“Ensalada de piernas, con postre de tres colores y ápice de moraleja”
Dosan. LQS. Abril 2021
Este relato está dedicado a todas las personas que soportan a las demás.
Para qué vamos a dar nombres, que serian pistas, si quienes lo son ya lo saben…
Nos encontramos en una de las primaveras importantes del siglo veinte. El narrador, un personaje sin nombre crisol de mil dramas, nos cuenta un instante de ilusión general, nacido contra la corriente de una historia traicionada, y vivido desde un lugar donde la imaginación era el único camino para la supervivencia.
A mediados de abril de 2014, casi dos meses antes de la abdicación por sorpresa, no sé por qué me viene lo de citar esta coincidencia, mi amigo A.C. me dijo que se estaba montando una jornada de lectura de cuentos, con ánimo de mantener viva la llama del Primer Festival Internacional, celebrado en mayo de 2013.
Lo más trascendental de lo que les voy a contar a continuación pasó en menos de 24 horas de hace exactamente treinta mil trescientos cuarenta y un días, comenzando la cuenta atrás desde el mismo en el que se leyó la primera versión de este relato por última y única vez, pues hay detalles viejos que regresan poco a poco a la memoria, sobre todo los inventados, y era de justicia añadirlos.
Para animar, diré que la lectura es breve y tiene su misterio, que no es otro que el de desvelar el día, mes y año en el que sucedió lo que cuento, es decir, lo ocurrido. Ya se ha proporcionado una pista para matemáticos. A lo largo del texto las hay también para corazones. Y al final llegará la ayuda definitiva, pero para utilizarla será necesario dar un pequeño salto hasta las nuevas tecnologías.
Pero sin salir del blanco y negro. A continuación, el cuento.
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