Confinamiento y pauperización

Confinamiento y pauperización

Antoni Puig Solé*. LQS. Febrero 2021

El término “privilegio” solo corresponde cuando hay explotación y desposesión y nunca se puede culpabilizar a quienes se ganan el pan con su trabajo y además generan una plusvalía de la cual se apropian los verdaderos privilegiados

El capitalismo tiene una gran capacidad de incrementar las fuerzas productivas, lo que comporta un crecimiento brutal de la riqueza material, en forma de mercancías. Y a pesar de ello, ¿cuántas personas hay en el ámbito mundial que no tienen ni siquiera acceso al agua corriente y por tanto para ellas es impracticable la recomendación general de lavarse las manos en situaciones de pandemia como la actual?. ¿Cuántas viven en chabolas y otros tipos de viviendas insalubres?. ¿Cuántas no tienen acceso a la sanidad más básica?.

Esta última realidad deja al descubierto que el capitalismo es un sistema que, a pesar de los incrementos de productividad de los que hablábamos al principio, genera pauperismos. Pero esto no nos tendría que llevar a considerar a los asalariados, que tienen el mínimo de necesidades cubiertas, como unos privilegiados, puesto que ello nos llevaría inmediatamente a aceptar la desaparición del proletariado y a ubicar a una parte considerable de los explotados bajo el comodín de “clases medias”.

¿Es justo, por ejemplo, considerar a una enfermera, a una limpiadora de un hospital, a una profesora de medicina o a un barrendero municipal como clase media, o incluso como personas “privilegiadas” solo porque tienen una ocupación formal que las sitúa estadísticamente por encima de lo que se considera la línea de la pobreza extrema?. Por descontado que hay personas que están peor y para encontrarlas no hace falta ir a la parte del mundo que antes llamábamos “Tercer Mundo”. En el centro capitalista también hay gente que duerme en la calle, gente que vive de la denominada economía informal, gente relegada a la mendicidad y la indigencia, gente que, en definitiva, no tiene ni siquiera acceso a las mercancías necesarias para garantizar su subsistencia. Sin embargo, no estar en esas situaciones no significa ser privilegiados ni formar parte de la clase media.

Un privilegio no se reduce a “estar mejor que otros”. Privilegio es estar mejor que otros, pero a costa de esos otros. Es decir, el término “privilegio” solo corresponde cuando hay explotación y desposesión y nunca se puede culpabilizar a quienes se ganan el pan con su trabajo y además generan una plusvalía de la cual se apropian los verdaderos privilegiados. Tildar de privilegiadas a millones y millones de personas que con frecuencia se dejan la salud en los centros de trabajo a cambio de un salario (muchas veces bajo condiciones precarizadas y pasando muchas restricciones) solo porque hay personas que están peor, es una moda intelectual nefasta, que ha instalado la ideología capitalista y que considera los derechos conquistados por los trabajadores como culpables de la pauperización.

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– Traducido para LoQueSomos por Leticia Palacios

– Nota original: http://apuigsole.blogspot.com/

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