Como si fuera

Como si fuera

Juan Gabalaui*. LQSomos. Septiembre 2017

Hace unos días tuiteé que Catalunya sería la tumba del gobierno de Mariano Rajoy. Quizás me pasé de optimista. La operación judicial y policial me hizo reaccionar de manera lógica como si viviera en una democracia de verdad. Un ataque tan flagrante a los derechos democráticos de un pueblo solo podría desembocar en la caída del gobierno de un Estado democrático. Ahora, en un Estado que es como si fuera una democracia las cosas funcionan de otra manera. Seguramente muchos nos acordaremos del “Mariano, no llegas al verano“. Esto fue en 2011. Y han pasado no solo años sino decenas de casos de corrupción y escándalos varios que sólo han provocado heridas, que se lamen en sus torres de cristal, sin pérdida del control de los poderes del Estado. El conflicto construido en Catalunya les alejará más aún del gobierno de la Generalitat pero afianzarán su posición de poder en el resto del Estado. Lo cual no creo que les preocupe demasiado ya que tradicionalmente han sido una fuerza residual en el territorio catalán. Seguir igual, conjurando la amenaza independentista, es algo muy parecido al éxito.

En este tipo de situaciones podemos ver la maquinaria del Estado dirigida a reducir o eliminar la disidencia. Una disidencia, en este caso, que pide poder votar el tipo de relación con el Estado. No es, por tanto, un crimen político sino una acción democrática. Ni siquiera hablamos de independencia sino de la posibilidad de independencia. Aún así la respuesta ha sido de carácter represivo. Podríamos decir que una democracia reprime un acto democrático, lo cual es una paradoja que solo se puede resolver negando la naturaleza democrática a una de las dos partes. Sin olvidar la acción de reprimir, la cual está siendo traducida por los como sí como una acción legal firmada por un juez. La batalla del relato está en su pleno apogeo. Los políticos y periodistas del Régimen hablan de un ataque a la democracia igual que los defensores del derecho a decidir. Cada uno de ellos se sitúa en el lado que social e internacionalmente es deseable… pero uno de ellos miente.

El País, un periódico del sistema que trabaja indisimuladamente por el statu quo, escribió un editorial titulado “Las mentiras de Puigdemont“, en el que desgrana ocho supuestas mentiras que se han dicho desde la Generalitat. Cuando lo lees, el editorial está lleno de mentiras sobre las supuestas mentiras lo cual hace honor a una parte del título. Una de las ficciones que sostiene la democracia de los como sí es la independencia judicial. Es algo lioso este tema porque hay jueces que persiguen y encarcelan a corruptos del Partido Popular lo cual parece incongruente con la idea de que el poder judicial no es realmente independiente sino que está vinculado directamente al poder político y económico. Se dice en el artículo de El País que los registros y detenciones fueron ejecutados por indicación del juez de instrucción número 13 de los juzgados de Barcelona. Lo que no dice es que la decisión de este juez forma parte de un plan preconcebido dirigido a derrotar y humillar de forma ejemplar a las cabezas más visibles del derecho a decidir. Este plan no surge de la cabeza de un juez sino del gobierno del Estado.

El Estado ha utilizado el poder judicial a lo largo de estos 40 años para hacer y para no hacer, para conseguir y para impedir. Claro que hay jueces independientes, que buscan blindarse ante las brutales presiones mediáticas y gubernamentales, pero hay otros que son el brazo judicial del gobierno y que cumplen solícitamente las órdenes dadas o sugeridas. A veces ni siquiera eso. Ya saben lo que tienen que hacer. Es verdad que la utilización del término genérico de “poder judicial” lleva a negar su dependencia política, ya que hay casos que lo contradicen, pero lo que es innegable es que hay jueces amigos, nombrados en puestos importantes, que actúan en consonancia a lo que dicta el gobierno de turno. Esto da un barniz de legalidad judicial a lo que no es más que un cambalache en el que ellos salen ganando y pierde la democracia.

Otra de las acciones de manual que utilizan los Estados es la criminalización. Los opinólogos no dudan en explicar lo que sucede en Catalunya utilizando términos como ETA o Kale Borroka con una intencionalidad clara y muy básica como es asociar el independentismo con terrorismo. Aún siendo básica es tremendamente eficiente porque esta asociación está instalada en la cabeza de gran parte de la población del Estado. Han sido años en los que se ha establecido la conexión para poder activarla en situaciones como la que vivimos actualmente. La palabra intimidación se está utilizando como arma de destrucción masiva para estimular el imaginario del independentista agresivo, intolerante y totalitario. Todo ello forma parte de la idea construida por el nacionalismo español alrededor de la posibilidad de independencia. Así nos encontramos con otra paradoja que tiene que ver con que gran parte de la población del Estado es antinacionalista siendo, a su vez, nacionalista español. Esto es como el neorracista que se niega así mismo que sea racista aunque sus actos y su forma de pensar lo contradigan. La posibilidad de que un territorio se independice levanta intensas reacciones que solo se pueden explicar desde la idea preeminente de la identidad española. El hecho de no querer ser español se considera una afrenta que solo la puede realizar un bruto, ciego y loco. Es tan antinatural que la intimidación, la violencia y la agresividad son características de quien quiere forzar la separación.

La intimidacion está unida a la hipérbole. La tienda de los padres de Albert Rivera ha amanecido con carteles pegados en su cierre metálico que decían “votem per ser lliures“,” ¡Vota!“, “Vota Sí, viure vol dir prender partir” y el cartel de la Generalitat promocionando el referéndum. Además hay imágenes de unas frases escritas en una pared que dicen “Ciudadanos no es la vostra terra ni la vostra lluita” y “Albert Cocas“. La reacción de Rivera en twitter ha sido “aunque señalen a nuestras familias o nuestros comercios no nos callarán. Me metí en política para defender la libertad en Cataluña. Seguimos“. Las palabras escogidas por el líder de Ciudadanos no son inocentes. “Señalar a familias y a comercios” nos conecta rápidamente con lo que hacían los nazis con los judíos. Esta manipulación emocional y psicológica es planificada. Forma parte de una estrategia de criminalización y descrédito. Tampoco lo ocultan. Rivera ha añadido en sus declaraciones a los medios: “…algo más propio de los regímenes totalitarios“. Hay que contextualizar que todo esto sucede porque una gran parte de la sociedad catalana expresa su deseo de votar. No se está produciendo un genocidio ni se está metiendo a los españoles en campos de concentración. Solo quieren votar para ser libres. ¡Qué miedo!

Un periodista en Cuatro conectó en directo desde una concentración de protesta que se estaba realizando en Barcelona. Los participantes estaban gritando ¡Votarem! que, como podemos intuir, no significa ¡Te voy a matar! El periodista obvió este grito, que viene a reivindicar un acto puramente democrático, y se centró en otros, que debió escuchar anteriormente, más aversivos para la audiencia. Todo sea por alimentar los prejuicios. En La Sexta un periodista contaba que frente a la concentración de personas defensoras del derecho a decidir había una concentración de una asociación llamada Somatemps con sus banderas españolas y por la unidad de España. Informó de las consignas que coreaban pero se le olvidó decir una en la que pedían guardias civiles con fusiles. Además obvió decir que es una asociación identitaria españolista de extrema derecha. Es decir, frente a unas personas que quieren votar se sitúa la extrema derecha española. Supongo que representando los intereses del resto de españoles. Volviendo a Cuatro, otro periodista empezó a hablar de Kale Borroka y a menospreciar a un contertulio que expresaba una opinión diferente. Probablemente en la actitud de este periodista se resume la de los nacionalistas españoles: criminalización y desprecio.

Los que han impedido que el pueblo catalán decida se apropian de una herramienta básica de la democracia: el diálogo. Es la manera que tienen de parecer demócratas. Los mismos que hoy hablan de diálogo, ayer lo rechazaban. No había nada de que hablar porque la nación española es indisoluble como así consta en la Constitución. Dialogamos dentro de un marco constitucional y fuera de este marco eres un delincuente, un terrorista o un totalitario. Puedes ser independentista pero no conseguir la independencia. Desde esta premisa hablamos de lo que quieras. El diálogo está así constreñido. En ningún caso es de igual a igual, sino de superior a humillado. Te ofrezco hablar, después de mostrar cómo te puedo aplastar. No lo olvides. En esta como si fuera democracia, pasar de la palabra [legítima] a la acción [democrática] es delito. Así que sentémonos y charlemos un rato.

– Imagen de saralfer21
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* El Kaleidoskopio
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One thought on “Como si fuera

  1. lo que da miedo a los nacionalistas españoles: el voto, la urna. Sus medidas, la invasión policial/militar de Cataluña y la liquidación de la democracia con las pistolas al cinto. Su grito de guerra contra los catalanes: “¡A por ellos!”

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