La ciencia de los sentimientos

La ciencia de los sentimientos

Hace poco, mientras que reflexioné sobre la fascinación y la poesía, comprendí que la literatura en todas sus formas es la ciencia de los sentimientos. ¡Y qué poco conocemos al respecto!.

Las poesías, las novelas y el teatro no sólo nos hacen sentir al conmovernos con sus mensajes. El arte de escribir siempre señala hacia un sentimiento, que generalmente nos remite al nuestro. Parecen historias o metáforas, pero son retratos de sentimientos, otras veces cuadros de acuarela, caricaturas a veces, pero describen qué es sentir y descubren nuevas formas de hacerlo. Incluso podemos inventarlos que que sean reales. Sí, a veces se descubren sentimientos nuevos. Hay que conocerlos, no sólo sentir su eco y vivir lo que sentimos confundiendo lo que es… Porque de tal error parte que sentir se convierta en un sufrimiento, unas veces visible, las más de las veces callado.

El gran error de nuestro mundo es haber llevado los sentimientos al mundo… al de la eficiencia, al de los logros, al del mercado social, como antaño se llevaron a la religiosidad, o a la causa revolucionaria de turno… y no hemos logrado que sean tal cual, de hecho no los conocemos, porque el fracaso del sentimiento no es no lograr la relación con la persona sobre la que vertemos un sentimiento determinado, sino que el fracaso es no sentir. Tal es el drama la sociedad humano a lo largo de la Historia: convertir los sentimientos en creencias o, sucede como hoy, tecnificarlos. La poesía hace que podamos ver este acné del sentimiento, rebelándose e intenta lanzar los sentimientos a la vida y a cada cual. Pero hay que entender y conocer qué es el sentimiento, aceptar que parte y mana de uno mismo sin control y busca en quien depositar sus sensaciones. Y, sin embargo por el contrario,el amor se construye y crecey se ama en la relación, porque amar depende de la voluntad y se hace sentimiento. Pero en la palabra “amar” metemos muchas percepciones, ideas y sentimientos que no lo son.

Nuestra sociedad, nuestro mundo, ha contaminado tanto el lenguaje y sentir que hoy es más una ciénaga que nos hace no entender y zozobrar en nuestras relaciones, que la vivencia de una experiencia interior no controlada, que aparece por sorpresa que irrumpe en el mello de nuestro ser sin que pueda ser calculada ni medida, ni deseada. Así lo expresan los versos de Salvador Negro:

“…. el amor nos ha encontrado ….”.
y:
Mi corazón se arrastra
por una vieja calle que no termina nunca,
y en la que al fondo brilla
un sol que es tan oscuro que no duele...”.

Se ha estudiado la forma de la literatura, en cuanto estilos, época, texto y contexto de la obra o sobre las figuraciones del autor, siempre pretendidas por quien lo interpreta. Se exige el listado de las obras de un escritor, sus datos biográficos asépticos, y esto no es literatura, ni siquiera su envoltorio. Son datos, nada más. Y preguntas y respuestas para un examen.

En la aventura de leer descubrimos mundos interiores, pero ¿cuáles son éstos?…. el mundo de sentir. Es adonde nos lleva la literatura, aunque se ha producido la falsificación de la misma para simplemente entretener o crear historias baladí o de aventuras sin literatura, es decir sin requiebros del sentimiento. Incluso en la poesía es más lo parecido a un sentimiento que genera la palabra que aquello que siente el autor. La poesía disecada cabalga en una sociedad de consumo que cierra sus puertas a los versos que lo son antes de ser escritos.

Los escritores, muchas veces ante la confusión de sentir, mezclan lo que es pasión con el enamoramiento, el amor con la fogosidad sexual, la fascinación con el capricho, la amistad con la seducción, lo cual nos lleva a vivir los sentimientos en un mar de confusiones, que como versa el poeta Toño Morala: “nos convertimos en trotamundos de nosotros mismos sin llegar a ningún sitio”. A veces confundimos el deseo de compañía con el de amar, o la atracción sexual con la pasión, o el ligue con el deleite.

Yo a los cincuenta años de edad descubrí un nuevo sentimiento, quizá ya antes se hubo asomado, pero no lo identifiqué, no dejé que fluyera al pensar que interfería con otro que ya tuve acoplado en mi vida. Al dejar que se vertiera en mi vida me percaté de una fuerza enorme, otra vez, de que amplía la mirada de lo mirado y otra vez la vida cotidiana se convirtió en paisaje. Sentir incomoda en un vida pautada y medida, porque los sentimientos carecen de reglas y sobre todo nos vienen. No puedo decidir sentir. Sí intervengo en si voy a seguirlo, sobre mi conducta, pero no pudo querer sentir algo más allá la voluntad de convivir con alguien, porqueel sentimiento no lo elijo y no siempre nos lleva al otro, o más bien, a veces como el enamoramiento, es distancia, sobretodo y esencialmente la distancia de una imagen…. y la literatura está plagada de referencias a este sentimiento. Incluso se puede llegar a amar a quien te odia profundamente sin quererlo. Y la ausencia no se entiende y se busca hacer presente lo sentido en el verso, y se huye al mismo tiempo porque carece de parámetros. Escribe Felipe Piñero en el poema “El dolor de los sueños”:

.“…Embriagado de dolor ajeno
y postrado a oscuras
intento abrir los ojos
para dejar de soñar”.

Una vez hablé con una persona sobre una determinada situación sentimental, de desencanto, pero que resultó estar dentro de otra historia sentimental que a su vez envuelve otra… Lloró. El caso es que achacaba su “fracaso amoroso” y mal estar al ego, a la vanidad, al amor propio, a…, como si fuera una cuestión meramente psicológica. Esto es lo que ha hecho nuestra sociedad: psicologizar los sentimientos, de manera que son conducta o conciencia, o mentalidad, cuando son sentimientos que pueden afectar a lo demás, pero no es una cuestión psicológica ni cultural, sino propia del ser humano y más aún: propia del individuo, de cada persona. Este es el gran descubrimiento de la ciencia de los sentimientos. Y también que hay muchos más que los que nombramos en el lenguaje. Otros que apenas damos importancia como el cariño y el cariño especial hacia alguien.

.Muchos sentimiento los estropeamos y destruimos cuando queremos vivir una relación que se basa en otro sentimiento. Y somos tan torpes en el sentir que sufrimos porque no lo entendemos. Y descubro nuevas formas ¡creyendo haber sabido! y me enseña quien no sabe sin saberlo. Hay un impulso poético innato que da lugar al deseo de sentiry quizá sea éste el sentimiento más característico de la modernidad hoy, con sus trampas y a la vez con su belleza y  potencial creativo. Conocer y reconocer este sentimiento nos haría sonreír.

Otra cosa es cómo reaccionamos a ellos y cómo los vivimos, generalmente ignorando qué son. Porque un sentimiento determinado se suele asociar al sujeto al que se dirige, cuando no es sino la focalización del mismo (Guerin, Durrell). Como expresan los versos de Azarías:

“¡Con un cincel de rocío
tallé tu nombre en el viento;
y el eco, cariño mío,
te grabó en mi pensamiento…
!”.

.Un día mi hijo de 1º de Bachiller, Ramirín, hablaba con dos compañeros de clase sobre si el personaje de una novela menta o no. Intervine para decir que puede ser que mienta, pero que dijera la verdad si es que se engaña a sí mismo ese personaje. Comentamos que las variables de los sentimientos son muy amplias, que no se pueden calificar sin más… Simón habló del amor platónico, y hablemos del tema. Luego añadió un amor que nunca lo había tenido yo en cuenta, y no es poco corriente, lo llamó “amor aristotélico”: aquel que se produce debido a una atracción por intereses que ambas partes de la pareja coinciden en que les conviene y se unen. Algo que funcionó años atrás como formalismo de relación matrimonial, pero que sigue, lo mismo que hay una atracción por interés sexual.

La literatura funciona de la misma manera que un microscopio que ve la célula, o para otros sentimientos a modo de telescopio con el que se ven los astros del universo. De esta manera la amalgama de sentir es observada y podemos analizar los átomos de los sentimientos y las energías que lo forman y cómo funcionan. Sabemos, no mucho, de las patologías del sentimiento, como los celos, la iracundia pasional, el desencanto por no conocer qué es sentir, la apatía emocional, la relación por la relación, la búsqueda del otro creando espejismos de sentimientos, la construcción de distancias artificiales y sentimientos reflejos que hoy abundan e debido a internet. Los sentimientos enferman cuando no dejamos que fluyan, cuando no reconocemos que sentimos y vivimos desde ellos. Cuando son confundidos con otros aparecen formas negativas que nos hacen sufrir.

A veces el sentimiento busca un sentido, un saber a través de la poesía, pero otras veces existe el sentimiento poético que puede ser inspirado por alguien, pero quererlo vivir fuera de la poesía hace que se desvanezca porque no se ajusta a lo que es. Y lo llamamos “sueño” como en el poema “Navío estelar” de Sandra Sánchez:

….mareas en el alma…,
pero más arriba
vive un corazón
que guardo con recelo
en la caja de mis sueños”.

La escritura señala los sentimientos, las novelas cuentan las consecuencias de su desenlace para manifestar diferentes maneras de sentir con respecto al otro. ¿Qué hace que Dimitri Karamázov vaya tras Kátenka y acabe encarcelado?. No es lo mismo que el encuentro de Marcel con Gilberta al final de sus vidas, tras haber amado cada cual por su cuenta y encontrase al cabo de los años y cada uno se pregunta ¿qué sentimiento he ocultado?. O  qué siente Juanito entre Fortunata y Jacinta, vivencias de sentimientos distintos que siempre se asocian a personas diferentes, sin hablar de estos temas y tampoco se viven con el fin de mantener una formalidad social que define los sentimientos fuera de ellos. Y así nos va.

Bastaría aplicar la ciencia, la observación, para comprobar que sentir es lo único que no puede ser dirigido, ni creado desde fuera como sí lo es el deseo a través de técnicas publicitarias. O pensar, que puede ser modulado desde influjos externos, de manera que la conciencia no siempre es lo más consciente. Por eso para controlar a los individuos se acude a la moral o al consumo o a programas de divulgación tipo Punset que simulan conocimiento científico sobre la base neuronal de los sentimientos…. trasladando la biología a lo que no es biológico, atraviesa el cerebro, o mana de él, pero tiene ser propio. La poesía es la observación científica de sentir… Lo que no saben ni tan siquiera los poetas, que pienso no saben lo que escriben… por eso es poesía… 

Y, sin embargo, salta la poesía, como cuando escribe el Príncipe Contrahecho:

Escribir como imaginar y a la vez sufrir,
morir y sanear el paso maltrecho,
ocultando como putas el sonido del papel
cuando está habitado de voces de estilográfica”.

.Hasta la división del saber revela que los sentimientos se consideran palabras, palabrería: “letras o ciencias”, cuando debería ser ciencia de la biología, ciencia matemática, ciencia del sentimiento, etc…

 

“… Todo empezó
una tarde en el desván
disfrazado de princesa.
Busqué mi príncipe azul
y no lo encontré
escondido en la buhardilla
quise vivir y no vivir....
… me llevaron las abejas
a un panal de sal y miel”.

* Ramiro Pinto

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