El vacío está lleno

El vacío está lleno

Por Nònimo Lustre. LQSomos.

El gran acelerador europeo de partículas se enciende después de tres años apagado. Los haces de protones vuelven a moverse por LHC. Una estructura circular de 27 kilómetros que discurre bajo Francia y Suiza (varios medios del 22.IV.2022)

¿Por qué se apagó la carísima máquina LHC? Porque el Large Hadron Collider fue ‘atacado’ por unos animalejos de lo más común: primero una especie de marta y después un pájaro desconocido. En su sistema de refrigeración, el LHC alcanza temperaturas de -271 º, temperatura inferior a la del espacio exterior. Sin embargo, cuando colisionan, por ejemplo, dos haces de iones de plomo, concentradas en un minúsculo espacio, también se generan temperaturas unas 100.000 veces más calientes que el corazón del sol. Asimismo, en el LHC se alcanzan las velocidades más altas del mundo pues han logrado acelerar partículas hasta el 99.9999991% de la velocidad de la luz, el límite de velocidad en el universo. Item más, los 9.300 imanes del LHC generan campos magnéticos 100.000 veces más potentes que la fuerza gravitacional de la Tierra. En concreto, el detector CMS es un gran imán de solenoide que genera un campo de 4 teslas, unas 100.000 veces el campo magnético de la Tierra. Etcétera.

Pues bien, estas marcas supremas fueron desactivadas por varios accidentes teóricamente impensables. El pajarito ‘bombardeó’ al LHC con una miga de pan y jamás se supo qué clase de ave era; la marta murió sin dejar testamento, achicharrada por 18.000 voltios cuando tuvo la pésima idea de mordisquear uno de los cables de una de las mayores máquinas del mundo. El desastre causado por la hoy conocida como la Cern weasel, fue onerosísimo razón de más para que la mustélida sea especialmente venerada por la multitud que acude compungida a rezar ante su tumba en la sección Dode Dieren Met Een Verhaal (Dead Animal Tales) del museo de Historia Natural de Rotterdam (ver Animales ab intestato y otros, 18 enero 2020) “Un bel morir tutta una vita onora.”

Que una empresa multimillonaria, honra y prez de la Unión Europea, se detenga por causa de unos episodios increíbles, nos indica que las obras humanas son frágiles, efímeras e impredecibles hasta extremos sorprendentes. Pero hay accidentes todavía más insospechados puesto que han ocurrido en ambientes aparentemente semi o incluso ultra-vacíos. Veamos:

Estos indígenas, ¿se quedaron sin teléfonos por culpa de un accidente sideral?

Cuando el aire se estrecha

El aire es totalmente amplísimo pero, aun así, algunos artefactos de la Humanidad tienen la fea costumbre de estorbarse entre sí. Varios ejemplos:
El 27.III.1977, se produjo el accidente aéreo en vuelos comerciales con mayor número de muertos (583) Un avión de KLM que intentaba despegar sin autorización, colisionó con otro de Pan Am en el aeropuerto de Los Rodeos (Tenerife, Islas Canarias, España) Ambos eran Boeing 747 y, estrictamente hablando, no estaban del todo en el aire. En 1996, sobre Haryana (India), colisionaron un vuelo de Saudi Arabian y otro de Air Kazajastán. Con 349 muertos, el conocido como caso Charkhi Dadri, representa la mayor catástrofe desarrollada en el aire.

Otros encontronazos en el aire: en 1956, un avión de United Airlines choca con otro de TWA sobre el Gran Cañón de Arizona (128 muertos); en 1978, el vuelo 182 de Pacific Southwest choca con una avioneta privada Cessna sobre San Diego, California (135 muertos); en 1986, un Aeroméxico y una avioneta Piper Cherokee chocan cuando se aproximaban al aeropuerto de Los Angeles (California), falleciendo 82 personas, incluyendo 15 en tierra; en 2002, un aparato de Bashkirian y otro de DHL chocaron sobre Überlingen, en la frontera entre Alemania y Suiza (71 muertos); en 2006, un Gol Transportes Aéreos y un Embraer Legacy, se estrellaron mutuamente sobre el estado de Mato Grosso (Brasil); el Boeing de Gol cayó en picado muriendo 154 personas pero el Embraer consiguió aterrizar con sus siete pasajeros ilesos.

El Espacio se estrecha

Si la atmósfera es cuasi infinita, el Espacio sidéreo lo es aún más. Y, sin embargo, también esta inmensidad les resulta angosta a los satélites artificiales. Dos casos:

La propaganda de Iridium subrayaba que, gracias a sus satélites, la cobertura electrónica para los teléfonos celulares llegaba a los pueblos más aislados

a) Un satélite norteamericano y otro ruso chocan en el espacio (NASA, 19.02.2009)
Dos satélites, uno norteamericano y otro ruso chocan en el semi-vacío. La colisión, primera de este tipo que se produce, ocurrió a 790 kilómetros de altura sobre el territorio de Siberia (Rusia). El satélite ruso, un cilíndrico Cosmos 2251 de tonelada y media de peso, orbitaba desde 1993 y llevaba más de 10 años fuera de servicio. El satélite comercial gringo pertenecía a la empresa privada Iridium (el modelo LLC 33, 600 kgs. de peso, un cajón con alas) y facilitaba las comunicaciones telefónicas. Este desastre provocó una nube de restos de unos 600 fragmentos que se unieron a los 17.000 objetos de basura espacial que ya entonces estaban en órbita alrededor de la Tierra.

Según J. Armentia, “la Red de Vigilancia Espacial de EEUU (Space Surveillance Network) sigue las huellas de más de 18.000 objetos en el espacio, no sólo satélites en funcionamiento (poco menos de 500) sino también de otros desconectados o estropeados, y de multitud de fragmentos de otros que se rompieron y restos de algunas explosiones. El gran problema de esa basura espacial no es que caiga sobre la Tierra, porque lo más probable es que, al caer, la fricción de la atmósfera incinere por completo el resto -o, todo lo más, caerán fragmentos al suelo, lo más probable es en el mar, aunque un trozo de la Skylab cayó en el desierto australiano, o un satélite chino en medio de África. El problema es que esa basura dificulta la operación de otros satélites y de las misiones tripuladas.”

De nuestra cosecha, sólo añadiremos que, como asiduos lectores del poeta Paul Nizan, siempre supusimos que la sulamita de los campos de exterminio ascendía a los cielos porque “allí no hay escasez”. Estábamos equivocados. Por medio de esta extravagancia ruso-gringa o viceversa, los respectivos dueños de esos artilugios consiguieron que ahora veamos el espacio como un magma bilioso atiborrado de amebas metálicas y paramecios de plástico.

b) El día 23/05/2013, hubo una alerta por acercamiento entre un trozo de cohete de la antigua Unión Soviética y el más nuevo satélite de Ecuador: el Pegaso. La conjunción sería menor a 1 km. y ninguno de los dos objetos podía maniobrar. Horas más tarde se informó que el Pegaso había colisionado con un objeto lateralmente hacia su dirección de rotación y que éste estaba dando vueltas sin control sobre su propio eje. De haber sido así, la cantidad de escombros más grandes que una pelota de golf ascendería en órbita a más de 16.000.

Se estrecha el mar

Aunque menos que el aire y el Espacio, los océanos son cuasi inconmensurables. Sin embargo, la inmensidad del mar, también les resulta encajonada para los artilugios artificiales. Ejemplo: Chocan dos navíos de EE.UU (20 marzo 2009, BBC Mundo), “Dos buques militares gringos, uno de ellos un submarino nuclear, chocaron en el estrecho de Ormuz, según comunicó el Comando de la Quinta Flota de los EE.UU. El submarino Hartford y la nave anfibia New Orleans chocaron en un incidente bajo investigación. Sólo quince marinos del submarino resultaron levemente heridos. Ambas naves siguieron su curso de navegación. Como consecuencia del choque se produjo el derrame de unos 80.000 litros de combustible diesel del tanque del New Orleans”. El choque sucedió a pocas millas de la costa iraní y quién sabe si en las aguas territoriales de esa república islámica, razones añadidas para que nunca sepamos ni dónde ocurrió ni qué coño pasó.

Se estrecha el fondo del mar

Las angustiosas angosturas llegan hasta el poco explorado fondo marítimo abisal: Dos submarinos nucleares chocan en el Atlántico sin causar víctimas ni daños (EFE 16·02·2009) “El Ministerio de Defensa francés confirmó hoy la colisión de dos submarinos nucleares, uno británico, el HMS Vanguard, y otro francés, el Le Triomphant, a principios de febrero en medio del océano Atlántico, en un accidente que no causó daños ni víctimas. Ambos submarinos, en misiones de patrulla rutinaria, “entraron en contacto brevemente y a muy baja velocidad cuando estaban sumergidos”, indicó el Ministerio francés en un comunicado. La prensa británica, que dio hoy a conocer la noticia, informó de que el accidente entre el submarino nuclear británico HMS Vanguard y el francés Le Triomphant ocurrió entre el 3 y el 4 de febrero, en medio de una fuerte marejada.”

Si hemos de creer a las fuentes militares, ninguno de los 250 marineros a bordo de esos dos submarinos resultó herido. Querríamos creerles porque ambos submarinos navegaban con 16 misiles balístico-nucleares cada uno y desconfiar de esas fuentes nos acarrearía una insoportable ansiedad. El diario amarillista The Sun, dio la primera noticia y ofreció las declaraciones de un alto oficial de la Armada no identificado, quien destacó que en un choque de este tipo las consecuencias son inimaginables: “Es muy poco probable que se hubiera podido producir una explosión nuclear, pero sí existe la posibilidad de una fuga radiactiva. Peor aún, podríamos haber perdido la tripulación y las cabezas nucleares. Hubiera sido un desastre nacional” –mejor hubiera dicho internacional e incluso mundial.

Lo que nunca se insinuó fue la alta probabilidad de que el accidente sucediera en aguas territoriales españolas. Léase, estuvimos en un tris de padecer un Prestige [petrolero que encalló en 2002 la costa española contaminando a 2000 kms. de costas españolas y francesas] corregido y aumentado –o sea, un chapapote radiactivo. ¿Realmente se estrelló el británico contra el francés o fue viceversa? Perdónesenos la ambigüedad porque no estamos muy versados en vanguardias triunfantes dado que sólo conocemos las derrotadas. En este caso hubo una explicación oficial de esas que añaden el agravio a la injuria: Francia aseguró que su submarino “lanzador de 16 misiles con decenas de cabezas nucleares, estando en inmersión ha chocado a muy poca velocidad, con un objeto sumergido, probablemente un contenedor”. Los profanos desconocíamos la existencia de contenedores anfibios o semisumergibles.

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