Batiburrillo de poemas IX

Batiburrillo de poemas IX
Dicen amén
Dicen amén
como si no tuviera remedio
el llanto de los niños apedreando
las noches
cuando el hambre es la costumbre
que tiñe de luto las estrellas.
Dicen amén a sus cadenas trémulas,
al látigo que pudre el cansancio,
al trabajo a destajo,
al salario apretado,
a los golpes de las deudas que desahucian el porvenir
y lo condenan.
Dicen amén
y a veces se arrodillan para regalar a plazos sus plegarias,
y a veces creen que la vida siempre fue esta miseria a cuatro patas.
Yo quiero explicarles, que existe la pureza de respirar con libertad,
que es posible beberse de un trago la impotencia
para ponerse en pie a pesar de las derrotas que nos cuentan.
Dicen amén
y yo les digo: Es posible.
Prohibir la riqueza aún es posible.
.-.-.-.-.-.-.-.-
RespuestaQuisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.

Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.

Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,

Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.

Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.

Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.

Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.

Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.

Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.

Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde…

Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente…

Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?

Y ¿cómo saber si me entiendes?

¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?

¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?

¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

Poema de José Hierro (1922-2002)

.-.-.-.-.-.-.-.-
Deseando Morir Ahora que lo preguntas, la mayor parte de los días no puedo recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese viaje.
Luego la casi innombrable lascivia regresa.

Ni siquiera entonces tengo nada contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.

Pero los suicidas poseen un lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.

En dos ocasiones me he expresado con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.

De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el agujero de mi boca.

No se me ocurrió exponer mi cuerpo a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el cuerpo.

Nacidos sin vida, no siempre mueren,
pero deslumbrados, no pueden olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con una sonrisa.

¡Empujar toda esa vida bajo tu lengua!
que, por sí misma, se convierte en pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno de golpes, dirías,

y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
para reparar delicadamente una vieja herida,
para liberar mi aliento de su dañina prisión.

Balanceándose allí, a veces se encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con un beso
Dejando la página del libro abierto descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono descolgado
Y el amor, cualquiera que haya sido, una infección.

.-.-.-.-.-.-.-.-
Llueve en Moscú, FilimeléLlueve en Moscú hace veinte años como llueve
En ciudad México. Mi paraguas está
roto como está rota la muerte y
como está rota la nada. Miro los

charcos y contemplo la nada del cielo,
miro los cielos y contemplo los charcos
de tu alma. El ser es oscuro como una
rosa, como una rosa tu vulva es oscura. Dios

se está riendo en mi sonrisa. Tu
suicidio es como Moscú de noche. Es verano y
hace frío en los espejos. Estoy cansado de

ser la nada. Estoy cansado de barrer la noche
y de barrer tu risa en los orgasmos.
Cansado estoy…de barrer la lluvia en tus deseos.

.-.-.-.-.-.-.-.-
Canción Al Ave
“Detente, sombra de mi bien esquivo,
imagen del hechizo que más quiero,”
Sor Juana Inés de la Cruz
De la Estación de Atocha
Ha salido el Ave Prick
Cantando en su velocidad
Su concepción
Ave, Ave, Ave
De Madrid a Bailén
Yo quiero decir que sí
Dime tú niña mía
Que me vas a dar el Sí
“Dicemelo”, que me encanta
Oirte bien o mal decir
Entre espumas de saliva
”Chi…chi” “Chi…chi”
Eres mensajera del Amor
Con tu Clit and Teat
Y ¡menos mal¡
No eres esclava Jumenta
De Lourdes, ni de Fátima
Ni del pinaresco Henar.
.-.-.-.-.-.-.-.-

 

LQSRemix

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