Costumbres

Costumbres

Todo este jaleo de los bárcenas me suena a burdo y pegajoso macarrismo de incultas legañas atrasadas y lencería de papel couché pagada muy caro; me huele a sainete de ventrilocuos a sueldo con la crencha peinada al agua y patiilas de Luis Candelas. Por exagerado ejemplo del despropósito, un rey que pone en juego su saber estar soberano por una braga “princesa”; unos escopeteros en la barraca del tiro al lobo o al ciervo, una verbena del mantón con litrona diurética y patatas bravas, un toro nacido para morir torturado por una figura feminoide, aunque ejerza de macho paradójico; un esperpento vil de quincallería pija con voz constipada de estupidez, una crónica debilidad mental del Estado que propicia la succión del piojo de lujo, una arrastrada historia de rinconetes y cortadillos, de sancho panzas de asnal pelaje…

Puedo soportar que me roben, hasta cierto punto; pero lo que no le perdono a estos alcornoques de alcurnia relativa y sus marianos de lacón con grelos es su absoluta carencia de estilo y su pasmosa facilidad para el insulto a la inteligencia. Son sujetos jetas, cuyo mayor mérito es estar bien situados cuando pasa la Procesión del Parné. Para lo cual sólo se precisa ser un as del puñal windows y el regate en corto del archivo definitivo como elemento de coacción y beneficio.

 
Cada país tiene la delincuencia que se merece. Aquí son por lo regular elementos de herradura y fotocopia. Individuos de los que sorprende que sepan hablar. Únicamente entienden de juegos de muñeca y de embutidos de cifras con cebolla. Su perfil es egipcio y su falta de escrúpulos mundial. Pero, desde que los usureros son banca, estos merodeadores han conseguido marchamo de normalidad. En esta piel de toro no habrá empresarios pero hay negocios de rango psicodélico, inmunes a los cambios climáticos y a la vigencia del barón de Montesquieu.
 
 

LQSRemix

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