Guatemala. Ni asesinos ni sicarios, solo niños vulnerables

Guatemala. Ni asesinos ni sicarios, solo niños vulnerables
"Me dijeron que si disparaba me haría hombre y yo cerré mis ojos y disparé", después "comencé a llorar y ellos se burlaban de mí y me decían que ya era hombre". Esas fueron las palabras con las que un niño de 11 años de edad narró al juez el crimen que cometió contra una menor de tres años tras haber sido consignado por las fuerzas de seguridad.
 
El infante se encargó de la pequeña, puso el arma en su cuello y presionó el gatillo; el adolescente de 17 que lo acompañaba disparó a quemarropa contra la mamá y la otra niña, mientras que el adulto de 22 años se limitó a observar.
 
Se trata de un chico al que los medios de comunicación y autoridades señalaron como el niño sicario, pero él no es más que otro de los pequeños que ha crecido en las áreas marginales de este país, viviendo solo, con el dolor de un padre asesinado y la ausencia de una madre confinada en una cárcel por haberse involucrado en el delito de Trata de Personas Menores de edad.
 
Días después de este hecho, en otra zona de la capital, un niño de 12 años se acercó lentamente a un conductor de taxi, sacó un arma de entre su pantalón y disparó en la cabeza al hombre. Todo quedó registrado en la cámara colocada en un poste del lugar.
 
En el otro extremo de la ciudad, otro de 14 años asesinó a su pequeña hija de ocho meses de edad. Le introdujo una toalla mojada en la boca y a golpes la terminó de matar. La madre de la bebé, una mujer de 24 años de edad, no se encontraba en el lugar.
 
Y recientemente dos menores de 13 y 15 años de edad asesinaron a balazos a un hombre.
 
Todos estos hechos ocurrieron en menos de un mes.
 
No se trata de historias inventadas, sino de acontecimientos reales que, para la analista política Anabella Giracca, son producto de un país con muchos niños (6,5 millones de sus 14 millones de habitantes) que no todos tienen las mismas posibilidades ni condiciones, donde no todos van a la escuela, ni tienen el amor de un hogar integrado.
 
En su columna de opinión de un matutino, expresa Giracca que todo ello ocurre en una nación "donde la violencia se apodera de barrios enteros, que obligan a pequeños de 10 años a salir a las calles de la mano de tutores perversos que los inducen y obligan a delinquir".
 
La columnista describe con certeza el panorama de lo que la niñez guatemalteca vive actualmente y por el cual son presa fácil de los adultos, principalmente de aquellos pandilleros que los fuerzan a halar el gatillo de una pistola o de una mini uzi.
 
Norma Cruz, de Fundación Sobrevivientes, dijo a SEMlac que lo que estamos viendo en la niñez se debe a que el Estado no ha asumido su papel de protector. "Si antes nos quejábamos de la violencia contra los hijos en casa, hoy el sicariato, al que son obligados los pequeños, nos muestra la desidia que hay frente a nuestra infancia", puntualizó.
 
"Los niños que han sido sorprendidos con un arma en la mano y otros más que delinquen provienen de hogares desintegrados y de aquellos donde los padres pasan todo el día trabajando y los dejan solos", destaca a SEMlac el procurador general de la Nación, Vladimir Aguilar.
 
En algunos casos, la madre ha sido asesinada y de esta forma los hijos quedan en manos de los abuelos que, por la edad o condición económica, no pueden cuidarlos todo el día porque tienen que salir a trabajar para darles de comer, destacó el funcionario.
 
En este país, la Comisión Presidencial (COPAF) contra el Feminicidio señala que al menos 4.000 infantes han quedado en la orfandad a lo largo de 10 años por la muerte violenta de mujeres y no tuvieron ni han tenido atención estatal.
 
Nery Rodenas, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, mostró con cifras a esta agencia que la realidad de la niñez es "grave".
 
Para muestra, solamente dos de cada 10 jóvenes tienen acceso a la educación media, siendo la niñez rural la más afectada, y hay que tomar en cuenta que cada día nacen 700 niños y niñas en condiciones sociales que amenazan su sano desarrollo.
 
A decir de Rodenas, en este país cuatro pequeños fallecen a diario por enfermedades tratables y prevenibles, tales como bronconeumonía y diarrea. Además de todo eso, los estigmatizan llamándolos sicarios.
 
Mientras, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en su informe anual 2012 sobre la situación de la niñez en Guatemala, señaló que la desnutrición es un problema que afecta a cerca de un millón 300.000 niños.
 
Pero el tema de seguridad para la niñez ha revelado lo vulnerable que están los y las niñas en este país de la región. Leonel Dubón, del Hogar de la Niña que atiende a mujeres infantes víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual en Guatemala, lo explicó a SEMlac de esta forma: "cada 18 horas muere un niño o niña a causa de la violencia".
 
El año pasado, la COPAF reportó 117 muertes violentas de adolescentes mujeres y niñas por arma de fuego, arma blanca y asfixia por estrangulamiento. Sus edades oscilaban entre los seis meses y los 17 años.
 
Marcela Gereda, también analista en medios escritos, piensa que la escena de un niño de 10 años matando a un taxista se repite por aquí y por allá. Este fenómeno urbano, subalterno y marginal es, en definitiva, el espejo de un subproducto de las abismales desigualdades de Guatemala, disparidades que han hecho que este país centroamericano experimente una cultura de violencia en los últimos años.
 
No hay dudas de que las pandillas y el crimen organizado son los principales actores. El ministerio de Seguridad considera que las pandillas se han nutrido de la niñez vulnerable y, hace unas semanas atrás, estimó que al menos 8.000 pandilleros viven en los cinturones de pobreza.
 
Los más vinculados a la captación de niños y niñas para su utilización es la denominada pandilla "pequeños sicópatas". Este grupo recluta a menores de edad para que cometan actos delincuenciales como cobrar extorsiones, asesinar a pilotos de buses o desmembrar o descuartizar a mujeres.
 
Y ello es así porque tienen claro que la población menor de 14 años no puede ser acusada de homicidio en Guatemala.
 
La ley de Protección Integral a la Niñez y Adolescencia indica que solamente las personas mayores de 14 años pueden ser sentenciadas a seis años de cárcel por un asesinato cometido; el código penal establece una sanción de 50 años de cárcel para un adulto.
 
Eso ha motivado que en estos momentos el Congreso de la República busca que sea aprobada una normativa para procesar como adultos a menores que participen en delitos violentos.
 
El Sistema de Naciones Unidas, sin embargo, rechazó dicha propuesta, y el Parlamento dispuso modificarla por la reforma de castigar a los padres por los hechos violentos en los que se vean involucrados sus hijos.
 
La propuesta aún no ha sido aprobada. Mientras tanto, la sociedad ya olvidó a aquel niño que empuñó el arma obligado por un reto de hacerse hombre a sus 11 años.
 
Y así de frágil, ahora él, con su corta edad, se ha convertido en el único testigo protegido del Ministerio Público de esa edad y vive custodiado en un albergue porque podrían asesinarlo, ya que con su testimonio condenaría al adulto que lo utilizó para matar a su familia por celos.
 
 

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