La resurrección de los politicastros

Acabo de leer  hasta el fin “The Resurrection of Aristocracy” de Rudolph Carlyle Evans, y la suerte ha hecho que me quedara con esta sentencia que dice: “The new feudalism where a warrior elite will dominate the massews” ( estamos “en un nuevo feudalismo donde una élite guerrera dominará las masas”).  Y yo me barrunto que tal lance se ha conseguido gracias al Asno, pues toda la corte celestial sabe de este chasco  que fue causa ayer como hoy de aquel odio-amor que tuvieron el Asno y Dios, hasta que la suerte hizo que quedara el pueblo muerto en combate descomunal, terrible y fiero.

Con esto del feudalismo, me viene a la memoria un tal Miguel de Vergas, virtuoso y pío, que hizo la torre de la Trinidad en la parroquia del arrabal en Salamanca, que era amigo de Fr. Bernardo de Boil, sacerdote ermitaño de Montserrate, que gozó de gran fama en tiempos de los Reyes Católicos y fue enviado con Colón en 1493 a catequizar a los indígenas del Nuevo Mundo recién descubierto. Fue el primer apóstol pedófilo de las Indias y empedernido follador, que por eso se llevó consigo, de bulto, a Miguel de quien se había enamorado por detrás; llevaba boina, especie de gorra, y bojaba, quitaba la flor, aguas y manchas del cordobán de las indias rayéndolo con la estira. El río de la Plata y las Américas pobló de Asnos.

-¡Dale bola¡ le dijo Miguel a Bernardo, refiriéndose a la marcha de Colón, en la que se manifestaba la impaciencia que produce la repetición continuada de un error o despropósito.

-Bojiganga me parece, respondió Bernardo, esta compañía que somos de farsantes que representamos la comedia del exterminio de los pueblos.

Colón, en su carabela,  llevaba en la boca una estaquilla de retama  como la que se pone en la boca de los carneros y ovejas para que babeen. Bocanegra, bocateja parecía. Bocarón que mecía el fuelle del órgano con el cañón de viento. Movía los labios como las bestias cuando comen o beben. Estaba haciendo bodoques, comía tierra, simulando al buey empleado en la caza de perdices.

Dirigiéndose a los dos, a quienes espantó, les dijo:

-Sois unos bocones. Habláis mucho como los politicastros. Prosiguiendo: sabed que no se hace la boda de hongos, sino de buenos bollos.

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