La mujer cubana en el nuevo contexto económico

La mujer cubana en el nuevo contexto económico

En su condición de estado signatario de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), Cuba muestra resultados en materia de seguridad social, educación sexual, empleo y empoderamiento femenino.

La profesora Magalys Arocha Domínguez, experta del Comité para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer entre los años 2005-2012, comenta a nuestros lectores sobre la aplicación de esta Convención en la Isla.

¿Cómo se cumple con los principios de la CEDAW en un contexto marcado por la actualización del modelo económico y la celebración del reciente Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC)?

En Cuba ha habido una voluntad política muy fuerte con todo lo referido a los derechos de las mujeres. Fuimos el primer país que firmó la Convención y el segundo que la ratificó.

Tenemos la igualdad constitucional de la mujer y eso no tiene ninguna alteración hoy por hoy, pero la actualización del modelo económico pone en primer plano un grupo de cuestiones relativas a los derechos y la igualdad, en el tema de las modificaciones en la gestión de la propiedad y en la organización del trabajo.

Todo eso representa un gran desafío para mantener los derechos hasta ahora alcanzados en el ámbito laboral e impulsarlos en esas nuevas condiciones.

Las cubanas llegan a este proceso de actualización con muchas ventajas, como tener un nivel elevado de instrucción y de calificación profesional. El desafío está en cómo rompemos algunas trabas mentales para que las mujeres se sientan en competencia.

Hay que enfrentarse a esa subjetividad retrógrada que considera que ella no puede insertarse en un trabajo competente con una nueva forma de gestión.

Debemos hacer análisis coyunturales con los gobiernos locales para ver dónde se abren fuentes de empleo femenino y cómo ellas pueden incorporarse a las tierras en usufructo en el ámbito rural y a todas las fuentes de empleo que existen en el país.

Estas nuevas condiciones nos deben servir para que las mujeres se inserten en el trabajo por cuenta propia también como propietarias y administradoras, no solo que sigan el patrón típico de ser empleadas.

No se puede desconocer que podría haber algunos riesgos. Con estas nuevas formas de gestión se puede perpetuar la concepción de que la mujer es para los servicios, el cuidado y que solo se encargue de la cocina, hacer las camas, limpiar las casas.

Tenemos una nueva mujer que difícilmente pueda ser explotada, pero me preocupa más que, quizás acomodada en un trabajo mejor remunerado en la gestión por cuenta propia, deje un empleo que le produzca satisfacciones en otra actividad para ir a reproducir el trabajo del hogar.

Esos riesgos no tienen por qué ser alarmantes. Hay que trabajar con las mujeres.

Creo que ellas están bien colocadas en su puesto y que aquellas que entran en la nueva forma de gestión lo hacen porque van a ganar.

¿Cómo encaja todo esto con la situación de baja natalidad que tiene el país?

Los desafíos que tenemos hoy con la actualización del modelo económico, más los debates que se produjeron en el Congreso de la FMC y la participación de la mujer en la vida económica del país, vienen matizados por las modificaciones que se han producido en la fecundidad y la natalidad.

Los cambios que han ocurrido en Cuba -con la educación de las mujeres, el acceso al trabajo y al mundo profesional- fueron revolucionarios porque vinieron acompañados de mejores estándares de vida para ellas y de un mayor reconocimiento social.

Pero empezó a ser un fenómeno preocupante para la sociedad -y no para la mujer de manera en particular- cuando comenzamos a correr el riesgo de tener una tasa de decrecimiento poblacional.

También hay factores económicos que influyen. El aplazamiento de la maternidad ha provocado que muchas veces las mujeres se queden con un solo hijo.

Hay que seguir trabajando. Creo que es un reto para el país crear mejores condiciones para la pareja que decide tener un hijo. El país tiene conciencia de esto y se ha discutido mucho en la Federación, en el Congreso y en otros espacios.

La reproducción y la natalidad no son un problema de las mujeres, aunque no se puede hacer sin ellas. Es un problema de la sociedad, que es la que necesita reproducirse y por tanto la sociedad tiene que enfrentarlo.

* Publicado por Bohemia

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