Golpe de estado “democrático”

Golpe de estado “democrático”

 

Me pregunto ¿cómo interpretaríamos que un grupo de gente llegase a un parlamento y pistola en mano se hiciera con los resortes de un gobierno democrático elegido en función a un programa electoral y una vez se instala en el poder hace lo contrario de lo aprobado por el pueblo, sin que nadie lo haya elegido ni votado?. Si hace lo mismo, pero sin que haga falta la pistola porque los gobernantes se callan y lo aceptan de antemano ¿no es igualmente un golpe de estado?.

 

A este punto hemos llegado, la pistola se saca al pueblo que sale a la calle, por eso podemos hablar de un golpe de estado civil con el respaldo de las fuerzas armadas y de seguridad. Se ha venido haciendo y callando desde las organizaciones sindicales, políticas, culturales con honrosas excepciones: el incumplimiento sistemático de lo que los votos eligieron, lo cual estalló en el origen del 15 M, con la propuesta de Democracia Real, que fue diluyéndose con el paso del tiempo debido al intento de aprovecharse de la movilización social por parte de colectivos y organizaciones incapaces de hacer llegar a la sociedad sus propuestas. 

 

Hacer lo contrario de los programas electorales o incumplirlos se ha dejado pasar y ha ido creciendo y creciendo hasta llegar a un punto en que se produce un golpe de estado democrático sin que se vea como tal, sino simplemente se reacciona con una pataleta por que perjudica el bolsillo de una gran parte de colectivos laborales, sin que se dieran cuenta antes de lo que estaba pasando, o no queriéndolo ver, con millones de parados que no cobran ninguna prestación. No se ve y por lo tanto tampoco se actúa sobre el fondo de la cuestión, que es el desarrollo de lo que se ha consentido a lo largo de una Transición que no ha transitado  a nada, se ha quedado estancada, hasta volver al ordeno y mando y a la dictadura política, lo cual siempre ha sido un paso previo a su institucionalización.

 

Los partidos políticos presentan un programa el cual es el que los votantes eligen, no votan a un caudillo que pueda hacer lo que le venga en gana, sino que ha de cumplir con la ley, con la constitución, pero ésta se modificó, 2 de septiembre de 2011, con un acuerdo de quienes conforman la dictadura del bipartidismo, PSOE y PP, que es de donde parte la actual reforma laboral que es un asalto a los derechos laborales, lo cual está empezando, ¡ojo!.

 

Cuando ser aprobó aquella reforma constitucional ya se previó esta reforma laboral y fiscal, por eso se hizo, para dar un cauce legal a esta tropelía, que de otra manera no hubiera podido suceder. Fue el momento de luchar, de parar aquel atropello, pero se dejó pasar. Tampoco se ha luchado por todos, sino que ahora la movilización es la expresión del egoísmo colectivo, como me tocaban el bolsillo salgo a la calle, sin ver que toda lucha exige una meta por el bien común.

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La clase trabajadora dio de lado a los parados, a las familias de los parados, ni una huelga por ellos, ni protestas ni nada y los medios de comunicación callaron gran parte de las acciones de los parados reduciéndola a nada. Supongamos que la movilización en la calle logra parar esta reforma ¿nos conformaríamos con eso?, ¿dejaremos a los parados sin nada?. Este es el drama de la lucha y el ocaso de la izquierda tradicional cuya inadaptación a la realidad actual forma parte de la crisis que estamos viviendo, en una sociedad desarmada ética e ideológicamente, repleta de callejones sin salida y de discursos esperpénticos. 

 

Un partido que gobierna en un modelo parlamentario lo lógico es que si no puede llevar a cabo su programa, cosa que ya se previó no hacerlo caso hace tiempo cuando el cambio constitucional, repito, lo que debe hacer es convocar nuevas elecciones con las medidas que considera que debe de tomar para que sea el pueblo quien elija o rechace dichas medidas. Pero cuando no es un gobierno democrático una vez que toma el poder con el engaño y una campaña de presión psicológica mediante la publicidad, impone su criterio contra el pueblo. ¿No es un déficit político, no es una deuda política?, de la que nadie habla, nos imponen unas medidas sin haber sido votadas siquiera.

 

Creer que las actuales medidas son una mera cuestión económica es el gran error que hace que la protesta flote como una boya en el mar sin ir a ninguna parte. Asistimos a un ataque al pueblo indefenso, crédulo, atónito ante lo que está pasando, es un ataque en toda regla por un fascismo económico que ha comenzado a aplicar su estrategia, sin olvidar que el nazismo llegó al poder a través de las urnas.

 

Dejar a millones de personas sin medios de vida, antes ya a nivel global han dado muerte por hambre y por falta de medicamentos a cientos de millones de personas, siempre engañando con la propaganda, buscando culpables que los mismos poderes económicos diseñan para sus operaciones de ataque directo, armando a Al Qaeda para destruir estados que plantan cara al imperio económico, todo esto es lo que define Vasili Grosmann en su obra “Vida destino”, los seres humanos son su enemigo, y como tal actúan. De otra manera no es comprensible lo que desde el poder se está realizando en contra los más débiles, algo impensable en un estado democráticoen el que las medidas a tomar serían favoreciendo a los más necesitados, a quienes por el contrario se está literalmente machacando, dejando a una clase media en un equilibrio inestable que sirva de escenario mediático que impida que las protesta ciudadana se convierta en una revolución contra la crueldad económica.

 

Es falso que se hagan las reformas por la crisis, sino que ésta se ha provocado para aplicarlas. Por ejemplo la subida del IVA está prevista desde el año 2007 en el que se plantea homologar el IVA de los países de la eurozona, por lo que falta subir dos puntos más, con crisis o sin crisis. Y el partido Popular lo supo antes de las elecciones. Desde el año 2002 se plantea que la competencia de beneficios a nivel mundial exige la bajada de la masa salarial en los países desarrollados y la supresión de derechos laborales y servicios públicos con el fin de dejar la economía en manos de los grandes capitales privados sin que el Estado estorbe en sus decisiones. El trabajo púbico debe ser eliminado lo más posible y devaluado. Es lo que están haciendo. Todas estas medidas agravan la crisis, no solucionan nada, pero es que se han enfocado para esta finalidad que nadie cuenta. 

 

Es necesario saber que las medidas no se toman por la crisis, sino que la crisis es la táctica para aplicar medidas previstas desde hace décadas, fueron diseñadas, en concreto desde dos años después de la caída del comunismo, cuando la perestroika sufre un golpe de timón y pasa a ser Rusia un modelo capitalista. Sin el miedo a esta fuerza del bloque comunista que podía apoyar revueltas internas de los países capitalistas y una vez se logró el control de la población trabajadora ¿para qué se quieren los derechos laborales ahora?. Una vez adquiridos iba a ser difícil de eliminar, pero han comenzado bajo el eufemismo de desmontar el estado de bienestar, dicen que es un sistema de ajustes necesarios, que a los gobernantes no les gusta, pero no queda otro remedio, guión éste que se representa en todos los estados.

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Con la apertura del mercado global y las limitaciones de materias primas, y energía, sobra un 30% de la población en los mercados interiores, no sirven como consumidores por lo que hay que esclavizarles con salarios miserables. Es un problema de Poder. ¿Si fueran de verdad necesarias medidas de austeridad no pondrían los gobernantes su salario millonario y los de los altos cargos a disposición del bien común?. No les gustaría, pero lo harían. Sólo con el 8% de las ganancias del 20 % de las personas más ricas, que no les afecta para gastos de vivienda, ni de comer, ni de nada y con un 10% de lo que ganan los cargos públicos y un 2% de lo que gastan en prebendas con dinero público para los políticos a sueldo se solventaría la deuda en cuatro años y habría suficiente para pagar un sueldo mensual a los parados que no cobran prestaciones. Pero a los políticos profesionales les pagan para aplicar las medidas de ajuste contra el pueblo o hacer que hacen sin hacer nada realmente desde la oposición. No es una cuestión económica, es una cuestión democrática.

 

La democracia nació castrada, se inició en una andadura que partía de cero tras décadas de dictadura, de manera provisional se aceptó la ley D’Hont que elimina la representación de millones de votos, si un partido obtiene, por ejemplo, un 2% o 3% de los votos no tiene un 2% 0 3% de la representación parlamentaria, y ese porcentaje secuestrado del pueblo se lo dan a las fuerzas mayoritarias con el dinero que ello conlleva, algo que se ha perpetuado sin que se haya boicoteado este sistema electoral desde los mismos partidos democráticos de izquierda, que entran al juego de un sistema perverso y dominador. Yo participé en él desde Los Verdes, hasta el año 98, cuando la asamblea de León se dio cuenta de que es imposible una trasformación social desde la comparecencia electoral cuando ésta es controlada y manipulada por la misma ley electoral. 

 

El déficit económico lo que está haciendo es instalar en la sociedad el déficit político, sin que reaccionemos a esta situación considerándola como lo que es: un golpe de estado “democrático”. La única solución es llevar la democracia a la economía, algo que desarrolló con grandes principios Diego López Garrido cuando estuvo en Nueva Izquierda, pero se olvidó de todo ello. El primer paso para la democratización de la economía es socializar una parte del dinero a través de la Renta Básica, lo que supone a la economía lo que el voto a la política, pero sin la ley D’Hont, por eso aplicar la Renta Básica solamente a los parados sería lo mismo que esta ley en la democracia, un error que se puede aceptar sólo transitoriamente. . 

 

Como dijo Ivan Ilich no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria y no podemos caer en lo que definió como infantilismo de izquierda con protesta melifluas, sin objetivos de llevar la democracia a la sociedad y crear instituciones acordes, para lo cual los actuales gobernantes han de ser catalogados de golpistas con el apoyo de quienes hablan sin hacer nada cobrando de las instituciones. Sólo repartiendo el dinero público podrá comenzar una nueva lucha por los derechos políticos y económicos que de otra manera irán desapareciendo más y más ahogados en el egoísmo de unos y la codicia de otros. Vale.

 

 * Ramiro Pinto

 

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