¿Qué pasó en la selva? Colombia por la Paz

¿Qué pasó en la selva? Colombia por la Paz

¿Por qué creer la versión de un régimen culpable de 3.200 asesinatos de civiles? Sólo tenemos las informaciones de los militares: no hay una investigación seria. ¿Qué credibilidad tiene un régimen capaz de raptar niños en Soacha para asesinarlos y presentar sus cadáveres como “guerrilleros abatidos en combate”? Es triste. El estado colombiano eligió la opción de la guerra, del “rescate” a sangre y fuego, en vez de la opción de paz, que es el intercambio de presos.

1. Nadie sabe lo que pasó en la selva

No tenemos por qué creer la versión de un régimen culpable de más de 3.200 asesinatos de civiles tras los “falsos positivos” y sus mentiras correlativas sobre los presos de guerra que murieron en una operación del ejército, que el estado llama “operación de rescate”, en las que casi siempre resultan varios muertos, operaciones contra las cuales están los mismos familiares de los presos por considerarlas peligrosas. Pero el gobierno igual hace estas operaciones sanguinarias en vez de hacer un intercambio humanitario de presos.

Acerca de la muerte de 4 soldados el sábado 26 de noviembre 2011 en una operación de rescate efectuada por el ejército colombiano en el sur de Colombia, en zona selvática, sólo tenemos las informaciones de los militares, no hay una investigación seria. Nadie sabe lo que pasó en esa selva y es aconsejable usar la prudencia dado que el martilleo mediático nos lleva hacia conclusiones apresuradas: no tenemos por qué creer la versión del generalato de un régimen culpable de más de miles de asesinatos de niños y jóvenes en los macabros “falsos positivos”.

La verdad se sabrá con el tiempo, con mucho tiempo probablemente. Cabe la duda y preguntarse si no es factible que los haya ejecutado el mismo régimen a quién le interesaban más muertos que vivos para su macabra propaganda contra la insurgencia.

Y no sería la primera vez que el régimen asesina para hacer sus montajes. Es importante tener presente el modus operandi del ejército durante la atrocidad que cometieron cuando tomaron el palacio de Justicia (la llamada “retoma del Palacio de Justicia” de 1985, en la que los militares asesinaron a magistrados y guerrilleros del M-19 y luego mintieron sobre sus muertes), en el que asesinaron a quién pudieron y se llevaron a personas heridas que luego torturaron e hicieron desaparecer, entre ellos había magistrados, guerrilleros y hasta personal de la cafetería. Tras decenas de años se destapa la infamia.

Es triste la muerte de los soldados presos de guerra, la de los guerrilleros, la del pueblo colombiano. El estado colombiano eligió la opción de guerra, el “rescate” a sangre y fuego en vez de la opción de paz, como es el intercambio de presos. Con la opción de paz se hubiera logrado liberar a los presos de guerra que hoy están muertos y también, en intercambio, a presos guerrilleros que hoy viven en las mazmorras de Colombia, muchos de ellos enfermos terminales. Y con la opción del intercambio sí se hubiera sabido qué pasó,  ya que se hubiera acordado un espacio determinado con observadores nacionales e internacionales, haciendo las cosas de manera sensata y humanitaria. La opción de guerra deja todo lleno de dolor, de muerte y de oscurantismo, porque no hay manera de saber qué pasó en la selva sino por las versiones de los militares y, para ser justos, no podemos tomar esas versiones como dignas de credibilidad, pues se trata de la versión de un bando, además de un ejército que para hacer una sucia guerra psicológica con la exhibición de cadáveres reales, no ha tenido escrúpulos en asesinar para ello a civiles y presentarlos como “abatidos en combate”.

¿Qué credibilidad tiene un régimen capaz de raptar a los niños en Soacha para luego asesinarlos y presentar sus cadáveres como “guerrilleros abatidos en combate”?

Luego de emitir este cuestionamiento en forma de duda esencial para el tratamiento de la información y de la realidad, emitir otro cuestionamiento ya no como una duda sino como un reclamo a ser correctos en los términos y las categorías conceptuales, ya que por algo existe un DIH (Derecho Internacional Humanitario) que contempla dichas categorías.

2. Los militares, policías y soldados NO son secuestrados, son presos de guerra.

El DIH los reconoce como tales y contempla un intercambio humanitario para que salgan libres en canje por los presos de guerra insurgentes, pero es el Estado colombiano el que se niega a tal permuta, demostrando que no le importan nada los soldados que han peleado en su ejército (funcional del gran capital), los trata como carne de cañón. Por su parte, la guerrilla no ha cesado de hacer liberaciones unilaterales. En el Caguán y subsiguientes oportunidades las FARC liberaron más de 300 presos de guerra en su poder; mientras que el régimen no libera ninguno.

La opción del intercambio sí es la alternativa de paz, es la elección humanitaria contemplada en el mismo DIH, pero el Estado sigue negándose.

¿Si tanto les importa la vida humana a los generales y oligarcas que nunca van a la guerra ellos mismos, si tanto les importa la vida de los soldados (como muestran en la propaganda), por qué se niegan a intercambiarlos por presos políticos? ¿O es que a los generales no les importa, en realidad, esos soldados? Esos combatientes son muchachos del pueblo que, en cambio, sí nos duelen a las y los colombianos que queremos la paz, al igual que también nos duelen los guerrilleros y guerrilleras muertos y los apresados, porque cualquier defensor de derechos humanos sabe que las cárceles colombianas son centros de tortura, en las que el Estado practica el homicidio de presos, a tal punto que mueren por tortura, palizas, denegación de asistencia médica.

En el operativo fue apresada una guerrillera pero en el 99% de los medios y pronunciamientos eso no es noticia, mucho menos tragedia, cuando en realidad sí lo es, ¿Qué suerte le espera en esas cárceles insalubres y masificadas?

3. Planteamientos necesarios y pasos para lograr la paz

A los que queremos la paz para Colombia con Justicia Social, nos duelen todas y todos los hijos del pueblo, nos duelen las y los guerrilleros muertos o presos, nos duelen los soldados muertos y también los presos de guerra. Claro que sí. Por eso lo primero es presionar al Estado para que por fin acepte el intercambio humanitario de presos.

Después es imprescindible que se estudie y contemple la raíz de la guerra, porque la única posibilidad de conciliación real que tiene Colombia, pasa por entender que la raíz de la guerra es la desigualdad social, el despojo permanente a que son sometidos los campesinos colombianos, la represión e intolerancia política con que el Estado colombiano busca eliminar la reivindicación social, que es tan atroz que llega al punto de instaurar el terrorismo de Estado con el empleo de la herramienta paramilitar.

A partir de la comprensión del problema en su totalidad debemos buscar soluciones reales como: reforma agraria, cesación de la entrega del país a las multinacionales, impulso de la soberanía alimentaria, cese de la ocupación estadounidense de Colombia, cese del despojo que perpetran multinacionales y del latifundio, cese del saqueo y su correlativo empobrecimiento, redistribución de la riqueza, cambios estructurales que necesita el tercer país más desigual del mundo (después de Haití según el Coeficiente GINI), pero nunca la solución del exterminio que prona Santos y sus áulicos de exterminar al pueblo constituido en insurgencia.

4. Con relación a la negación del régimen colombiano de canjear presos de guerra

Podría decirse que lo que ha hecho el Estado es asesinar a estos soldados, ha preferido dejarlos en la selva a soltar a los presos políticos y de guerra. Es más, el régimen colombiano ha enviado a 3 guerrilleros (Simón Trinidad, Sonia y otro miembro de las FARC) a Estados Unidos, lo que es una inhumanidad total al privarles de ver de por vida a sus familiares y entregarles a jueces de otro país. Es criminal esa actitud entreguista y necia del Estado.

Las FARC han soltado a más de 300 presos de guerra en los últimos años, el Estado a uno solo. ¿Acaso es esto un “intercambio humanitario” real o justo? ¿Quién es entonces el que no tiene voluntad, las FARC que liberan a 300 presos o el régimen que se niega al intercambio de presos?

5. Secuestros carcelarios y desapariciones forzadas

Hay miles de seres humanos secuestrados realmente de los que los medios de comunicación nunca hablan. Por otro lado, ya que la propaganda habla de “secuestrados”, vamos a poner los puntos sobre las íes y decir quiénes realmente están encerrados en Colombia.

Es necesario que el Estado colombiano libere a los más de 7.500 presos políticos encarcelados bajo montajes judiciales. Estos sí que están secuestrados. La mayoría son civiles (más del 90%), retenidos tras montajes burdos con testigos pagados (paramilitares del ejército que sirven para enjaular a los opositores políticos), con falsas “pruebas” de computadores mágicos o incluso encerrados durante años sin pruebas, como es el caso actualmente de la socióloga Liliany Obando, que lleva más de 3 años encarcelada ilegalmente, sin argumento legal alguno. O como fue el caso del profesor Miguel Ángel Beltrán, que pasó varios años preso sin justificación más que la que el régimen aducía en su contra, la de sus escritos académicos sobre la realidad colombiana, en una evidente persecución al pensamiento crítico y a las ciencias sociales. Igualmente el periodista Joaquín Pérez Becerra, entregado ilegalmente por Venezuela, está preso sin pruebas y la misma Corte Suprema declaró nulidad de los “computadores mágicos”. Sin pruebas, Pérez Becerra está hoy secuestrado por el estado, como miles más de presos políticos.

Asimismo las víctimas y familiares, la sociedad vulnerada por estos crímenes de Estado, pedimos que el régimen colombiano libere a los más de 62.000 detenidos desaparecidos (ONU reconoció 57.200 desaparecidos, la Comisión de búsqueda 62.000 en agosto 2011), estos son secuestrados, torturados y desaparecidos, se desconoce su paradero.

Que el Estado responda. ¿Dónde están? ¿Dónde los enterró? ¿Dónde los sigue enterrando? ¿Dónde se llevan cada semana a los opositores políticos del régimen de Colombia? Porque cada semana desaparecen varios opositores políticos: estudiantes, ambientalistas, sindicalistas, maestros, campesinos… todos borrados por la herramienta paramilitar del régimen y la fuerza pública.

Ya basta de tanta falsimedia, hablemos claro, si quieren hablar de “secuestro en Colombia” es el Estado colombiano y su herramienta paramilitar el que hace del secuestro una práctica sistemática: queremos de vuelta a los desaparecidos y a los presos políticos, que el estado los libere y que cesen los secuestros carcelarios y las desapariciones forzadas.

6. Conclusión

Tenemos que trabajar para lograr la Pazen Colombia y en esa palabra de tres letras caben los sueños de un pueblo, porque la paz verdadera es la que se da con Justicia Social, es decir una Paz que no sea la Pax Romana que pretende Santos o el imperio estadounidense y sus aliados. El pueblo colombiano necesita una verdadera conciliación, no cosmética en la que la miseria seguirá asesinando a más de 20.000 niños menores de 5 años anualmente, muertos por falta de agua potable en el cuarto país con más riqueza hídrica del mundo.

No puede ser que aceptemos que un puñado de familias y de multinacionales acaparen todas las riquezas del país, mientras el pueblo sufre despojo, desplazamiento forzado, miseria, desnutrición, condiciones indignas de vida. No puede ser que aceptemos que las multinacionales destruyan montañas enteras envenenando la fauna, la flora y los habitantes humanos solo para que se enriquezcan unos empresarios del oro, unos banqueros de la muerte. No es aceptable que el pueblo colombiano no tenga educación gratuita y de calidad, que no tenga acceso a la salud y se mueran miles de seres humanos anualmente sin poder entrar siquiera a un hospital porque no son admitidos al no tener la “cuota para el ingreso”. Eso es guerra social y económica y es acabando con esa guerra social y económica que el conflicto social y armado empiece a solucionarse.

Lo que no es aceptable es que haya miles de muchachitos de 18 años que tengan que sacrificarse entrando al ejército colombiano solo porque es la única manera que tienen de que alguno de sus hermanos obtenga una beca de estudios para la secundaria, o que su madre pueda ser admitida en un hospital. Eso hace el Estado colombiano: cambia lo que debería ser un derecho del pueblo (salud, educación) por vidas humanas. Y eso no es aceptable. De esta forma se mantiene el régimen colombiano y se mantiene un status quo de saqueo y empobrecimiento: la población es endeudada hasta la médula y para acceder a los derechos básicos muchos no tienen otra opción que enviar a sus hijos al ejército, que a su vez cuida a las multinacionales.

Esa es la función del ejército colombiano: proteger los intereses de una minoría oligárquica y multinacional (a la empresa Pacific Rubiales, a la Drummond, a la Gold Mines, a la Medoro, a la Oxy, a la Repsol, etc.), mientras que los hijos de los oligarcas no hacen ni el servicio militar porque pagan. Y luego, en el campo insurgente hay miles de muchachos y muchachas que se van a la guerrilla cansados de la injusticia social, de la explotación, de la represión atroz, que luchan para cambiar las cosas, contra un imperio, porque hoy en día son a los bombarderos y la tecnología de EE.UU. a la que se enfrentan. Son muchos los jóvenes que se clandestinizan e ingresan a la guerrilla empujados por la brutal represión que ejerce el régimen colombiano contra la oposición política: ese es un factor fundamental que no puede ser ignorado.

Esta represión descarnada contra la reivindicación social y política es digna de las peores dictaduras y se traduce en que el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo son abatidos en Colombia por la fuerza pública y la herramienta paramilitar del régimen y sus multinacionales. Hay una cifra dantesca de presos políticos, una realidad dantesca del crimen de Estado de la desaparición forzada, todo en Colombia huele a represión: la universidades están militarizadas, las oficinas de sindicatos y de defensores de DDHH tienen puertas blindadas, los abogados de presos políticos viven en el miedo atroz, al menos la mitad del país sufre cruentos bloqueos económicos, el ejército impide la entrada y salida de víveres, de medicinas, causando la muerte de miles de personas por esta carencia. La lista de la guerra represiva del Estado contra la población civil es interminable; la guerra no es sólo contra el pueblo insurgente, en Colombia hay terrorismo de Estado ejercido directamente contra la población civil.

Hay una guerra en Colombia, hay terror de Estado contra la población civil, hay dolor, injusticia y muerte; tenemos que buscar la paz porque nos duelen los muertos, porque nos duelen los presos, porque nos duele la injusticia social que está en la raíz de la guerra.

LQSRemix

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