas con la censura y la deliberada falta de apoyo a sus proyectos hicieron que su vida se transformase en una auténtica tortura ya que él, por encima de todo, necesitaba hacer cine. El gobierno, tras negarse a apoyar sus nuevos proyectos, le encomendó la dirección de “Solaris”, considerada por muchos como la respuesta soviética al “2.001 una odisea del espacio” de Stanley Kubrick.

Fue la película que tuvo mayor difusión comercial, aunque de la que menos satisfecho se confesó siempre Tarkovski que, durante toda su vida, se negó a dejarse encasillar o a que encasillasen sus películas dentro de un género: “¿En qué género trabaja Robert Bresson? En ninguno, por supuesto. Bresson es Bresson. Él es su propio género. Antonioni, Fellini, Bergman, Kurosawa, Buñuel, en el fondo son idénticos solo a sí mismos. ¿Y Chaplin? ¿Es que está interpretando meramente una comedia? No, es Chaplin y nada más: un fenómeno único, irrepetible. Ya el mismo término de ‘género’ desprende un frío glacial. Porque los artistas son como microcosmos, cada uno el suyo. ¿Cómo meterlos en los límites convencionales de cualquier género?…Si hay un espectador para el que es importante y fructífero establecer un diálogo conmigo, eso supone un importante estímulo para mi trabajo. Y si hay espectadores que hablan el mismo lenguaje que yo, ¿por qué voy a sacrificar sus intereses a los de un grupo de personas que a mí me resulta extraño y lejano? Esas personas que ya tienen sus ídolos, personas con las que nada tenemos en común. Quien quiere gustar a sus espectadores y adopta sin más los criterios y el gusto de estos, en el fondo no tiene ningún respeto por ellos, porque lo único que quiere es sacarles dinero del bolsillo”
Sus problemas con el gobierno soviético le acompañaron durante décadas y fueron, quizá, la causa directa de que solo filmase cinco de sus películas en su adorada Rusia. Tarkovski amaba Rusia por encima de todo, sus gentes, sus ríos, sus bosques, su silencio…pero no tenía más remedio que convivir con un gobierno que ni le entendía ni le respetaba. Por eso, tras realizar otras dos obras maestras en la Unión Soviética (“El espejo”, de marcado carácter autobiográfico, y “Stalker”, considerada por muchos como su obra cumbre) decidió rodar, aún bajo el férreo control soviético, su siguiente película “Nostalgia” en Italia. Tras aquella experiencia decidió exiliarse y pasó a vivir en Suecia, tierra de uno de sus directores más admirados, Ingmar Bergman, que, a su vez, se considera discípulo de Tarkovski al que considera el director más grande de todos los tiempos.

En el cine de Tarkovski aparecen siempre, reflejados como nunca antes se había hecho en el cine, los cuatro elementos: agua, tierra, aire y fuego. Son una forma de expresar AndreiTarkovski-LQSomosnuestra pertenencia al Todo, al Universo. Y, junto a los cuatro elementos, el mundo interior y los sueños de sus personajes se nos presentan de forma absolutamente original y transgresora. Capaz de combinar largos planos secuencia con constantes y rapidísimos cambios de plano, nada en las películas de Tarkovski se había hecho antes en el cine, un cine al que amas sin remedio u odias sin clemencia, un cine que no deja a nadie indiferente, un cine catalogado muchas veces de difícil para el gran público y al que le han buscado todos los símbolos habidos y por haber aunque el propio Tarkovski se encargara de negarlos una y mil veces.

El eje de su cine radica en el tiempo: “Creo que el cine es la única forma de arte que opera con el concepto de tiempo. No es que el arte se desarrolle en el tiempo, todas lo hacen: la música, el teatro, el ballet, y otras actividades artísticas. Me refiero al tiempo en el sentido literal de la palabra. A lo que es una tom
a, desde el momento que decimos “acción” hasta que decimos “corten”. Es la fijación de la realidad, la fijación de la esencia del tiempo. Es una forma de preservar el tiempo que, en teoría, nos da la posibilidad de avanzar y retroceder como queramos, eternamente. Ninguna otra forma de arte es capaz de fijar el tiempo como el cine. Por lo tanto, ¿qué es el cine? Es un mosaico hecho con el tiempo” Su idea de la utilización del color en el cine también es muy personal: “Creo que el color es un callejón sin salida. Primero, porque todas las formas de arte tienden hacia la realidad. Y segundo, porque buscan una especie de generalización, buscan una idea modelo. Les explicaré lo que les digo del cine en color. La forma en que se percibe el color radica en la fisiología y la psicología de la aceptación del color, en el mundo externo. Vivimos en un mundo en color. Todos lo sabemos. Pero nunca pensamos que vivimos en un mundo en color, a no ser que algo nos haga darnos cuenta. Es como si viésemos sin fijarnos, como oír sin escuchar. En otras palabras, no pensamos en el color al mirar a nuestro alrededor. Por otra parte, al rodar una escena en color, debemos organizarlo y cerrarlo en un fotograma. Y de repente, nos damos cuenta de que ese mundo está en color. Es decir, obligamos al espectador a pensar que el fotograma está en color. Le imponemos esas postales de color, una tras otra. En mi opinión, la ventaja del blanco y negro es que puede ser más expresivo y al mismo tiempo, no distraer al espectador con una sucesión continua de postales. Para mí, el blanco y negro es una forma más realista y correcta de arte, porque permite al espectador no pensar en los colores, y concentrarse en la verdadera esencia de la película. Creo que, desde que aparecieron las películas en color, se ha perdido realismo, el arte cinematográfico se ha vuelto más falso. Cuando pienso, por ejemplo, cuando pienso, digamos en el periodo neorrealista italiano, no pienso solo en la importancia que tuvo al abrir nueva página en el cine a la hora de tratar los problemas esenciales del hombre. Pienso que el neorrealismo nunca habría podido existir en forma de películas en color. Habría sido un fenómeno antinatural. Vuelvo a pensar en esa frase que dice que la verdad en la vida no se corresponde con la verdad en el arte”

AndreiTarkovski-LQSSu última película, “Sacrificio”, la rodó estando ya muy avanzado el cáncer de pulmón que acabó con su vida. Para rodarla se rodeó del equipo con el que siempre trabajaba Ingmar Bergman. Es, como todas sus películas, un poema, un bello y desgarrado poema de alguien que jamás renunció a lo que quería hacer, a sus sueños, a vivir su propia vida, una vida que, para él, siempre fue la búsqueda de sí mismo y el invitar al espectador a avanzar en el camino espiritual de la vida: “El cine se divide, principalmente, en dos categorías de autores. Por una parte, están los que imitan e intentan recrear el mundo en que viven. Por otra parte, están los que crean su propio mundo. Aquellos que crean su propio mundo son generalmente poetas. Por ejemplo, Bresson, Dzovenko, Mizoguchi, Bergman, Buñuel, Kurosawa, y en general, los grandes nombres del cine contemporáneo. Por esa razón resulta difícil distribuir sus películas, porque son el resultado de la elaboración de su mundo personal, que se corresponde con sus ideas y sus intereses personales. Estos autores casi siempre van en contra del gusto general de los espectadores, pero no porque no quieran ser comprendidos por el público, sino porque prefieren escuchar y comprender las necesidades que siente la audiencia, el público. Las películas comerciales no pueden, por su naturaleza satisfacer las necesidades e intereses más íntimos y profundos de cada espectador. Y como siempre ocurre con los artistas de verdad, el hecho de ser únicos los convierte en lo que definimos como “típicos”. A través de las escenas de sus películas, llegamos a conocer su mundo interno. Todas esas escenas se rodaron sin pensar en el deseo del espectador porque intentan mostrar belleza, verdad, y no agradar a quienes las ven. Es casi imposible hoy en día hablar en estos términos. Es un absurdo. Porque ya nadie está dispuesto a invertir dinero en la poesía. Pero el cine seguirá existiendo gracias a la resistencia de estos poetas. Pueden estar seguros de que la historia del cine la construirán películas que recrean el mundo interior del artista y no las películas que vemos hoy en día y que espero que no sigan agradando al público mucho tiempo. Desde el principio, el cine ha estado en una situación difícil. Para hacer cine se necesita dinero, para hacer poesía sólo se necesita un papel y un lápiz. Yo me inclino ante los directores que intentan, con lo que tienen hacer sus propias películas. Hemos visto que esas películas tienen un ritmo específico, personal. Hoy, los productores buscan la rapidez, las escenas cortas. Un verdadero director es incapaz de hacer eso. Su propósito es diferente: Su fin es expresar la verdad. ¿Pero qué le importa a un productor la verdad?

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* LQSomos en Red

LQSomos

2 thoughts on “Andrei Tarkovski, poeta del cine

  1. Es cierto que, entre otras cosas, amamos el cine por su complicidad con los más débiles, con la belleza, con el progreso.
    Seguiremos yendo al cine mientras suenen unas monedas en nuestro bolsillo.

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