El manguerazo de Draghi

El manguerazo de Draghi

El pasado miércoles, el Banco Central Europeo, presidido por Mario Draghi ha “prestado”  a los bancos más de 500 mil millones de euros a tres años al tipo de interés del 1%. Cien mil de ellos habían sido solicitados por los bancos  españoles, con Bankia a la cabeza. Bankia sola ha obtenido 25 mil millones, que unidos a los que obtuvo en diciembre (15 mil millones), la ponen a “la cabeza” de las 800 entidades participantes. Imagínense cómo está Bankia para necesitar este chute.

Porque ya en diciembre Draghi dio un primer manguerazo de 500 mil millones, así que vamos ya cerca del billón de euros en “facilidades” a los bancos en sólo tres meses.

¿Qué van a hacer los bancos con estas enormes sumas? Pues muy sencillo, van a comprar deuda de los estados al 4, 5 o 6 % según de qué estado sea la deuda.

A ver si hemos comprendido bien. Los estados europeos, a través del BCE (del que ellos responden y al que financian) dan dinero al 1% a los bancos, para que luego estos se lo presten (ese mismo dinero) al, pongamos el 4%. Esa misma deuda sirve de “garantía” para las “facilidades” dadas a los bancos. No está nada mal este negocio. Nada mal para los bancos, claro.

Hay un truco añadido. El BCE dice queesto no es creación monetaria, porque a los bancos les exigimos garantías como colateral.  Esa palabra les gusta, colateral. Sí, pero hay un pequeño detalle, el valor real de esas garantías (la propia deuda) está por debajo (muy por debajo) del dinero que se supone que garantiza, y ya verán lo que vale dentro de tres años. Así que en realidad sí que el BCE está dando (y bastante) a la máquina de imprimir dinero. De paso, naturalmente, los bancos habrán traspasado una deuda incobrable al BCE, es decir a los estados. En resumen, nos vamos a encontrar con una deuda que valdrá muy poco a cambio del dinero público que ahora se les da. Pura magia.

Porque,  ¿quién paga esa diferencia del, pongamos, 3 %? Pues los estados, es decir usted y yo. ¿Y cómo se paga? Elemental. Pues subiendo los impuestos, o “ahorrando” en cosas sin importancia como la salud o la educación. A esto lo llaman “alta finanza”

Así vamos ganando tiempo. Ganar tiempo significa dar tiempo a que se vayan produciendo dos cosas. Primero, un “saneamiento” del balance de los bancos. Segundo, un empobrecimiento de la población. A estas alturas ya sabemos que las dos cosas van juntas, que la una sin la otra no es posible.

Este manguerazo tiene, además, otra lectura. Dragui es un “antiguo” del banco de inversión Goldman Sachs, como lo son Monti (nuevo capo de Italia), Papademos y algún nuevo que ha aparecido por aquí tras la “victoria” de Rajoy. Todos ellos tienen en común (entre otras cosas) el ser partidario de la “salida estadounidense” a la crisis. Esta salida se reduce a la frase de los Marx (los hermanos): Más madera. Es decir, más liquidez, más dinero.La crisis se arregla con dinero. Eso es lo que han hecho Bernanke y la Reserva Federal Americana (que por cierto es una entidad privada ¿lo sabía usted?) durante los últimos tres años, llegando a “inyectar” 8.000 millones de dólares al día. Inyectar quiere decir dar dinero a los bancos para hacer subir (o mantener) las bolsas y crear burbujas, en los países emergentes por ejemplo.

Con su “toma directa” de poder (en Le Monde Diplomatique se hablaba más bien de Golpe de Estado Financiero) de finales del año pasado, Goldman Sachs (representando a los poderes norteamericanos) está tratando de imponer esta “solución” en Europa. Y lo ha hecho al más puro estilo yanqui, entrando como un elefante en una cacharrería.

Los alemanes se oponían a esta política y prefieren imponer una política de austeridad y, así, como de paso, imponer de una vez por todas su hegemonía en Europa (lo que llaman “cesiones de soberanía”). Eso es lo que está pasando en Grecia, Italia, Portugal y España. Y ya hemos comprobado (dos veces en el pasado siglo) cómo se ponen los alemanes cuando quieren imponer sus intereses.

Alemania teme la inflación que, inevitablemente, provocará  la ingente creación monetaria que se ha producido en los Estados Unidos (y en otros sitios, como China por cierto). Los amantes de la “barra libre” de liquidez nos dicen que el problema no es la inflación, sino la deflación, la caída de los precios, la recesión, la caída en la depresión. El conflicto está servido.

¿Y a nosotros qué nos importa, dirán ustedes este debate entre inflación y deflación?

Si la deflación se impone, el paro seguirá aumentando, los precios de los activos (incluidos los pisos) seguirán bajando, las acciones y planes de pensiones caerán, y lo que tendrá valor será el dinero en efectivo, los que tengan trabajo o cobren una pensión podrán sobrevivir.

Si la inflación se dispara,  el paro también aumentará (aunque puede que más despacio) el dinero perderá su valor, subirán los activos, las bolsas las primeras claro, las tierras agrícolas y, puede que incluso algunos pisos (bien situados) acaben por subir. Todo aquel que reciba un pago más o menos fijo (pensionistas y asalariados) se arruinará.

Así que, bien pensado, sí parece que este debate tiene interés.

Conociendo los poderes que gobiernan el mundo, lo que parece más probable es que tengamos las dos cosas. Primero deflación, para arruinar a los poseedores de activos (a los pequeños, por ejemplo a los que con el esfuerzo de una vida han comprado un piso). Para luego, con una fase de hiperinflación empobrecer al resto.

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