India ¿Hacia una guerra religiosa?

India ¿Hacia una guerra religiosa?

Guadi Calvo*. LQS. Agosto 2018

En 1971, a raíz de la guerra independentista de Pakistán Oriental el actual Bangladesh, contra el entonces Pakistán Occidental, tanto bangladesís como hindúes que vivían en las zonas de conflicto cruzaron la frontera hacia Assam, donde están instalados desde entonces

Narendra Modi, el Primer Ministro hindú, de cara a las elecciones generales de mayo de 2019, en las que aspira a revalidar su mandato, continua con su campaña de hostigamiento contra la comunidad musulmana, la segunda religión de la India con aproximadamente unos 150 millones de fieles, lo que representa casi el 14% del total de 1330 millones de habitantes donde el hinduismo, la religión oficial, cuenta con casi un 84% de adeptos.
Modi, ungido Primer Ministro en 2014 por el neo nazi Bharatiya Janata Party (BJP) o Partido Popular Indio, con la intención de despojar a sus rivales de la mayor cantidad de votantes, ha dispuesto, según sus opositores, con el fin de reforzar la mayoría hindú a expensas de las minorías un blanqueamiento del origen de millones de ciudadanos, cuyo nacionalidad ha sido puesto en duda.

Prácticamente desde su asunción Modi, ha concentrado gran parte de sus esfuerzos en la persecución de los musulmanes, por lo que se han registrado incidentes de diferente gravedad en todo el país. Desde el incendio de sus propiedades hasta el linchamiento de algunos de sus miembros, la comunidad islámica, está siendo perseguida por los sicarios del BJP.
Esta campaña tiene su mejor ejemplo de lo que está sucediendo es el estado nororiental de Assam, en que el Registro Nacional de Ciudadanos de Assam (NRC) confeccionado una lista de cuatro millones de personas, sospechados de ser inmigrantes ilegales por lo que han quedado en un limbo jurídico, lo que podría anticipar deportaciones masivas. No es casual que todos los incluidos en esa lista, a revisar, sean musulmanes y sospechados de ser inmigrantes bangladesíes ya que Assam, tiene una frontera terrestre de 270 km con Bangladesh.

Assam, es un estado de 33 millones de habitantes, que ha vivido décadas de violencia entre indígenas y colonos productores de té. Llegando en 1983 a producirse en la localidad de Nellie, una masacre, que en poco más de seis horas dejó unos 2200 musulmanes muertos a golpe de mobs (machetes), aunque otras fuentes estiran el número a 10 mil.
En las elecciones de medio término de 2016, se impuso en Assam el BJP del Primer Ministro Modi, tras una campaña basada en las promesas de expulsar a inmigrantes ilegales provenientes de Bangladesh y cuidar el derecho de los “locales”.

El Tribunal Supremo del país, que ha controlado el NRC, que solo se aplica en Assam, había fijado el 30 de junio como fecha límite para publicar el borrador de la lista, de los indocumentados, pero fue pospuesta un mes y hasta el 30 de septiembre habrá tiempo para imputar la aparición en esas listas. En el borrador de diciembre último la lista de ilegales había llegado a los 19 millones de personas en estado irregular. En muchos casos, en esta lista aparecieron menores, a pesar de que sus padres estaban registrados como hindúes nativos. Además de personas mayores que con mucha frecuencia por pobreza o ignorancia carecen de documentación. Desde entonces muchas familias viven con el fantasma de la desintegración, dado el largo y alambicado proceso burocrático al que se enfrentan para blanquear su situación, lo que ha producido varios suicidios.

En 1971, a raíz de la guerra independentista de Pakistán Oriental el actual Bangladesh, contra el entonces Pakistán Occidental, tanto bangladesís como hindúes que vivían en las zonas de conflicto cruzaron la frontera hacia Assam, donde están instalados desde entonces.
El crecimiento de la comunidad musulmana en Assam, que comparte frontera con Bhután y Bangladesh, ha sido otro de las excusas agitada por los nacionalistas que acusan a la inmigración ilegal proveniente de Bangladesh, han pasado de ser el 24.68% en 1951 al 28.43% en 1991 llegando en 2011 al 34.22%. Ello ha dado pie al RNC, que no se actualizaba desde 1951, ha una actualización iniciada en 2015, al parecer demasiado amañada, a las necesidades del partido gobernante.
Las autoridades han concentrado en achacar el aumento poblacional de la comunidad musulmana a una descontrolada invasión desde Bangladesh, sin considerar las altas tasas de natalidad, que algunos observadores neutrales han registrado.

Según fuentes gubernamentales serán cerca 5 millones de personas las que cruzaron de manera irregular, por lo que se dispuso que todos los sospechados deban presentarse ante la autoridad competente con documentación para aclarar su situación legal, mientras la construcción de un gran centro de detención para extranjeros están siendo construido desde principio de año.
Por otra parte esta lista ha sido publicada en un sitio web del gobierno estadual, sin considerar que ciento de miles de los involucrados viven en zonas remotas del estado, donde no existe acceso a Internet, por lo que el ejército dispuso de centros informáticos para que quienes lo necesiten puedan consultarlos.
Si bien el proceso de las listas de actualización se ha iniciado hace ya algunos años, muchos consideran que esta nueva actualización abrirá el camino a la discriminación de todas las minorías religiosas, no solo la musulmana, sino también los budistas y cristianos.

Tambores de guerra

La actual situación de los musulmanes del estado de Assam, se asemeja dramáticamente a la crisis de los Rohingya, etnia musulmana del estado de Rakhine en Birmania, que si bien ha sido hostigada por las autoridades nacionales y particularmente el ejército desde 1982, el año pasado la campaña anti Rohingya , obligó a cerca de un millón de ellos a abandonar sus tierras y refugiarse en superpoblados y sórdidos campos de contención en Bangladesh, donde su situación permanece, a más de un año de lo eclosión de la crisis, en otro limbo jurídico.

A pesar de que primer ministro de Assam, Sarbananda Sonowal, declaró a la prensa que: “Quienes se encuentran apátridas de la noche a la mañana no deben preocuparse. Ya que se les daría la oportunidad de probar su reclamo de ciudadanía, que ninguno de los cuatro millones sería enviado a un campo de detención, y que nadie será tratado como extranjero, ya que se les dará una amplia oportunidad a los solicitantes para que demuestren su elegibilidad”, es muy poco factible que eso sea tan así.
Los impulsores de las deportaciones por su parte sostienen que la demografía del estado ha sido alterada por los inmigrantes musulmanes. A su vez los estados vecinos de Assam, Meghalaya, Manipur, Arunachal Pradesh y Nagaland, están reforzando sus controles para prevenir que quienes puedan ser incluidos en esas listas puedan intentar huir hacia ellos.

Una situación similar a la que hoy se vive en Asam, se podría dar en el estado de Bengala Occidental, si el Bharatiya Janata Party, se impusiera en las elecciones de 2019, en la que se prevé la implementación de un Registro Nacional de Ciudadanos en el estado, donde se estima habitan unos diez millones de musulmanes de habla bengalí. Uno de los más importantes dirigentes de BJP de Bengala Occidental, Dilip Ghosh declaró: “Devolveremos a los inmigrantes ilegales a Bangladesh. Están por llegar días difíciles, no toleraremos ningún inmigrante ilegal en Bengala”. A lo que agregó que: “la presencia de 10 millones de bangladesíes ha hecho la vida imposible a la gente de Bengala a causa de sus actividades ilegales, como el terrorismo, la falsificación de billetes y contrabando”.
Es particularmente grave lo denunciado por la primer ministro de Bengala, Mamata Banerjee, que advirtió que estas políticas anti musulmanas encabezadas por Modi, flamante aliado de Israel, podrían conducir a la India a una guerra civil, lo que dado la densidad poblacional y la viejas rivalidades entre hinduistas y musulmanes, no sería una guerra modesta.

Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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