Don Delillo: La calle Great Jones

Don Delillo: La calle Great Jones

Don DeLillo (Nueva York, 1936) abordó en su tercera novela los movimientos contraculturas alternativos, escogiendo como protagonista a una estrella del rock and roll, que decide abandonar su carrera y encerrarse en un apartamento de la calle Great Jones en Manhattan. Inédita hasta ahora en castellano, Jesús Calvo ha realizado una meritoria traducción, consiguiendo recrear un estilo que fluctúa entre la ironía, la explosión lírica y el lenguaje coloquial. Bucky Wunderlick es el protagonista de una novela que comienza de una forma convencional y desemboca en un cuadro alucinógeno a medio camino entre Apocalypse Now y Midnight Cowboy. Bucky es un superviviente. Su público anhelaba un fin semejante al de Jim Morrison o incluso un suicidio, que reflejara esa pasión por lo excesivo y lo monstruoso de los modernos ídolos de masas, con una existencia caótica y un destino trágico. Sin embargo, Bucky está harto de ser un héroe del rock and roll y sospecha que sólo es el centro de una pantomima. Sabe que su música carece de significado, si no está arropada por los gritos del público. Sin el pandemonio de berridos, hipidos y botellazos, su banda no tendría otra opción que tocar y eso sería una catástrofe. La reclusión en un piso parece lo más sensato. No busca el paraíso, sino un lugar tranquilo. Todos esperan algo grande e inesperado: entrevistas insólitas, grabaciones inéditas, un mensaje visionario. Nada de eso sucede. Al igual que el Marlow de El corazón de las tinieblas, Bucky sube por un río que se mueve como una serpiente desenroscada, pero en su caso la maleza impenetrable de la costa no es el paisaje de un continente inexplorado, sino la maraña de una época que combina drogas, psicodelia, fruslerías y decibelios.

DeLillo convierte a Bucky en el símbolo de la neurosis, la inseguridad y el hastío de las estrellas del rock and roll. No tiene muy claro si es un artista o un simple camelo. No distingue entre negocio y creatividad. No pretende ser un héroe ni un antihéroe. En realidad, se parece ligeramente a Bartleby. Su reclusión en la calle Great Jones es su forma de decir: “Preferiría no hacerlo”. Fenig, su vecino, es su antítesis. Se considera un gran escritor, pero no entiende por qué no le conoce nadie. Sabe que el arte es un mercado, que “absorbe las cosas y luego las escupe”. Tal vez ese proceso reproduzca el proceso de la vida, un gigantesco organismo que “cambia, palpita, crece y excreta”. Bucky no aprueba ni refuta. Su mente dedica la mayor parte de sus esfuerzos a girar sobre Opel, la “criatura flaca, casi rubia” que ha sido su compañera sentimental, chapoteando en infinidad de “camas atiborradas de escombros andróginos”. Al menos ella es más auténtica, pues tiene muy claro lo que desea: “No parar nunca. Olvidarse de todo. Ser el sonido”. Todo acaba sin tesis ni moraleja.

DeLillo no se ha limitado a ironizar sobre la contracultura, escarneciendo sus mitos. Entre el humor y el delirio, avanza la mirada de un tiempo abocado al nihilismo. Bucky siente que su cama se “hunde en la Historia” y retrocede a lo prerracional. Se asoma a la ventana de su cuarto y muge a los transeúntes. Se ha convertido en una especie de pequeño salvaje imposible de educar. Piensa que ha buscado la derrota personal y artística y no lo lamenta. Experimenta una incomprensible felicidad y sueña con ser un santo, un chamán o un espíritu ungido, que vive entre sifilíticos y mendigos. La calle Great Jones es una excelente novela que trasciende lo meramente paródico para realizar un estudio sobre la sociedad contemporánea. Sus conclusiones son demoledoras: todo es mercancía, todo deviene objeto y las emociones fluyen hacia la perversión, la locura o el onanismo. No es el lado tenebroso del sueño del americano, sino el fracaso colectivo de una civilización que ha convertido los grandes espacios urbanos en una avalancha de promiscuidad, soledad y escaparates atiborrados de naderías. Mentiríamos si no admitiéramos que, a pesar de todo, amamos ese nuevo Babel, con masas histéricas e ídolos de barro.

* Rafael Narbona

Más artículos del autor

– La calle Great Jones. Don DeLillo. ISBN: 978-84-322-2031-9. Planeta de libros

 

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