El más de lo mismo [centrista]

El más de lo mismo [centrista]

diana348Juan Gabalaui*. LQSomos. Junio 2016

Según El País el votante mediano [sic] es mayoritariamente centrista. Y no le falta razón. La mayoría es centrista que vota al PP, al PSOE, a IU, a Ciudadanos o a Podemos. Es lo que tiene ser centrista. Sus alternativas de voto son mayores que las de aquellos que se autodefinen como de izquierdas o de derechas. El partido prototípico del centro español fue la Unión de Centro Democrático (UCD). Tanto que el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, no duda en reivindicar y en elogiar la figura de Adolfo Suárez. UCD tuvo que pescar votos en un contexto en el que una gran mayoría quería dejar atrás la dictadura fascista y, a la vez, temía a esa izquierda roja con cuernos, tridente y cola que la propaganda franquista había inoculado con mucha eficacia. De hecho, en la actualidad tachar a alguien de comunista sigue siendo una buena manera de activar ese miedo y controlar el comportamiento. Adolfo Suárez tuvo que hacerse un hueco entre la derecha franquista de Fraga y compañía y los socialistas y comunistas del PSOE y el PCE. Ese fue el centro de Suárez. Ponerse en medio. Diferenciarse. En la práctica, sus políticas eran las propias de un partido de la derecha. En la práctica, sus dirigentes provenían de la España fascista, que habían ocupado cargos institucionales como el propio Suárez o Martín Villa. Así sus propios votantes se autodefinían como moderados. Este autoengaño permitía marcar distancias con los representantes de la dictadura y con la izquierda radical. Se empezaba a conformar una masa votante que condicionaría la evolución de los partidos políticos, los discursos y los grupos objetivo en las elecciones.

El primero que se dio cuenta fue el PSOE que inició un proceso de poda ideológica, soltando lastre teórico, que le permitió convertirse en partido de gobierno y en vencedor durante cuatro legislaturas continuadas. El movimiento fue similar a UCD pero, en este caso, diferenciándose de la izquierda. Es decir, para ser un partido de centro tuvo que renunciar a principios políticos que le definía claramente y apostar por la ambigüedad y el oportunismo discursivo y político en función del contexto. Lo que distinguió al PSOE y a UCD es que este último solo tuvo que ocultar su ideología mientras que el primero renunció a sus principios, iniciándose un proceso que acabaría por desfigurar ideológicamente a este partido. Aún así el PSOE ha tenido que equilibrar esta renuncia con una historia socialista y de izquierdas. De esta manera ha mantenido en determinados momentos un discurso aparentemente de izquierdas, fundamentalmente en lo social, aunque sus políticas económicas y su cosmovisión política han sido del agrado de la clase dominante.

El Partido Popular tuvo que hacer un movimiento similar, una vez desaparecido UCD/CDS, para acoger a los votantes que se habían quedado huérfanos de moderación. La Alianza de Fraga estaba claramente identificada con la derecha franquista lo cual suponía un obstáculo para competir con los socialistas por el gobierno del estado. Pasaron por la medianía de Hernández Mancha hasta llegar a Aznar que no dudó en iniciar el proceso de conversión en partido de centro, sin renegar de sus principios económicos y sociales, moderando el discurso y ocultando las aristas que alejaban a sus potenciales votantes. Un movimiento estratégico que permitía mantener a sus fieles y atraer a esa masa dubitativa ansiosa de apoyar a un partido que se autodefina centrista y practicante de derechas. La estrategia fue exitosa como todos hemos podido sufrir en estos años. El PP se convirtió en partido de gobierno con ese viraje y la dirección del equipo de Aznar. El centro, de esta manera, se convierte en garantía de éxito. Es el lugar desde donde puedes pescar a tu izquierda y a tu derecha.

Los medios de comunicación, defensores del orden establecido, asocian centrismo con moderación aunque la realidad nos diga que el centrismo está asociado con políticas de derecha, conservadurismo y mantenimiento del statu quo. Es el anunciamiento del cambio sin cambiar nada. El centrismo es un movimiento estratégico que sirve para captar a los confusos, a los que se han creído que ser centrista es ser moderado y a los que no tienen preparación ni formación política más allá de los debates televisivos y las noticias mediáticas que se encargan de moldear sus opiniones apelando a emociones básicas. Es un movimiento que permite distraer la atención de lo importante a lo accesorio. Es un disfraz bajo el cual se oculta lo que es. Ni Aznar ni González ni Rajoy ni Zapatero ni Pedro Sánchez ni Albert Rivera son centristas porque el centrismo es un espacio vacío ideológicamente que solo tiene un efecto puntual de atracción política. Todos ellos han defendido y defienden políticas propias de la derecha económica y el sistema depredador de acumulación capitalista.

Sí, existe la paradoja de ser un espacio vacío ideológicamente y que a la vez haya personas que se suscriban ideológicamente al centro. Yo soy centrista no es solo un eslogan. Hay muchas personas que se lo creen aunque no sea habitual que se reivindiquen con tanta claridad. Normalmente son los que están en terreno de nadie, ni con unos ni con otros, los que hablan de extremismo político mientras desgranan sin querer opiniones extremas, son los que ni de izquierdas ni de derechas o los que lo fueron en el pasado y se dieron cuenta de la alienación de los extremos y son también los que tras el disfraz de la tolerancia y la sensatez se ocultan posiciones reaccionarias. Es la gran mayoría de la población que durante décadas han dado sus votos a los dos grandes partidos mayoritarios. Son también los que un día votaron a Izquierda Unida para darse cuenta, años después, de que son comunistas, o los que votaron a Carmena y ahora la tachan de extremista (¡a Carmena!), o los que votan a Podemos y compran cada una de las noticias cocinadas por los medios, renegando del coletas y compañía. Son los que votan a Ciudadanos pensando que son moderados y que tienen sentido común. Los que elogian a Albert Rivera por su contención, su capacidad de diálogo y de llegar a acuerdos, aunque estos acuerdos se refieran a políticas del gusto de la clase dominante.

El centrismo es una manera más de desactivar los cambios reales porque les sirve para oponer la sensatez con el radicalismo. El centrismo es la manera que la derecha política encontró para seguir gobernando y aplicando en sus políticas los principios de dominación que sustentan el sistema en que vivimos. Siempre es socialmente más aceptable ser de centro que de derechas, con todas las connotaciones negativas que tiene esta opción. El centrismo vive de la desinformación, de la desconexión con la política y del hartazgo. El centrismo es uno de los autoengaños de las sociedades actuales. Junto con las izquierdas y las derechas y los partidos políticos y la democracia representativa. Todo ello nos ata a un electoralismo romo y alienante.

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* El Kaleidoskopio
– Ilustración de J.Kalvellido

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