Cuelgamuros: El Valle de SUS Caídos

Cuelgamuros: El Valle de SUS Caídos

Acacio Puig*. LQS. Octubre 2018

Para mayor gloria del dictador, su monstruoso mausoleo en Cuelgamuros se completó con el acopio de restos de miles de combatientes muertos durante la guerra. El melifluo carnicero buscaba la compañía eterna de los restos de sus subordinados y de sus enemigos

Durante décadas el Valle lo ha sido de “los caídos por Dios y Por España”, el agresivo y provocador lema repetido obsesivamente por la dictadura en sus celebraciones, placas, monolitos y fachadas de iglesias.
Pero desde el período de gobierno socialdemócrata de Zapatero y fundamentalmente hoy, con el de Pedro Sánchez, resurge en el ámbito institucional, mediático (y quizá memorialista) la enquistada polémica con el poder que durante años han mantenido -casi en solitario- amplios sectores del Movimiento por la Verdad, la Justicia y la Reparación.

¿Resignificación como Valle de la Memoria o Voladura de un gigantesco Monumento en el que no se reconocieron nunca los vencidos de 1939, ni “Nosotras que perdimos la paz”**… ni tampoco las sucesivas generaciones de combatientes antifranquistas?

Esa es hoy la disyuntiva: Resignificación o Demolición.

Una herida que sangra desde 1940

Si el 1 de abril de 1939 el dictador proclamaba aquel trágico “cautivo y desarmado el ejército rojo…” un año después Franco firmaba el decreto fundacional de un monumento faraónico para honrar a los caídos durante “la gloriosa cruzada” monumento que le serviría de fastuosa tumba.
El enorme Memorial franquista, que pronto alojó los restos del fundador de la falange (Primo de Rivera) se daría por concluido en 1958 e inaugurado el 1 de abril de 1959.

Nueve años pues de obras, dirigidas por el arquitecto Pedro Muguruza (auxiliado por Diego Méndez) en las que se acoplaron las esculturas de Juan de Ávalos (y algún otro) y se ubicó la Abadía benedictina de La Santa Cruz del Valle -que incluye hospedería y basílica.
La Abadía benedicina gestiona desde entonces el Memorial y la financiación corre a cargo de los Presupuestos Generales aunque “pasan” por el consejo de administración de Patrimonio Nacional.
El conjunto reposa a la sombra de 150 metros de gigantesca cruz.

La empresa constructora fue Huarte y la fuerza de trabajo que se adjudicó la constituyeron penados republicanos en régimen de trabajo esclavo.
El franquismo, para dar cobertura legal a esa durísima explotación creó en 1938 El Patronato de Redención de Penas por el Trabajo. En 1939 disponía ya de un contingente de obreros forzosos constituido por casi medio millón de personas que encuadradas en obras públicas de todo calibre fueron asentadas en régimen de Campos de Concentración para llevarlas a cabo, como bien señala el militante de CGT Cecilio Gordillo, factotum destacado de la memoria sureña del Canal de Presos.

Cuando Gutiérrez Molina -director del proyecto “Todos los nombres” y autor de Franquismo y trabajo esclavo una deuda pendiente, caracteriza a los prisioneros republicanos como el botín de guerra de la trama golpista (la trama militar, fascista, empresarial, financiera y religiosa) pone el dedo en la llaga de los derechos de Reparación que escamotean -al no asumir sus deberes- empresas en este caso como Huarte y tantas otras que se beneficiaron de aquella fuerza de trabajo gratuita. De modo que los cimientos del modelo capitalista español a partir de 1939, no son ajenos al siniestro “EL TRABAJO OS HARÁ LIBRES” con que encabezaban los nazis los portones de los Lager.

Para mayor gloria del dictador, su monstruoso mausoleo en Cuelgamuros se completó con el acopio de restos de miles de combatientes muertos durante la guerra. El melifluo carnicero buscaba la compañía eterna de los restos de sus subordinados y de sus enemigos.
El número de sepultados es incierto y aunque es pública la cifra de unos 35.000 restos humanos, dado su amontonamiento y deterioro, su cuantía será ya para siempre indescifrable y de imposible identificación. Se comprueba frecuentemente que durante nuevas exhumaciones de fosas comunes -y faltan muchas por localizar y exhumar- que algunas de esas tumbas-cunetas (últimamente en Huesca) ya habían sido vaciadas de restos, ciertamente sin conocimiento ni permiso de familiares e incluso abandonando en ellas (por la premura “patriótica” de contribuir al relleno de las necrópolis del Valle) cráneos y huesos… destrozos que ilustran la rapiña sin escrúpulos del Antiguo Régimen.

La carga simbólica del Valle

Sesenta años después de la conclusión de obras, Cuelgamuros simboliza mucho más que el Mausoleo del dictador.
El Valle es el emblema de la dictadura militar fascista, del depredador capitalismo que la acompañó, del nacional catolicismo, y de la barbarie generalizada que se desplegó contra los pueblos y las gentes.

También es símbolo de la raquítica democracia instituida por la constitución de 1978 y la Ley de Amnistía-Punto final que la precedió.
Tras 40 años de Régimen del 78, el Valle de los Caídos constituye una ignominia que endosan en su haber la mayoría de las llamadas fuerzas vivas de España:
En el caso de las que han gobernado este país, las soflamas del PP “no abrir viejas heridas” -ó “conciliación y libertad” de Casado- se alternan con la indiferencia timorata de todos los gobiernos socialdemócratas y su muy tardía y discutible “Resignificación”, solicitando educadamente a los fascistas entierren a sus dirigentes en lugar más discreto.
También una ignominia que endosan en su haber Huarte y la larguísima lista de empresas que explotaron trabajo esclavo y los grandes bancos que las financiaron.
Es obligado emplazar aquí a la iglesia católica, que instalada en la Abadía y arropada por la cruz, ha perpetuado desde Cuelgamuros el símbolo de una sangrienta cruzada bendecida por el nacional catolicismo contra rojos y masones, el Valle es la denuncia de su falta de honestidad y su hipocresía al servicio del postor más fuerte.
Y desde luego, el Valle es un estigma que revela los ocultamientos habituales de la cultura de derechas, la vinculación golpista del arquitecto Muguruza (la Dirección General de Arquitectura fue el primer pago de sus servicios) que hizo gala de una exhibición de conservadurismo estético de raíces corporativo-fascistas, durante toda su vida.
También la del propio escultor estrella, Juan de Ávalos –supuesto militante del PSOE durante su primera juventud en Mérida- un hombre que aunó en el Valle la hueca grandiosidad fascistizante y las chapuzas técnicas analizadas por el geólogo Juan García-Guinea que explica porqué “ sus esculturas se caen a pedazos” …y constituyen un gasto suplementario además de un peligro grave para el turismo visitante.

Condiciones tan maduras…que empiezan a pudrirse

La política memorialista de Resignificación –incluso en su versión más a la izquierda- no solo llega muy tarde sino que amenaza con cerrar en falso el capítulo de las exigencias de Justicia y Reparación…ya que la Verdad del Valle la conocemos sobradamente.
Se propone resignificar en circunstancias en que España no solo no ha ajustado cuentas con su pasado militar-fascista histórico ni con el bonapartismo franquista que cohesionó las clases y poderes dominantes durante el franquismo tardío, sino en un contexto europeo de surgimiento de una nueva extrema derecha y de partidos neofascistas.

Bajo el pretexto de un pragmatismo supuestamente acorde con las circunstancias políticas, se pretende homologar Cuelgamuros con los Lugares de Memoria Antifascista conquistados en Europa después de concluir la Segunda Guerra Mundial, algunos incluso muy laboriosamente, como el de Ebensee, en Austria.
Sin embargo, poco tienen que ver Auschwitz o Mauthausen con el Valle de los caídos.
En Auschwitz y Mauthausen podían y debían conservarse espacios de sufrimiento y exterminio, como barracones de prisioneros, hornos crematorios, fosas comunes, alambradas…y también dependencias de los exterminadores. Espacios recuperables para insertar museografía y desarrollar una adecuada pedagogía de la memoria.

Sin embargo, ¿qué recuperar en el Valle además de las fosas comunes donde reposan restos de miles de combatientes durante la guerra de España?
Porque no basta con sacar los restos de Franco y Rivera de allí.
Toda la arquitectura y escultura, no solo suponen un enorme gasto público anual en reparaciones y mantenimiento que podría venir superando el millón de euros anuales, sino que además resultan espacios y esculturas sin más valor intrínseco y funcionalidad que la que les dio la dictadura.
Son en sí mismos una glosa espacial y volumétrica de valores conservadores, autoritarios, represivos…que además, “se caen a pedazos”.
Da que pensar que arquitecturas emblemáticas como la Cárcel de Carabanchel en Madrid –lugar de residencia forzosa de tantos y tantos antifranquistas durante décadas- fuesen demolidos por decisión y componenda entre el PP de Gallardón y el PSOE de Rubalcaba, pero que constituya un problema grave el ¿qué hacer? con el Valle de los Caídos.
En el Valle sobran Cruz, Edificio, Basílica y Esculturas y solo son preservables los columbarios que, además, no son fáciles de exhumar a estas alturas de la historia.
Respecto al Valle faltan voluntad política y coraje y sobra miedo a la reacción de las fuerzas neofranquistas y la crecida caverna mediática y por eso se buscan soluciones que no lo serán, falsas soluciones que cerrarán en falso el problema de rescatar Verdad, Justicia y Reparación.
Las falsas soluciones cerrarán el problema tan en falso como la Constitución del 78 cerró la “ruptura” con el franquismo instaurando la roída cultura de la transición (CT) la cultura consensual que no resuelve contradicciones sino que las camufla.
Pero el pasado acaba volviendo y nos tememos que de imponerse la muy moderada “Resignificación del Valle de los Caídos”, el pasado volverá pero solo como una nueva Farsa.
Una farsa que sin Demolición de todo lo que sobra y constituye la esencia del Mausoleo, resultará además ambigua, “olvidadiza”, mediocre, cara y vinculada a la siniestra opción en bancarrota objetiva del atajo “al punto final”.

Notas:
*Acacio Puig fue preso del franquismo y es militante memorialista. Coautor del capítulo la LCR en las cárceles franquistas, inserto en el libro Historia de la LCR (editado en 2014 por Viento Sur y la Oveja Roja).
** Nosotras que perdimos la paz, es excelente libro memorialista de Llum Quiñonero

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