¿Cómo están ustedes?

¿Cómo están ustedes?

Hace treinta y siete años que no tengo siete; desde entonces, nunca he respondido al diplomático “¡Hola! ¿Qué tal?” de mi vecino con la inocente contundencia exclamada frente al televisor en blanco y negro al protocolario saludo con el que los payasos Gabi, Fofó y Miliki iniciaban su espectáculo. En parte, porque ya se sabe que, un “pesado” es aquel al que preguntas “¿Qué tal te va?” Y va él y te lo cuenta…Mas también, porque a partir de dicha edad, es cuando la Conciencia despierta a la amargura de la Existencia con miedo al amanecer de un nuevo día, sintiendo como la cruel monotonía disipa ante los ojos las infantiles ensoñaciones a las que la mente  nostálgica retorna por melancolía.

Me disponía a iniciar un párrafo en el que reconocía que la muerte de Miliki no me había afectado tanto cuanto la de su hermano Fofó. Pero justo cuando lo estoy redactando, un agujón me ha subido por la nariz haciéndome derramar varias lágrimas viéndome forzado a parar, primero para recomponer el espíritu y segundo para recomponer el texto. ¡Es absurdo! ¿Por qué estoy llorando? Al final resulta que nunca dejamos de ser niños. Por eso no puedo dejar de imaginármelos en el Cielo empezando la función:

-Gaby “Cómo están ustedes? ¡Bien!

-Fofó “No se oye nada. ¿Cómo están ustedes? ¡Bieeen!

-Miliki “Nada de nada. Más fuerte. ¿Cómo están ustedes?” ¡Bieeeeeeeeeeen! Ahora ¡Sí! Mucho mejor.

Fofó: ¡Gabi y Miliki! ¿Creéis que estos niños comen bien? A mi me parece que cada vez comen peor por la crisis económica. ¿Qué os hace mamá para comer? ¡Es verdad! Qué cabeza la mía. Las mamás ya no cocinan. Ahora se compra todo precocinado. ¿Y qué os dan entonces en casa? ¡Ah! ¿Qué ya no coméis en casa? ¿Habéis oído eso? ¡Los niños ya no comen en casa…¡Comen en el colegio! ¿Qué raro no? Al colegio se va a estudiar. ¿Cómo? No lo entiendo…¿Que no estudiáis en el colegio? ¡Estudiáis en casa!

Miliki: ¡Muy lógico! Tu no lo entiendes, pero yo sí. Es la crisis de la familia. Preocupados desde que se levantan por la prima arriesgada, no tienen tiempo para darles el desayuno. Los niños sin desayunar, van al colegio con el estómago vacío con ansias de comer y no tienen ganas de estudiar. Luego, de vuelta al hogar, mientras sus papás están trabajando ellos hacen los deberes solos pasando hambre, por eso sacan peores notas.  Y por sacar peores notas, los padres les castigan sin cenar. Es la crisis educativa.

Gaby: Pero, qué crisis económica ni familiar o educativa. Los niños comen ¡Cada vez mejor! Los alimentos prefabricados tienen muchas vitaminas, proteínas y además, en el colegio se come maravillosamente. Tanto es así, que en España, cada vez son más los niños que sólo comen en el comedor escolar cuyo menú cuesta el doble a sus padres que el de los políticos en el Congreso de los Diputados.

Fofó: ¿No será que ya no pueden comer en casa porque ya no tienen casa? Me he enterado que los bancos se quedan con las casas de la gente y las convierten en comida. Por eso quienes se quedan sin casa tienen comida gratis en el Banco de Alimentos que es el Banco bueno, y el que se queda todas las casas es el Banco Malo.

Miliki: No se me había ocurrido. Los padres de los niños cambian sus casas para obtener comida y ropa gratis por eso ya no necesitan trabajar más y se apuntan al paro. Al no trabajar disponen de tiempo libre para llevarlos al comedor social de diario y los fines de semana al Ikea ahorrándose el comedor escolar.

Gaby: Los dos sois casos perdidos. No os enteráis de nada. Ya les habéis oído con que rotundidad reconocen estar ¡Bieeeen!

Enrique San Francisco: ¡Jodidos! ¡Bien Jodidos!

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