Crónica de un viaje a Cuba: La terraza de Cojímar

Crónica de un viaje a Cuba: La terraza de Cojímar

restaurante-hemingway-lqsLuis Puicercús “Putxi”. LQSomos. Septiembre 2016

Un aperitivo con Hemingway

Tengo que desplazarme desde Caimito del Guayabal –municipio de Artemisa donde he estado viviendo desde abril hasta julio de este año– a La Habana para gestionar mi tercer visado en el Centro de Prensa Internacional. Quienes conocemos y admiramos la obra de Ernest Hemingway, su vida y su pasado militante e internacionalista tenemos “casi” la obligación moral de visitar el pueblo pesquero de Cojímar, en el litoral este de La Habana, que le sirvió a Hemingway como marco para escribir la novela “El viejo y el mar”, por la que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1952.

Según nos acercamos al pueblo de Cojímar viene a mi memoria una anécdota sobradamente conocida del libro y que Hemingway pone en boca del viejo Santiago, protagonista de la novela, sobre el tema del valor ante la derrota: “El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado”. El papel de Santiago y la anécdota con el pez gigantesco –pez aguja– fueron sacados por Hemingway de la realidad y de la vida de Anselmo Hernández, un pescador vecino de Cojímar.

Al entrar en el pueblo visitamos el busto del escritor, situado a unos metros del Fortín de Cojímar, más conocido como el Castillito. Está situado en el interior de un pequeño templete de forma circular y estilo neoclásico. El busto fue erigido por los pescadores de Cojímar después de la muerte de Hemingway en 1962 y como homenaje “a un compañero de la mar”. Quisieron hacerlo en bronce, metal del que no disponían. Ante ese contratiempo decidieron juntar las hélices de sus barcos –propelas–, las fundieron y así pudieron modelar finalmente su busto, un monumento permanente a la memoria del Premio Nobel de Literatura y gran amigo de Cuba y su Revolución.

A unos cien metros a la derecha del templete se encuentra el restaurante La Terraza de Cojímar, donde Hemingway escribió El viejo y el mar. El local se mantiene igual que en la época del escritor, con un largo mostrador en el bar a la derecha y una larga hilera de botellas con las más prestigiosas marcas de licores de producción nacional e internacional. Todas las paredes del amplio local están cubiertas con fotos de Hemingway y de ampliaciones de fotogramas de la película El viejo y el mar y de su celebérrimo intérprete, Spencer Tracy.

A los pocos segundos de entrar en el restaurante, envueltos en una suave penumbra, me imagino a nuestro amigo escritor a la hora del aperitivo con un vaso en la mano (¿un daiquirí?) y degustando un plato de camarones fresquísimos, crudos y condimentados tan solo por unas gotas de limón. Y observando el local con más detenimiento se nos presenta idéntico a la época del escritor. Contemplamos el viejo y bien conservado mobiliario de la época a la espera, incluso, de la aparición en cualquier momento del escritor para ocupar su mesa. Mientras nos hacemos esas reflexiones, el barman del local me informa que en los años setenta hubo un intento de transformarlo en una simple cervecería de barrio y que gracias a la oportuna intervención de Fidel Castro La Terraza fue restaurada manteniendo las mismas características de los tiempos de Hemingway. El Comandante pretendió que fuera servido un menú idéntico a base de cangrejos, camarones, calamares a la plancha y pescado fresco.mesa-hemingway-cojimar-lqs

Igual que otros miles de viajeros –o turistas– que han visitado durante años el restaurante antes que nosotros, pedimos sentarnos en el mismo lugar donde se sentó Hemingway para escribir su magistral obra. La camarera que nos atiende, acostumbrada a esta demanda, afirma que tal pretensión es imposible, ya que la silla y la mesa que utilizó el escritor se han convertido en piezas de museo para ser apreciados por todos los visitantes que acuden al restaurante.

Como puedo recordar de anteriores ocasiones y de otras épocas en que visité La Terraza de Cojímar, la cocina a base de pescado es insuperable. Exquisitos calamares, magníficos camarones y deliciosa langosta. Por supuesto, todo preparado a la plancha, revelando la frescura de lo que vamos a disfrutar, para volver a sentir el auténtico sabor a mar. Y esos frutos del mar se consumen sin aderezarlos con ningún tipo de salsa, que en la mayoría de las ocasiones solo sirve para enmascarar un producto no demasiado perfecto.

Mientras estudiamos la oferta de aquel antiguo pero sugerente menú de los años cincuenta, damos cuenta de unos exquisitos mojitos que, en honor a la verdad, no tienen nada que envidiar a los que hemos degustado en la mítica Bodeguita del Medio de La Habana. Ordenamos varias raciones de camarones rebozados –empanizados– y a la plancha, pez aguja también a la plancha y una sorprendente –y exquisita– zarzuela de pescados y mariscos.

templete-cojimar-lqsTerminamos tan sabrosa pitanza sin haber perdido ni un momento de vista la mesa y la silla que utilizó Hemingway en su día, que al final no nos sorprendió con su aparición mortal… aunque su presencia se palpaba en el ambiente. Después de los postres y con una copa de ron añejo entre nuestras manos alguien propone un brindis por la amistad, como suele ser habitual en la mayoría de brindis que se hacen en el mundo. Los cuatro cubanos que me acompañan me miran esperando mi propuesta de brindis. Después de unos segundos y levantando mi copa en dirección a un enorme retrato de Fidel con Hemingway respondo, para el asombro de mis acompañantes y el resto de comensales: “Por Hemingway, por Cuba y por Fidel”.

Tenemos que regresar a Caimito, ya que tengo que presentar el libro “Brigadistas en Cuba” en el Campamento de los brigadistas ante los compañeros de la Brigada Primero de Mayo. Salimos del local con el convencimiento de haber cumplido –una vez más– nuestro particular compromiso con la reciente historia de Cuba, habiendo recordado y “compartido” mesa y mantel con Papa Hemingway, uno de los mejores escritores contemporáneos.

Crónica de un viaje a Cuba: Bar Floridita
* Crónica de un viaje a Cuba, son una serie de relatos en primera persona de la estancia en este año en la Isla del autor, la figura de Hemingway siempre esta presente.
Miembro de la Asamblea de Redacción de LQSomos. Autor del libro “BRIGADISTAS EN CUBA” (clic aquí), testimonio de la enriquecedora experiencia que supuso su estancia en Cuba durante tres años en el marco de las Brigadas de Trabajo Voluntario.
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Bego

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