Barrabás

Barrabás

relato162Daniel de Cullá. LQSomos. Octubre 2015

Barrabás guzpatarero, ladrón que horada las paredes de las casas y edificios que van a desahuciar, siempre lleva colgado de su muñeca izquierda, metida en un aro de hierro que atraviesa el puño del hueso por debajo de la horquilla, el esternón o hueso plano que ocupa la parte superior del pecho, y con el cual se articulan por delante las costillas altas, recién operadas, que por eso se lo han sustituido por uno de metal.

Bien se le ven las cavidades articulares con los cartílagos de las costillas y la extremidad inferior, que termina en apéndice xifoideo o punta, dorada. Es espécimen de una familia poderosa. Tal cual bascal, vasija de madera que se usa en Galicia. Bebe el vino que se vierte de la jarra, y le come la comida a los perros y otros animales. Se come, también, los desperdicios que se sacan al limpiar el grano o al repartir las hostias.

En ciudades, pueblos y villas; en corrales y cortijos es tratado como un bajá de tres colas. En las bajadas, siempre se le caen los pantalones. Dicen que por el peso de los negocios de hurto que lleva en los bolsillos.

Le gusta bañarse en bajamar, cuando el mar está en menguante, en su último período. Al igual que le gusta cohabitar con las mujeres que están en período menguante “poniendo en lugar bajo lo que está oculto”, como él mismo dice, y “ja,ja,ja”, “en las cercanías del mar, de lagos o de corrientes de agua, echando a su hembra sobre un bajío, banco de arena, pues le encanta que la mujer le grite mientras la humilla ese reproche de amor que dice:

“No me jodas en el suelo
como si fuera una perra
que con esos cojonazos
me echas en el coño tierra”.

La gran mayoría de las mujeres venidas en volquetes institucionales de putas, que con él han cohabitado, dicen que “su pene tiene poca altura”…
-“Algo parecido a como le tienen los chulos, los dictadores, los pedófilos curas y criminales del sexo cuyo único sueño es el ver su polla por los bajos de los pantalones”, dice.
Barrabás es un ser despreciable, inclinado hacia abajo. Bebe en un bajillo o cuba, donde se guarda el vino en la bodega, un vino peleón que el mismo hace.
“Es malo, pero buenín”, dicen las mujeres, por quienes es muy querido y estimado. ¡Se ha follado a tantas¡ Para él, su instrumento es un bajón de viento que da el tono y acompaña a las salmodistas en las funciones eclesiásticas.

Cuando él iba y venía del coro al caño, del caño al coro, a las mujeres, mirándole extasiadas, se les aparecía el bajonado, cierto pez parecido a la dorada, y comenzaban a cantar por ese roce de bajonazo en el hipogastrio, bajo vientre, por roce del bajón.

También, le llaman “el Carpetas”, pues siempre lleva consigo una carpeta de solapa, con gomas, marca “Centauro”, a todos los actos y presentaciones a las que acude. Su carpeta está repleta de papeleteas de los aspirantes a gobernar por las elecciones. El dice:
-Voy a una balada por lo general con un mismo estribillo y donde uno termina Rebuznando o gritando “Beee”
No es matón, pero sí fanfarrón. Aparenta valor sin tenerlo. Se siente balancero. Quiere poner en equilibrio una política con otra en balanza del poder. Está perplejo del falso cariño de los que dicen “mi patria”.
Nos dice:
-Es bueno que se balancee la nave. El palo ha de ser largo para guardar el equilibrio en la maroma.
¡Bastante maromo está hecho¡ Hablando de política, se pone como un balante carnero, que bala, aunque él se siente más cual Asno bajo palio. Desde la mili, odió mucho el baldear, limpiar arrojando agua con los baldes, especie de cubos más anchos por el fondo que por la boca, y barriendo al mismo tiempo.
Aunque es un señor principal, notabilísimo, vive como en baldío, cual sujeto vagabundo sin ocupación ni oficio. Es una injuria para unos, y para otros, mesías. La gente, en su gran mayoría, le mima. Las damas le sueñan y le estudian por alcanzar la ciencia de los movimientos de su proyectil en la balística del culo. El conbalifa con ellas, bala con frecuencia.

Iba para presbítero y célebre filósofo, quizás cirujano de cámara. Podía haber sido un ilustre filósofo, el primero en su clase pero incompleto. Se define ateo y antimonárquico; y “quedado para vestir momias”. Le gusta repartir balotas, bolitas o canicas de que se harán uso para dar el voto en elecciones,(bromista como es, él dice “erecciones”), con un salto que sorprende, encogiendo las piernas y enseñando la dentadura.

Guarda en estuche de plata la broza con que se cubren los labios sexuales femeninos y cada uno de los borrenes, delanteros o traseros, de la seta de montar.
Haciendo sexo se siente poético. En la tapa del estuche ha pegado un papel con este poemita:

“Mi Bardomera, prescindiendo de escrúpulos
he recogido aquí la broza erótica
en las idas y venidas del Culo
sabiendo lo que se juega además de la polla”.

Cuentan, y es a lo que vamos, que iba caminando hacia un paraje en la orilla de un río donde hay un tronco de árbol para pasarlo y, de tanto mirar al cielo, no vio una mierda que pisó, lo que le hizo poner el grito en la tierra:
-Esto es la política, gritó. Cuento fabuloso, conseja, patraña.
Pero él sigue siendo querido, aclamado, pues tiene cualidades de bálsamo, como los gurús o curanderos. En el ojal de su chaqueta lleva una balsamita mayor, hierba de Santa María. Él da cualidades a la substancia resinosa de la pobreza, lo mismo que alaba a los barones de pura sangre que llevan sus dineros y sus almas a islas fantasmas.

Un día, a unos y otros atrajo a un sitio pantanoso con maleza, pues le habían rogado que se decantara por el próximo político gobernador, el próximo balsero que conduciría la balsa.
Con el lazo de su oratoria levantaba hombres y mujeres a lo alto de su palo. Las gentes le miraban a él, pero más a su esternón, que balanceaba como hipnotizador, a través del cual veían lo interior de su pecho. ¿Qué veían? Unos veían a Baltasar, último rey de Babilonia destronado por Ciro; otros un mago hecho un golfo.

Las más de las mujeres veían a Baltimoro, pájaro de linaje real, carnal, atada su pata con cíngulo militar a huevo usado a lo antiguo.
De entre la excitación general y aglomeración de muchos cuerpos juntos, salió como de una ballesta bodoquea, un tono de voz, una saeta, una jara, vira o proyectil, que por el aire decía:
-“Barrabás, Barrabás, dinos a quién votar”. A Pablo de Tarso cuyo programa se vende en tiritas o a Alí Baba, falsificador de monedas.
Alí Baba es agostador que gasta y consume la hacienda de otro, Cual Lucio Tarquino Prisco (A-Prisco dicen otros), “el Viejo”, se ha hecho famoso por su bandolera administración y las grandes obras públicas, ninguna, que ha llevado a efecto.

Pablo de Tarso “el Humilde”, apóstol, que usa taruguito partido por medio a lo largo, con encaje a los extremos, en que por medio de muescas que cruzan la línea de unión, se va señalando lo que se saca o compra fiado, debiendo corresponder las muescas de una y otra mitad al hacer el ajuste.

Terminado el discurso de Barrabás, “que fue como el Rebuznar”, dijeron muchos, le preguntaron:
-¿Qué va usted a comer hoy?
-Huevos revueltos con tomate, dijo riendo con la boca ancha como la de un río donde están mezcladas las aguas dulces con las saladas y se dejan sentir las mareas.
La gente lo acató todo comiendo tierra, mientras Barrabás se hacía un corte en la ingle con un instrumento para sangrar las caballerías.

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