¡Esto te pasa por dudar de la virginidad de María!

¡Esto te pasa por dudar de la virginidad de María!

De la mano de Juan de Mairena, fue el primero que introdujo el flamenco, esa cosa de arrabales y gente chunga, en la Universidad de Sevilla; el primero, con Machado entre sus referencias, que llevó a un teatro, también de Sevilla, los títeres de cachiporra y Lorca tras la guerra. Con él, se recitaron por primera vez en griego fragmentos de Héraclito y la lógica contraria de Parménides. En Sevilla. Sabía más latín que los curas. Como mínimo de Sevilla. Y puede que en un seminario llegase a dudar de la virginidad de María. ¡En Sevilla!

Estas fueron algunas de las razones que llevaron a la expulsión del catedrático Agustín García Calvo de las aulas de la Hispalense, según ha manifestado Pisco Lira, uno de sus grandes amigos, y el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar, uno de sus alumnos. En la Universidad de Sevilla. “Todavía hoy esta Universidad no le ha hecho un homenaje público que reconozca su figura. No entiendo cómo una Universidad como esta en la que estamos no ha hecho otra cosa hasta hoy que mirar hacia otro lado, que es un modo muy elocuente de ningunear a cualquiera“, denunció Lira.

A Rodríguez Almodóvar no le sorprende mucho. Según contó, se sintió algo raro subido al estrado de un aula de la vieja fábrica de tabacos donde dio clases y de donde lo echaron porque allí no querían profesores marxistas. “No tuvieron ni que depurarme, no me renovaron el contrato”, dijo con sorna. “Se ríen ustedes. Pero eso de dudar de la virginidad de María en Sevilla es extremadamente peligroso. Y no solo antes, también ahora”, continuó su intervención en unas jornadas sobre la represión en la Hispalense, organizadas por los departamentos de Historia Contemporánea y Periodismo, el Grupo de trabajo de memoria histórica de CGT-A y la Asociación Memoria histórica y Justicia de Andalucía (AMHyJA).

Agustín García Calvo formó parte del tercio del profesorado depurado por el franquismo en esa Universidad, según explicó el profesor Juan Luis Rubio, que destacó el papel crucial del rector Mariano Mota Salado en la purga y denunció que todavía hoy las editoriales no se atreven a publicar estas investigaciones. Según Rodríguez Almodóvar, su amigo y entonces compañero de facultad Francisco Díaz Velázquez recibió una carta sin membrete y con un garabato por firma en la que se le informaba de que debía acudir a la sala de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras para explicar lo que se le preguntara sobre la supuesta duda de García Calvo acerca de la dichosa virginidad de María. “Esa era la facultad beata y timorata que teníamos”, insistió Rodríguez Almodóvar. El escritor recordó que los catedráticos, por una normativa, tenían que ser fieles al dogma de la Inmaculada Concepción. Un dogma, añadió, del que ni las monjas tenían idea.

“Con esto automáticamente habría perdido la cátedra. Lo que pretendían era asustarlo, hacerle la vida imposible. Y se la hicieron. Aunque todos los alumnos que comparecieron negaron que García Calvo hubiera dudado de la virginidad”. Por dios. No había ninguna prueba, por tanto, para continuar el expediente, que fue cerrado después de que un grupo de profesores de Derecho advirtieran al rector de que si era depurado lo defenderían ante cualquier tribunal, según Rodríguez Almodovar.

Pero la virgen trajo cola. Porque ya expulsado incluso de la cátedra de Madrid, donde opositó tras ser depurado en 1964 en Sevilla, volvió a la capital andaluza y un incauto periodista de El Correo de Andalucía tuvo la ocurrencia de hacerle una entrevista la víspera de la Inmaculada Concepción. “El alcalde, que era un señorito de postín, Moreno de la Cova, acusó al periódico de traicionar sus fundamentos católicos y aquello le costó el puesto al entonces director, Rafael González”. El periodista incauto no fue tan incauto. Dice Rodríguez Almodóvar que firmó con pseudónimo: “En una Sevilla marianista esto no se perdonaba“. Y menos si se salía desnudo, como él, a tirar la basura.

Pero lo que no perdonaron nunca a Agustín García Calvo fue -adoraciones a la diosa Venus aparte-, su acercamiento a la juventud, según los ponentes. “Lo acusaron de corromper a la juventud, como a Sócrates”, resumió el escritor. “Y que se le dejara hablar con la gracia y la gramática con la que lo hacía”, afirmó Pisco Lira. “Ni organización, ni desorganización. Lo que salga”, leyó Lira como una de las frases pronunciadas por él mismo que lo definían. “No hay peor modo de silenciar una voz que ignorarla”, concluyó. La prensa española -apuntó el moderador de la mesa, el historiador José Luis Gutiérrez- le dedicó tanto espacio a su muerte como al embarazo de Paulina Rubio.

Profesores depurados

Entre las escasas actuaciones impulsadas por la Universidad de Sevilla para reparar la memoria del personal represaliado en la institución, destaca la aprobación, en 2009, de una declaración que condenó la purga. Y está claro que no es suficiente. Rafael López, médico y presidente de AMHyJA, activa asociación en favor de la recuperación de la memoria histórica, se enteró ayer mismo de que Orts Llorca, autor de uno de los libros básicos de anatomía que tanto estudió durante la carrera, fue también depurado. Juan de Mata Carriazo, el nombre que lleva la sala donde se han celebrado las jornadas, fue encarcelado durante nueve meses a su regreso a Sevilla.

 “Pese a la obstinación de algunos, hay que desenmascarar los acontecimientos. El conocimiento de los hechos no se puede hacer desde la ceguera, pese a quien le pese. Hay que poner nombre a las cosas. Y todavía quedan vestigios físicos y mentales en esta Universidad que deben ser analizados”, resumió el profesor de Historia Contemporánea Custodio Velasco. Todavía hay crucifijos colgados en el edificio

* andaluces.es

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