Infancia Clandestina

Historias del tiempo de la derrota.
 
La película Infancia Clandestina, retrata la vida de una familia partícipe de la Contraofensiva Montonera. Es una película brillante, y necesaria. El circo del Oscar puede logar que muchos puedan apreciarla, y discutirla.
En latencia, las historias confluyen a rescatar nuestro pasado. Momentos obscuros, tenebrosos, del tiempo en que tuvimos que perder. De aquello que sembró el olvido, de esos silencios que podíamos percibir. Las mesas familiares se poblaban de discusiones, que un temor sordo, incomprensible a veces, desdibujaba. Los sobrevivientes relataban historias de ese pasado de fuego, pero que servían para temer ese presente en cenizas.
Los hijos de aquellos que sobrevivieron en la memoria nos devuelven, una y otra vez, ese pasado. Rejuvenecen esas historias que habían sido derrotadas por el sentido común, por aquel augurio de venenos que querían volver a servirnos. Desde aquel histórico 24 de Marzo de 1996, pasando por escraches y disputas públicas, que recuperaron la palabra genocidio. Esas banderas de madres y abuelas, repolitizadas y actualizadas. Ese derrotero de mujeres en la plaza, de familiares por juzgados obstruidos.
Otros hijos luego, también con las herramientas del arte, volvieron a diversos pasados personales, para relatar su historia dentro del genocidio. Los Rubios o M; si bien con miradas muy dispares, son ejemplos de aquellos trabajos que no encontraban un encuadre social que contenga  su evocación. Eran recuerdos en tiempos de individuos, miradas personales volcadas hacia un vacío social.
¿Será que no sentimos que la derrota se ha impuesto, que podemos hablar ahora de años tan sombríos como los de la contraofensiva montonera? Es un hijo, nuevamente, el que nos escupe el banquete con su historia enmarcada en la peor derrota de los últimos años, durante la represión la más atroz de nuestro Siglo XX.
La Voluntad, aquella monumental obra de la evocación militante, se veía clausurada en el ’78. Cerraba las puertas del recuerdo en la noche de Graciela Daleo, detenida-desaparecida en la ESMA, sacada por los genocidas al obelisco a festejar con el Pueblo el Mundial de Fútbol. Escenario atroz, una estampa de la impotencia revolucionaria en manos de asesinos. Pero la contraofensiva seguía siendo un lugar demasiado arduo para volver, demasiado incluso en medio de ese carnaval de sangre.
La mirada de Infancia Clandestina permite volver, vivenciar una mirada infantil sobre heroicos hechos que sin embargo también pueden resultar incomprensibles. La ambigüedad del dolor inmenso que nos invade al observar a quienes volvieron, en medio del genocidio. De aquellos que tuvieron a sus hijos, como parte de su vida revolucionaria. Al desmembramiento de una historia política y militante, al abismo del mundo de referencia de aquellos que crecieron con el sueño de la Patria Liberada.
Es una magnifica película, con la profundidad necesaria ante la historia que se narra, y una brillante construcción del relato cinematográfico. Si se contara así cualquier historia, sin dudas sería también una gran película. Pero aquí la conexión entre el relato y la historia, la vuelve sumamente necesaria. La elección para el circo del Oscar le permitirá llenar las salas; sin dudas esto ayudará a que se vea y se discuta. No está saldada la cuenta, y menos aun en este presente de lucha.
La militancia, la doctrina, la organización, la moral revolucionaria, el amor, el deseo, el horror, el miedo, el compromiso, la ausencia, la violencia, el dolor, la muerte. Todo lo que compone la vida, eso que se cuenta en esto que es una película, ubicada en tiempos en que el Pueblo vivía la derrota, y que los cuadros militantes ponían, como todos, su sangre. Se hace presente la memoria, que depende también de quién es el que recuerda, y cuándo puede hacerlo.  Vivimos tiempos de esperanza, de lucha, de sueños. Esas banderas están intactas, pero la historia es otra, y la estamos construyendo. No olvidamos a nuestros muertos, y sabemos que nos acompañan en la lucha. No es un homenaje, la herida abierta no puede museografiarse.
1h 54min‎‎ – Director: Benjamín Ávila – Reparto: Natalia Oreiro, Ernesto Alterio, César Troncoso, Cristina Banegas, Marcelo Mininno, Teo Gutiérrez Romero, Violeta Palukas

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