Aquarela de Brasil

Aquarela de Brasil

Las rúas de Brasil han ardido al mismo tiempo que el fuego devora los matorrales de los bosques, donde desaparecen para siempre preciosas e irrecuperables especies vegetales, en buena parte medicinales. Las multitudes de manifestantes continúan sufriendo abundante munición por parte de la policía antidisturbios. Los discursos y promesas de la presidenta Dilma Rousseff no convencen a los amotinados sociales. Las cinco mayores centrales sindicales, los estudiantes, el Movimento de los Sin Tierra (MST) y las tribus indias no cejan en sus reivindicaciones: La prometida y siempre pospuesta Reforma Agraria, la participación ciudadana en las cuestiones políticas, el cese del nepotismo y el emprendimiento de acciones para acabar con la corrupción galopante, el respeto a los pueblos indígenas…Ni la final de fútbol de la Copa Confederaciones ha conseguido detener las reivindicaciones en las calles.

Brasil optó por la política del desarrollismo neoliberal y en estos años su economía ha crecido de manera espectacular; un país que es por sí sólo un continente, acarrea consigo espectaculares expectativas y contradicciones y brutales desigualdades. Un país tropical de recursos incalculables, y miseria y analfabetismo atroces. Catolicismo de origen portugués, mezclado con ritos de santería, animismo africano, macumba y candomblé. Embebidos en ese profundo sincretismo religioso, los brasileiros esperan dentro de unos días la visita del nuevo Papa Francisco. El Vaticano ha pedido 40 millones de euros para los gastos. El gobierno se los ha denegado. El Papa ha anunciado que visitará las favelas de Río. Allí encontrará, sin duda, el malévolo escenario que dio lugar a la película “Ciudad de Dios”. Francisco ha declarado, urbi et orbi, que los corruptos son el Anticristo. Probablemente, antes de aparcar el Papamóvil allí haga su labor un meticuloso equipo de limpieza.

Suelen decir los científicos independientes que la Amazonia es el pulmón del planeta. Acabo de recibir una información de Greenpeace Brasil. En ella se insiste, una vez más, en la constante y creciente cuestión de la acelerada deforestación de la Amazonia. Según sus datos, en lo que va del año 2013 se han arrasado para siempre jamás 42,5 mil hectáreas de selva. En la zona de Porto Alegre esas talas de árboles suponen un aumento del 400% respecto al pasado año 2.012. ¿Y el famoso Código de regulación maderera aprobado por el gobierno federal de Dilma Rousseff? Un fracaso absoluto; los consorcios madereros continúan haciendo, y sobre todo deshaciendo, a sus anchas. La maquinaria pesada y las motosierras actúan día y noche.

Las haciendas derivadas de la tala masiva de troncos se utilizan para que los “lobbys” agropecuarios creen enormes plantaciones de soja y plantas para aceite de palma, con destino a la industria alimentaria o bien para conseguir biocombusibles. Así las cosas, todo aquel que se opone a los planes de los poderosos “façendados” corre serio peligro de desapareción; o de aparecer asesinado por los escuadrones de estos “amos de la tierra”. Así viene sucediendo, sin que las autoridades tomen medidas contra los asesinos.

En cuanto a aquellos estados donde viven tribus indígenas desde tiempo inmemorial, ocurre a menudo que se descubren y explotan yacimientos de oro, petróleo o piedras preciosas en sus territorios. Entonces los sicarios paramilitares hacen estragos para obligar a los indígenas a huir y perder su derecho a morar en esos territorios ancestrales. La contaminación debida a la minería es brutal, sobre todo por mercurio, utilizado en el proceso de decantación del oro. Enfermedades derivadas de esta contaminación y otras diezman a los nativos.

Ante este negativo panorama, los indígenas se han sumado a la protesta general contra este estado de cosas. Concretamente, 150 indígenas de siete tribus han bloqueado una polémica línea de ferrocarril de Carajás para exigir reformas en el servicio sanitario indígena, que se ha sumergido en un estado de caos. Han ocupado la línea ferroviaria durante más de una semana. Piden que se sustituya a algunos de los directores del organismo gubernamental responsable de su cuidado sanitario.

La línea de ferrocarril de Carajás, de la que es propietaria la empresa brasileña Vale, transcurre junto al territorio de la tribu más amenazada de la tierra, los awás. Por ella se transporta el mineral de hierro que se extrae de la gigantesca mina de Vale hasta el Océano Atlántico.
Los awás dicen que su salud y sus vidas están en riesgo por los trenes, unos de los más largos del mundo, porque asustan a las presas de caza de las que dependen para sobrevivir.
Vale prevé ahora duplicar su línea ferroviaria, a pesar de la oposición de los awás. Las vidas de los awás cambiaron drásticamente cuando el proyecto industrial Gran Carajás, que incluye la línea de ferrocarril y la mina, abrió en la década de los 80 sus tierras y las expuso a los invasores que masacraron a familias awás y que hoy en día siguen destruyendo la selva de los indígenas.
Este año una mujer awá, madre de cinco hijos, murió de leishmaniasis, una enfermedad de fácil curación si se dispone de adecuada atención sanitaria.
El año pasado, los awás y otros indígenas bloquearon la línea ferroviaria como protesta por los planes del Gobierno de debilitar sus derechos territoriales.
Por su parte, según una información de Survival Internacional, Davi Kopenawa, portavoz del pueblo indígena yanomami, ha pedido a la presidenta de Brasil que respete los derechos indígenas. Los manifestantes siguen inundando las calles de Brasil, y los indígenas del país se han unido a la protesta para exigir que se ponga fin a la embestida del Gobierno a los derechos indígenas.
Davi Kopenawa, portavoz del pueblo indígena yanomami, y el movimiento estudiantil Movimento Passe Libre (MPL), una pieza fundamental de las recientes protestas, se han pronunciado en contra de los pasos dados por el Gobierno para desmantelar los derechos constitucionales adquiridos con tanto esfuerzo por los indígenas.
En un mensaje de vídeo, Davi ha dicho: “Estoy indignado con los errores del Gobierno. Las autoridades brasileñas no están interesadas en que los pueblos indígenas vivan en paz y tampoco quieren ayudar a la gente de las ciudades”.
Kopenawa ha añadido: “En mi mundo, la naturaleza está conmigo y escucha. Ve los errores de las autoridades de este país. Deberían respetar nuestro país, respetar a las gentes de la ciudad, a las comunidades, y respetar los derechos de los pueblos indígenas de Brasil”.
Como se puede ver no todo es paraíso postal en el Brasil de hoy. Esa es la imagen todocolor destinada al turismo atraído por las exuberante belleza de las garotas de Ipanema, l capoeira, el berimbao, la cachaça, el samba del carnaval, la cadencia rítmica de la bossanova… Corcovado. La otra cara de esa postal es en blanco y negro. Más negro que blanco.

LQSRemix

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