¿Cambiarlo todo?

¿Cambiarlo todo?
"Los filósofos no han hecho más que interpretar el mundo de diferentes maneras, lo que hace falta es transformarlo".
Esta es, seguramente, la cita más conocida de Marx y nos recuerda que la actividad política de los marxistas siempre está encaminada a lograr el cambio.
Pero la cita no se puede tomar de forma aislada olvidando que Marx también sentó las bases para dar un contenido científico a esta actividad.
Antes de Marx dominaban dos enfoques entre los que apostaban por el cambio.
1. El primero lo ejemplificaban Saint-Simon y Fourier en Francia y Owen en Gran Bretaña, que presentaban el socialismo como la forma más racional de organización de la sociedad a la que tarde o temprano todos se apuntarían, incluso la clase dominante.
2. El segundo, derivado de la tradición jacobina de la Revolución Francesa, lo ejemplificaba Blanqui, para quien a través de una pequeña conspiración secreta de revolucionarios iluminados se podría tomar el poder gracias a un golpe de Estado e imponer el socialismo desde de arriba.
Marx rechazó ambos enfoques, no sólo porque apostaba por la autoemancipación de la clase trabajadora, sino porque también entendía que esta emancipación sería posible a partir de las contradicciones internas y las fuerzas sociales que van tomando peso dentro del capitalismo.
La teoría para cambiar las cosas, por lo tanto, debe basarse en el análisis científico de la situación objetiva. El entusiasmo revolucionario siendo necesario, es insuficiente.
Esta necesidad de tener en cuenta el análisis concreto de la situación concreta, choca con la concepción burguesa hegemónica en nuestra sociedad.
La burguesía ha oscilado siempre entre el idealismo voluntarista, que hace caso omiso de las condiciones sociales y pone todo el énfasis en "las grandes" personalidades y en las "ideas fuerza", y el materialismo mecanicista que pone el acento en la naturaleza inmutable de las personas y la sociedad.
Esta concepción pendular es compartida por el pensamiento socialdemócrata, que en un primer momento dice apostar por cambiarlo todo a través de la actuación de los grandes personajes y apelando al chovinismo de partido pero al final se adapta a las exigencias del capital.
El marxismo proporciona precisamente un relato donde la historia humana y la realidad se determinan independiente de nuestra voluntad, pero donde al mismo tiempo es posible cambiar las cosas con una intervención consciente y adecuada a esta misma realidad. Por eso es tan necesario conocerla.
Este hecho, no debe comportar pasividad, como algunos creen, sino todo lo contrario. Incluso en las situaciones más adversas hay elementos para el optimismo, ya que esta concepción nos indica que el mundo da muchas vueltas y que no hay mal que mil años dure.
Probablemente, Gramsci ha sido uno de los teóricos que lo ha explicado mejora en advertir que "quien hace la previsión tiene, en realidad" un programa "que quiere hacer triunfar y la previsión es, precisamente, un elemento de este triunfo"
El marxismo sostiene que las leyes económicas contemporáneas no derivan ni de la naturaleza ni de las características de los seres humanos, sino exclusivamente de las relaciones capitalistas de producción, que son un producto de la historia, es decir, de las acciones humanas del pasado, y que pueden ser cambiadas por la acción humana presente y futura.
Es evidente que el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, junto con la coyuntura económica inmediata constituyen el punto de partida para organizar la lucha para cambiar las cosas. Pero mientras las relaciones capitalistas de producción permanezcan inalteradas, las leyes de movimiento del capitalismo seguirán en funcionamiento, y por mucho que insistimos y pongamos parches, los intereses de los capitalistas prevalecerán sobre todas las formas de oposición y resistencia
Tanto en crisis como en auge, los capitalistas, impulsados ​​por la competencia, se esfuerzan continuamente para aumentar la tasa de explotación (mediante la reducción de los salarios, la ampliación de la jornada laboral y el aumento de la productividad) mientras que los trabajadores, luchan por restringirla. Esta es una batalla que se libra diariamente en cada centro de trabajo y en cada rincón del mundo capitalista y que, de una u otra manera, impregna los otros aspectos y niveles de la sociedad capitalista. Por ello, si se quiere cambiar las cosas, no hay que olvidar nunca la lucha de clases.
Los momentos de crisis como el actual determinan que la situación social de las clases trabajadoras empeore de forma extermo y es cuando más se pone de manifiesto la cara perjudicial y feroz del sistema capitalista. Ante esta realidad suelen prosperar dos situaciones opuestas.
Por un lado, hay posibilidades de que la situación se tuerza, sobre todo si la mayoría no identifica con claridad las verdaderas causas de su sufrimiento, si la clase obrera se agota después de grandes batallas y si el paro prolongado desmoraliza y debilita la clase obrera o incluso provoca la desbandada.
La otra posibilidad consiste en aprovechar audazmente el periodo de inestabilidad capitalista para reforzar la actividad colectiva y sacar provecho de las potencialidades de lucha de los explotados.
Pero incluso cuando prospera la primera de las opciones, hay posibilidades de enderezar más adelante todo lo que en un primer momento se ha torcido y cuando se produce una recuperación económica temporal suele aumentar el nivel de la lucha y reivindicación de la gente.
Esto nos permite llegar a la siguiente conclusión: cuanto mayor sea el nivel en la comprensión de las fuerzas naturales y sociales que determinan nuestras vidas, más posibilidades tendremos de adecuar la práctica social y acertar en la lucha por el cambio. Por el contrario, sin la compresión de la realidad es muy difícil acertar y al final lo que se hace es intentar volar por encima de las leyes sociales. Cuando con estos intentos de volar no se consigue ascender lo suficiente para cambiarlo todo, entonces, por norma general, se cae en el fatalismo y el posibilismo.
 
 

LQSRemix

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Nos obligan a molestarte con las "galletitas informáticas". Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar