El Poder Púrpura

El Poder Púrpura

El cristianismo desde su fundación como Iglesia en el siglo I, empezó a actuar tal como definió posteriormente Karl Marx en su obra sobre El Estado y la religión: Todo nacimiento de un Estado tiene que ser revestido por la obediencia a Dios (hoy es la Economía), siendo el mejor político aquel que mejor utiliza la Teología, sea esta buena o mala, o algo que no sea ella misma (la política) y respaldado por la fuerza. La Iglesia para proclamar la pureza de su religión, condenó en cuarenta y seis ocasiones a los que consideraban desviaciones religiosas, veintisiete de ellas planteaban dudas propias sobre el culto: un solo dios, la virginidad, Cristo como hombre, iconoclastias o negación a los apóstatas. En el año 313 con el Edicto de Milán de Constantino I, se abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional cursus honorum para las altas magistraturas del gobierno, otorgando privilegios al clero (exención, por ejemplo, de ciertos impuestos). Los líderes cristianos alcanzaron una mayor importancia (como ejemplo de ello, los obispos adoptaron unas posturas agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras religiones). A partir del siglo IV, decretaron diez y nueve herejías, precisamente fueron aquellas que criticaban a la jerarquía eclesiástica por ir contra los principios del Maestro, la pobreza y el poder (1).

La última, la llamada “Teología de la Liberación” (siglo XX), cuyos antecedentes se remontan a partir de 1957 en Brasil, fue un movimiento de Comunidades de Base que comenzó en la Iglesia Católica brasileña, no considerada herejía como tal, pero declararon a sus seguidores contrarios a la fe, iniciándose la persecución y posterior condena por Juan Pablo II y el entonces Prefecto de la Congragación el Cardenal Ratzinger, deslegitimando la teología de la liberación para encarcelar y/o expulsar a sus principales defensores, y legitimando al mismo tiempo las dictaduras militares del cono sur, con las torturas y desapariciones.

Fueron considerados cercanos a la herejía en el siglo XX y al no poderlos encarcelar, torturar o llevarlos a la hoguera, expulsan a los teólogos Leonardo Bloff en 1985 y Jon Sobrino en el 2007, por mantener sus postulados y considerar la Teología de la Liberación un acto que emana de una experiencia de compromiso y trabajo, con y por los pobres, de horror ante la pobreza y la injusticia, y de apreciación de las posibilidades de las personas oprimidas como creadores de su propia historia y superadores del sufrimiento. Otro de sus máximos exponentes fue, el jesuita Ignacio Ellacuría, asesinado en noviembre de 1989, defensor de la civilización de la pobreza, contrapuesta a la de la riqueza, puesto que ésta se ha revelado como un nuevo Moloch que devora a las personas y el planeta. Los derechos del pobre son derechos de Dios (Éxodo 22:21-23), (Proverbios 14:31, 17:5) y Él ha elegido a los pobres (Santiago 2:5) y por tanto es Él quien ha hecho la opción preferencial por los pobres para salvar a todos. Jesucristo se identificó con los pobres (Mateo 5:3)y claramente dijo que quien se relaciona con el pobre, con Él mismo trata y a Él mismo acepta o rechaza, a tal punto que ese relacionamiento será el criterio principal del Juicio Final (Mateo 25:31-46).

Incluso Ratzinger como Benedicto XVI escribió la encíclica “CARITAS IN VERITATE“, publicada el 29 de junio de 2009, donde indica “La economía y las finanzas, al ser instrumentos, puede ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas…Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social”. Se ve la manifiesta alineación con ellos, al no condenar las prácticas capitalistas y financieras, sino a las personas, ya se encargará la iglesia de perdonar a los hombres para que suban al cielo, previo pago de un paquete de acciones.

Esta es una de muchas de las declaraciones de la jerarquía eclesiástica, la  misma que desea mantenerse y mantener todos sus privilegios, persiguiendo a todo aquél que la critique o condene, así llevan veinte siglos siempre a la sombra del poder, cuando no por encima, durante este tiempo la única teología que importaba se fabricaba en Europa, fuese católica, presbiteriana o protestante. Su teología era el reflejo de la europea. La dependencia de los distintos países respecto al mundo rico, no sólo era económica y política, sino también eclesial y teológica, por eso surgió la Teología de la Liberación en Sudamérica, inspirándose en diversos movimientos, como: el derecho para los negros de EEUU, liderada por Martin Luther King. En Sudáfrica la lucha contra el Apartheid. Extendiéndose en Asia dos corrientes cristianas, la Teología Campesina en Filipinas o la Teología Minjung (en coreano: de la masa popular).

Y en el siglo XXI aún sin apagarse los rescoldos de las intrigas internas y la lucha por el poder eclesial, Benedicto XVI, abdica o le hacen abdicar, (espero que no pasen siglos  para enterarnos del verdadero motivo), al igual que obligaron a los papas: Clemente I en el 97, Ponciano en 235, Silverio en 537, Benedicto IX en 1045, Celestino V  1294, y Gregorio XII en 1415. Elegirán al nuevo jefe de la Iglesia occidental, barajándose candidatos incluso con apuestas en el propio Vaticano. Ya empiezan a decir que toca un italiano, como si eligieran un país para las olimpiadas. E igual al Club Bilderberg, se reunirán en deliberaciones secretas los 118 máximos jerarcas de la curia, cual consejeros delegados de una empresa y elegirán al más idóneo, que no nos quepa la menor duda, el nuevo presidente del consejo de administración de la multinacional en que se ha convertido la Iglesia será alguien que esté cerca del poder financiero, sin veleidades, desde luego no elegirán a un africano crítico con el islam, o un sudamericano por su cercanía a los postulados teológicos de liberación. Si hay que apostar apostemos por un papable ganador, alguien cercano a la Bolsa sea Wall Street, Milán o Londres.

Nota:

(1). Mesalianos (siglo IV), Circonciliano (siglo IV), Bogomilos (siglo X), Albigenses (siglo XII), Patarinos (siglos XI y XII), Pobres Lombardos (siglo XII), Petrobrusianos (siglo XII), Valdenses (siglo XII), Hermanos del Libre Espíritu (siglo XIII), Joaquinistas (siglo XIII), Espirituales (siglo XIII), Hermanos Apóstoles (siglo XIII al XV), Wiclefitas (siglo XIV al XVI), Husitas (siglo XIV al XVI), Hermanos Moravos (siglo XV hasta la actualidad), Galicanismo (siglo XV hasta la actualidad), Jansenismo (siglo XVII), Febronianismo (siglo XIX)

 * Reflexiones propias

 – “Habemus Papa”

 

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