En defensa del Patrimonio Cultura de Valencia

En defensa del Patrimonio Cultura de Valencia

Hoy he mantenido una sorprendente y grata conversación con un alto cargo de la oficina del Defensor del Pueblo  de la Comunidad Valenciana, sobre cómo lograr que el despilfarro pueda ser tipificado como delito penal, en aras a que los ayuntamientos y resto de instituciones públicas aborden y satisfagan las necesidades básicas de los ciudadanos, evitando inversiones ruinosas y disparates urbanísticos absurdos y costosos de mantener.

Es de agradecer que instituciones tan relevantes como el Defensor del Pueblo de la Comunidad Valenciana, estimen y reconozcan nuestra labor titánica, pues simplemente intentamos ejercer nuestro legítimo papel de ciudadanos en un país que sigue sumergido en ciertos comportamientos atávicos, propios y exclusivos de la Edad Media.

La rehabilitación y puesta en valor de nuestro variado y maravilloso Patrimonio Cultural es un claro motor de desarrollo, y nos ayuda a reconocernos como ciudadanos y como pueblo. Y esto que aquí digo, no es una mera declaración de principios ni un tópico.

Resulta triste estar tantos años repitiendo lo mismo y exigiendo algo más que sensibilidad y voluntad a la hora de proteger y conservar nuestras señas de identidad histórica. Pero lo que si resulta paradójico y cansado es que algunas instituciones dominadas por conservadores (Defensor del Pueblo y Síndic de Greuges de la Comundiad Valenciana) tengan más sensibilidad a nuestras peticiones, que aquellos que deberían enarbolar la bandera del rigor y atacar con todas sus armas legales, las barbaridades urbanísticas que se siguen cometiendo en nuestra piel de toro.

Hace unos días, aparecía una noticia en el diario Las Provincias que me produjo gran perplejidad: el propietario de una alquería sin gran valor, es requerido por el Ayuntameinto de Valencia para acometer una rehabilitación urgente (cuyo coste es de 550.000 euros), mientras ese mismo Ayuntamiento y la propia Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano no tienen reparo alguno en ignorar aplicarse la legislación a la hora de defender sus propios bienes culturales.

La Alquería de la Torre (cuyo propietario parece ser la Sociedad Anónima Deportiva Valencia club de fútbol), sigue sumida en el abandono y padeciendo todo tipo de expolios y saqueos, a pesar de los numerosos escritos y denuncias que Cercle Obert ha dirigido a todas las instituciones competentes en la materia. Recordar aquí que la citada Alquería de la Torre, se encuentra dentro del entorno de protección del BIC de la Alquería del Moro; en consecuencia goza de la máxima protección, según se desprende de la declaración de BIC, emitida por la Generalitat Valenciana a petición nuestra.

Forzados por el lamentable estado de conservación, nos hemos visto obligados a dirigirnos hace unos días a la Fiscalía Provincial de Valencia, después de haber agotado la vía administrativa y de haber recurrido a la mediación del Síndic de Greuges en enero de 2011, que no tuvo reparo en asumir fiel e íntegramente nuestra propuesta y comunicarla a todos los responsables institucionales.

No sabemos que resultados obtendremos de la denuncia formulada ante el Ministerio Público, pero si deseamos que se abra un debate riguroso y se acabe con la desidia y desinterés institucional, abandonándose esa obsesión patológica y malsana por invertir nuestro escaso dinero en eventos o actuaciones de dudosa y nula rentabilidad social, económica, cultural…

No anhelamos sanciones ni castigos políticos a los irresponsables que han dilapidado nuestro dinero o han permitido la destrucción de nuestro Patrimonio Cultural y Ambiental, pero sí exigimos que se acabe con la improvisación y la falta de criterios a la hora de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. 

Tampoco no es nuestro papel suplantar a los jueces y fiscales, pero si es hora ya de que el derroche y el despilfarro sean tipificados como delitos penales, a fin de acabar con esa "orgía del derroche", con esa  "alegría obscena e indecente" que tienen algunos políticos a la hora de invertir en obras innecesarias o eventos insostenibles y proyectos faraónicos.

Numerosos bienes de gran valor permanecen sumidos en un estado algo más que lamentable en todo el territorio valenciano. Y asociaciones como la nuestra (tan pequeña pero combativa como el mítico personaje bíblico, el gran rey David), hacen lo que pueden y aspiran a que esos monumentos y espacios históricos puedan ser disfrutados por todos, después de una rigurosa y exquisita rehabilitación. 

Somos conscientes de que activar programas de recuperación y puesta en valor de nuestro Patrimonio Cultural, puede y debe ser un motor de desarrollo, pero parece que nuestros representantes siguen sin enterarse de lo importante que es asumir nuestras iniciativas y adaptarlas a la situación de crisis que padecemos. 

La Alquería de Rocatí en San Isidro, ha recibido un castigo durísimo y desproporcionado, mientras otros bienes como la antigua y emblemática fábrica de tejas y mayólicas la Ceramo de Benicalap o la fábrica Bombas Gens de Marchalenes siguen abandonadas y sin futuro, por no hablar de la Alquería de la Torre o la Alquería del Moro, cuyo Casa del Señor es propiedad municipal desde hace ya muchos años.

La Alquería de Rocatí debe ser rehabilitada por su dueño, según afirma el diario Las Provincias, a tenor de la resolución adoptada por el Ayuntamiento de Valencia o la propia corporación realizará las obras, pasando la factura a su legítimo propietario. 

Nos parece un despropósito sancionar al dueño, mientras el propio Ayuntamiento no predica con el ejemplo y permite la degradación de bienes propios o se hace el sordo con otros monumentos privados, como Bombas Gens, la Ceramo, la Alquería de la Torre… 

Y por favor, que no nos vengan ahora con eso de que Bombas Gens o la Ceramo no están declarados como Bienes de Relevancia Local. Si no gozan de esa protección es por extraños, inconfesables y oscuros intereses, pues esos elementos de la arquitectura industrial tienen tanto o más valor que la pobre Alquería de Rocatí.

Y para no cansar a los lectores de la presente reflexión, me despido con el firme convencimiento de que las próximas y duras advertencias que preparan organismos nacionales e internacionales, contra los interminables e intolerables disparates que comete a diario el Ayuntamiento de Valencia y la Dirección General de Patrimonio Cultural Valenciano, sirvan para acabar con tanta improvisación, tanta arbitrariedad y tanto despilfarro.

¿Vale?

Nota:

Es alucinante que el Ayuntamiento de Torrente tenga a bien aceptar nuestras iniciativas y Valencia, la ciudad donde vivo y amo, nos ignore, cuando no nos desprecia abierta y sistemáticamente.

* Ex Presidente de Cercle Obert y miembro de Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural. La imágenes son del autor del artículo.

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