Canadá. Crisis del Petróleo y Decadencia Industrial

Canadá. Crisis del Petróleo y Decadencia Industrial

Night photo of network of pipes at Gas worksMario R. Fernández. LQSomos. Febrero 2015

En octubre comenzó a bajar el precio del petróleo en la provincia de Alberta, donde se produce el 80 por ciento del petróleo del país, y en Canadá el cien por cien. Los medios de información (o de desinformación) hablaban con deleite de las dificultades que tendrían que enfrentar Rusia, Irán y Venezuela, países altamente dependientes de la venta de ese recurso energético y considerados todos ellos enemigos declarados del llamado “Primer Mundo.” Canadá estuvo de acuerdo en imponerle sanciones económicas y diplomáticas a Rusia, igual que hizo contra Irán algunos años antes y como seguramente lo hará contra Venezuela de presentarse la ocasión. Con la caída del precio del petróleo había caído un zapato… solamente era cuestión de tiempo escuchar la caída del otro…

…Apenas unos meses después, cuando había cesado la algarabía del costo a los “enemigos de la democracia”, la prensa, el gobierno federal, el provincial y las corporaciones petroleras en silencio, escuchamos al otro zapato golpear el piso. La caída del precio del petróleo nos afecta, comienzan las declaraciones de malas nuevas, que aunque muy manipuladas no pueden dejar de reconocer que las dificultades de los “enemigos” también habrían de tocarnos: 2015 trae una crisis, déficit presupuestario, cortes, desempleo y erosión del mentado y escuálido crecimiento económico canadiense. Solo razones políticas podrían habernos hecho ignorar lo obvio: que como productores petroleros estamos en la misma vereda que el “enemigo” (Rusia, Irán, Venezuela) y que solo la ideología podría habernos hecho olvidar que “cuando las barbas de tu vecino veas arder” hay que poner las propias en remojo. Canadá ya no recuerda ni cuáles son sus “barbas” y mucho menos quiénes son sus “vecinos” en el mundo económico.

La Crisis

La crisis de la industria petrolera puede ser temporal aunque considerable en un país como éste que depende fundamentalmente del petróleo, que es la exportación más importante que tiene. De un total de 500.000 millones de dólares aproximados exportados el 2014 el petróleo y gas, en un 98 por ciento a E.U., sumaron 117.000 millones de dólares -el 23 por ciento del total de las exportaciones. La industria de la energía (petróleo y gas) ha tenido un sustancial crecimiento en los últimos quince años -parte, en las estadísticas mundiales de la producción minera, que en el mundo se ha duplicado desde 1984. La crisis, en este país, se expande además por la continua decadencia, que comenzara a fines de los años 70, de casi todas las otras áreas industriales.

Si bien es cierto que la bajada de los precios del petróleo perjudica a todos los países que lo producen -sean estos exportadores o no- al ser una industria de altos costos y mucha inversión de capitales, en todo el mundo los trabajadores de esta industria, independiente del rango, reciben remuneraciones muy por encima de las que se paga por cualquier otra industria y servicio. Sin duda, en los países donde la producción petrolera pertenece a una empresa estatal, en el caso de Noruega, Venezuela e Irán, las bajadas y subidas del precio del petróleo, aunque problemáticas, pueden armonizarse con la política del Estado. En países como Canadá, donde la explotación y comercialización del petróleo están en manos de corporaciones privadas, el espacio del Estado para disminuir el impacto del bajo precio de ambos recursos energéticos es mucho menor.

Un punto importante con respecto a la baja del precio del petróleo es la interpretación de que los precios bajaron por la intervención de Estados Unidos debido a sus más altos niveles de producción petrolera. Es dudoso, quizás imposible, que la bajada del precio del petróleo se deba al aumento de la producción de E.U. Porque considerando incluso los supuestos cuatro millones de barriles diarios de petróleo de esquisto con los que E.U. ha aumentado su producción en estos últimos cuatro años, gracias a procesos de explotación y producción de muy alto costo -tanto como el de las arenas bituminosas en Alberta, y con considerables subsidios del Estado en impuestos a la renta-, en mantenimientos programados de plantas, en infraestructura y transporte, sin olvidarnos del inmenso daño al medio ambiente producido (costo nunca incluido en los análisis corporativos). No podemos dejar de ver que incluso con tal aumento de producción de petróleo de esquisto Estados Unidos sigue siendo un neto importador de petróleo. Por ejemplo, la producción de petróleo en ese país a fines del 2014 alcanza los 9,13 millones de barriles diarios, pero su consumo de petróleo es de 19 millones de barriles diarios, lo que le coloca en posición de neto importador de petróleo. Incluso, si la producción de petróleo de esquistos en E.U. fuera en creciente aumento, ésta no podría nunca compensar el declive creciente de su producción de petróleo convencional como ha decrecido en Alaska por ejemplo, donde en 1990 se producían 2 millones de barriles diarios y en 2014 se produjeron apenas 500.000 barriles diarios.

De dónde sale esta falsa conclusión y cuál es su fin. Rastreando los orígenes de esta interpretación es obvio que lo genera la prensa estadounidense y se extiende al mundo gracias a la falsimedia mundial donde, sorprendentemente, colaboran incluso algunos medios alternativos y de izquierda. Su foco es interno, asegurarles a los estadunidenses que los costos de la explotación de petróleo de esquisto -contaminación de acuíferos, incremento en los temblores y otros-, valen la pena porque es posible alcanzar la autosuficiencia energética. Estos costos vienen siendo documentados por instituciones totalmente legítimas. Por ejemplo, la US Geological Survey ha demostrado un aumento estable en el número de temblores grado 3 o más en el centro de los Estados Unidos desde el 2001, el comienzo de la explotación de petróleo de esquistos. Columbia University ha documentado algo similar en Alabama y Montana, donde los temblores casi se han triplicado entre el 2009 y el 2011. El MIT ha documentado también la migración de metano hacia acuíferos en conexión con la fracturación hidráulica (gas de esquisto) y esto ha sido ratificado por Colorado University y Duke University.

Distorsiones de la realidad son usadas para probar que E.U. es nuevamente un país exportador de crudo. Por ejemplo, cuando el gobierno federal autorizó, después de muchas décadas, “exportar” en agosto de 2015 un millón de barriles de petróleo ultra liviano, un producto especial que sus más de 130 refinerías (una docena de ellas con capacidad para refinar más de un cuarto de millón de barriles diario de crudo) pueden refinar y vender. Y por otra parte, pueden ser usadas para demostrar el “caos productivo” del contrario, por ejemplo, cuando se publicitó la importación de nafta por parte de Venezuela como problemático (cuando en realidad la nafta se usa como precipitado para disminuir la viscosidad del petróleo extra-pesado y para facilitar su transporte a través de tuberías y oleoductos).

Petróleo y Gas en Canadá

Volviendo a Canadá, el centro de estudios afín al sistema corporativo “Conference Board of Canada”, ha declarado que el gobierno federal va a dejar de recaudar 4.300 millones de dólares debido a la caída del precio del petróleo, y que la provincia de Alberta y otras provincias dejarán de recaudar unos 5.200 millones de dólares en impuestos y royalties, además de que habrá una pérdida en inversiones en otros áreas, por ejemplo, más de 12.000 millones de dólares en la construcción. La “Canadian Association of Petroleum Producers” ha dicho que la reducción del 30 por ciento de gasto de capital en la industria del petróleo en Canadá para este año va a ser de 23.000 millones de dólares (de un monto total de 69.000 millones de dólares en inversión el año 2014). Por ello todos los ojos están puestos en el presupuesto provincial y federal que se harán públicos en marzo y abril 2015. La historia nos muestra que en los últimos 35 años las crisis han llevado siempre a cortes presupuestarios, generalmente en educación, salud y servicio social. La alternativa sería aumentar los impuestos, que parece nula, pues justamente el gobierno federal acaba de prometer en octubre del 2014 una rebaja de impuestos a la renta en beneficio de los más privilegiados.

Las corporaciones que explotan y producen petróleo y gas natural en Canadá presentan un panorama más complejo y, a pesar de la crisis, se plantea que el año 2015 verá un aumento en la producción de unos 150.000 barriles diarios -alcanzando casi 3,8 millones de barriles diarios en todo Canadá (2,3 millones de arenas bituminosas)-, hay proyectos recién completados que han comenzado a producir. Al mismo tiempo hay una bajada del 10 por ciento en la exportación por falta de demanda (se exporta más de 2,5 millones de barriles diarios). La supuesta creciente producción no ha impedido que algunas corporaciones anuncien despidos, por ejemplo Suncor (la más grande que opera en Canadá) ya avisó que más de mil empleos serían eliminados. Shell Canadá anunció despidos al mismo tiempo que la Canadian Natural Resources Ltd (también entre las más grandes). Otras menores están entrando en dificultades, como la Southern Pacific Corp. y la Gasfrac Energy Service Inc. han pedido protección legal por bancarrota. Otras muchas compañías se verán afectadas, porque venden servicios, equipos, partes y materiales a esta industria y también tendrán que reducir gastos y puestos de trabajo. La Canadian Association of Oilwell Drilling Contractors, que reúne a las corporaciones que hacen la exploración petrolera y de gas, con sus equipos de plataformas petrolíferas, anunció que se eliminarán 22.570 trabajos directos e indirectos en 2015, una disminución del 43 por ciento en sus actividades.

Dos grandes proyectos de nuevas plantas de crudo de arenas bituminosas, de cinco aprobados por el Estado, serán cancelados de forma temporal o permanente. De acuerdo a la consultora noruega Rystad Energy, estos proyectos son parte de un universo mundial de más de 800 inversiones en la industria de gas natural y petróleo por un valor de más de 500.000 millones de dólares -un tercio de esta inversión son proyectos de petróleo no convencional (perforación horizontal de esquisto, arenas bituminosas de Canadá y crudo pesado y extra-pesado de Venezuela). Se calcula que un monto de 150.000 millones de dólares en inversiones en proyectos en esta industria a nivel mundial serán cancelados o suspendidos, incluyendo proyectos canadienses.

A la crisis de la industria del petróleo, que ha sido la más ascendente y lucrativa especialmente en los últimos 15 años en Canadá, hay otras industrias que han ido en decadencia o casi han loquesomos-Crude_Oil_anddesaparecido en los últimos 40 años, como en todo el llamado Primer Mundo debido, como todos sabemos, a la imposición por las élites ricas de la economía globalizada para mayor acumulación de riqueza en detrimento del desarrollo y la seguridad laboral para las mayorías. La industria de manufactura ha costado a los trabajadores canadienses cerca de un millón de puestos de trabajo desde los años 70, según Statistics Canadá solo desde el 2004 al 2008 se perdieron 322.000 trabajos industriales, hubo un pequeño repunte a fines de los 90 por un corto tiempo y desde ese tiempo el declive ha sido constante, como también la sindicalización de los que todavía existen.

Otras industrias canadienses

A la bajada industrial general se le viene sumando la crisis en la industria forestal, en el pasado símbolo de este país, y que en septiembre del año 2004 empleaba a 308.664 trabajadores (en la tala de árboles, elaboración de madera y plantas de celulosa y papel) y 10 años después solo emplea a 190.651 trabajadores. Hace 14 años esta industria era más grande que la industria automotriz y la de gas y petróleo por separado. Hace dos décadas esta industria aportaba el 3 por ciento al PIB, hoy aporta menos del uno por ciento. La consultora finlandesa Poyry PLC reporta que el año 2000 operaban en Canadá 50 plantas de celulosa y papel… hoy operan 30. Hace 40 años en Canadá existían más de 100 plantas de celulosa y papel. Desde que Canadá firmó el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos han aumentado sus dificultades debido a la imposición de tarifas en la exportación de madera y otros productos forestales -la excusa de los E.U. es que en Canadá se explotan los bosques estatales y por lo tanto la industria está siendo subvencionada. En realidad se trata de tratados decepcionantes y fraudulentos.

La industria minera también ha sufrido. Sus exportaciones bajaron el 10 por ciento y continúan en declive. Especialmente, el carbón de alta caloría y el hierro han perdido un 50 por ciento de su valor debido a la baja demanda pues China, que consume la mitad de los metales base del mundo, ha disminuido su crecimiento. Todas las plantas han tenido que bajar su producción y dos grandes instalaciones mineras (Bloom Lake en Quebec y Wabush en Newfoundland & Labrador) han cerrado.

La industria automotriz canadiense también ha sufrido, principalmente en el ensamble de autos de pasajeros, que ha venido declinando desde 1998 y que ha significado la eliminación del 20 por ciento de su fuerza laboral. Y esto a pesar de que la producción de vehículos de carga ha aumentado, en especial el de camionetas, que se venden con créditos de hasta ocho años, y de que dos grandes ensambladoras de vehículos (Chrysler y General Motors) recibieron 13.700 millones de dólares en créditos del gobierno federal canadiense y de la provincia de Ontario en 2008. De este total ambas corporaciones han pagado solamente 5.400 millones de dólares (39%) en reportes incompletos y confusos y con el beneplácito de los gobiernos federales y provinciales de turno, como bien lo ha denunciado el Auditor General de Canadá, Michael Ferguson.

La industria procesadora de alimentos canadiense, considerada sólida, incluso intocable, ha sido seriamente afectada. En London (Ontario) cerró Kellogg en 2014, después de 107 años de producción de cereales regularmente consumidos por generaciones de canadienses. A pesar de que empleaba solamente a 450 trabajadores, el cierre de Kellogg ha sido traumático y emblemático, ya que se trata del desplome de una actividad económica que se consideraba a salvo de todo este ocaso productivo canadiense. H.J. Heinz Co. situada en Leamington (Ontario), una planta que existió durante más de 100 años, también cerró sus puertas dejando 740 trabajadores sin empleo. La industria procesadora de alimentos canadiense produce todavía el 70 por ciento de lo que se consume en el país y representa la segunda industria manufacturera en existencia. Pero de acuerdo con “The Canadian Agri-Food Policy Institute” han cerrado unas 143 plantas y desaparecido 23.807 trabajos desde el año 2006. Todo sin que la prensa informe sobre estos cambios, y aunque se dice que se han abierto nuevas plantas más pequeñas, es evidente el daño causado a la industria y al empleo, por la desindustrialización general que la afecta y ha afectado también a otros sectores productivos.

La industria farmacéutica canadiense, que también se consideraba segura por su alta rentabilidad, ha perdido recientemente la planta Cima Vision en Mississauga (Ontario) y parte de la multinacional Novartis AG, donde perdieron su trabajo 300 trabajadores. La CCL Container, que fabrica envases de aerosoles en Toronto, cerró sus puertas y 170 trabajadores perdieron su empleo. Esto demuestra que la industria manufacturera y otras continúan deteriorándose ya desde finales de los años 70 -cuando empleaban al 23 por ciento de la fuerza laboral- y hoy no emplea ni al 10 por ciento. Todo comenzó con el fin de las industrias del textil, de ropa y calzado y con cierres en la industria pesada. La industria contribuyó a la seguridad laboral, al impulso tecnológico a partir de fines de los años 40, con una gran reactivación industrial canadiense, y fue perdiendo energía día a día, en completo silencio y con la complicidad de gobiernos, clase dominante y medios de información.

Empleo

Canadá continúa convirtiéndose en un país donde la mayoría trabaja en servicios mal pagados y precarios. El mayor empleador es el comercio al público, aunque se trata de empleos a jornada parcial, generalmente poco seguros y mal pagados. Acaba de cerrar completamente una cadena estadunidense de grandes almacenes (Target) que tenía 133 locales en todo el país, lo que produjo 18.000 despidos. Recientemente han cerrado otras cadenas comerciales también: Sony, Mexx, Smart Set y Jacobs. El segundo empleador es el servicio de salud junto al servicio social, servicios generalmente públicos y sindicalizados, mejor remunerados y ofreciendo mayor seguridad de empleo.

El otro sector relevante es la construcción habitacional y comercial, que ha mantenido dinamismo y ha llevado a la imposición de una economía de bajos intereses bancarios, que es apoyada abiertamente por el gobierno de extrema derecha del Primer Ministro Stephen Harper. El sector inmobiliario se transforma en el motor de la actividad económica, lo que ha llevado al creciente y espectacular endeudamiento de los canadienses (1,5 billón de dólares de deuda personal, el 65 por ciento de esto en hipotecas) uno de los endeudamientos más altos del mundo, pero que también ha llevado a la sobrevaluación de la propiedad (entre un 30 y un 60 por ciento) y al peligro de una burbuja inmobiliaria que puede explotar en cualquier momento.

A pesar de la complejidad de estas crisis (petróleo y de otras industrias) en Canadá existe una muy limitada discusión pública. Ni en el Parlamento, ni en los legislativos provinciales y gobiernos locales, ni en la televisión, radio, sindicatos, universidades, lugares de trabajo, y menos aún en la conversación informal diaria. No hay opinión en Canadá y todavía menos discusión sobre algo tan importante para la gente adulta como es el futuro del trabajo y el sustento de los ciudadan@s. Se conoce solamente lo que opina la clase dominante a través de sus serviles servicios, lo que refleja en realidad una completa falta de democracia y participación. Afortunadamente se mantiene todavía en pie el estado de bienestar social, mutilado, transformado, pero importante para la sociedad canadiense. Una sociedad que cada día está más cercana a la tiranía, la corrupción y la dictadura de los más ricos.

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