La transformación económica de Bolivia

La transformación económica de Bolivia

Varios autores*. LQS. Octubre 2019

Es necesario hacer hincapié en la enorme importancia de la nacionalización de los hidrocarburos para el progreso económico de Bolivia de los últimos 13 años

Resumen ejecutivo

La economía de Bolivia ha experimentado una transformación estructural durante la presidencia de Evo Morales. El PIB real (ajustado a la inflación) per cápita creció en más de un 50% en los últimos trece años. Esto equivale al doble de la tasa de crecimiento de la región de América Latina y el Caribe. Aún cuando la economía regional latinoamericana sufrió una desaceleración en los últimos cinco años, Bolivia tuvo el mayor crecimiento del PIB per cápita en América del Sur.

Durante la mayor parte de los últimos 13 años, Bolivia ha tenido superávit en la balanza de pagos, lo que ayudó a mantener la estabilidad macroeconómica. El sólido crecimiento económico del país ha contribuido sustancialmente a la reducción de la pobreza y la pobreza extrema. La tasa de pobreza ha caído por debajo del 35% (estaba por debajo del 60% en 2006) y la tasa de pobreza extrema es del 15.2% (estaba por debajo del 37.7% en 2006).

La transformación económica de Bolivia fue posible gracias a un conjunto de amplias transformaciones políticas en el país. Éstas incluyeron una nueva Constitución con directrices económicas importantes; la nacionalización y propiedad pública de recursos naturales y de algunos sectores estratégicos de la economía; una inversión pública redistributiva y una implementación de políticas salariales; la coordinación de políticas entre el Banco Central y el ministerio de Economía y Finanzas; y las políticas monetarias y cambiarias dirigidas a desdolarizar el sistema financiero boliviano.

La renacionalización de los hidrocarburos en 2006 fue vital para el progreso económico y social de Bolivia. En los primeros ocho años de la presidencia de Morales, los ingresos del Gobierno nacional por hidrocarburos aumentaron casi siete veces, pasando de $731 millones a $4.95 mil millones; y aunque parte de esto fue consecuencia del aumento de precios, la mayoría fue el resultado de la nacionalización y de los cambios de política relacionados.

Es necesario hacer hincapié en la enorme importancia de la nacionalización de los hidrocarburos para el progreso económico de Bolivia de los últimos 13 años. Estos ingresos fueron fundamentales a la hora de permitir que el Gobierno lograra una estabilidad macroeconómica (por ejemplo, evitar problemas en la balanza de pagos, mantener un tipo de cambio estable, aumentar enormemente la inversión pública), además de financiar el gasto social.

También es evidente que la capacidad del Gobierno de elegir este camino mucho más productivo solo fue posible después de liberarse de las limitaciones de los acuerdos del FMI. Cuando Evo Morales tomó posesión del cargo en 2006, Bolivia llevaba operando bajo los acuerdos del FMI por 20 años, y su PIB per cápita era inferior al que tuvo en 1980. Un repaso de los documentos del FMI muestra la oposición del organismo internacional a cualquier tipo de nacionalización o incluso a intentos menores de aumentar el control gubernamental sobre los recursos de hidrocarburos. “El personal [del FMI] agradece el compromiso del presidente Mesa con vetar cualquier ley de hidrocarburos inapropiada”, frase que apareció en la Quinta Revisión del FMI en virtud del Acuerdo “Stand By” (de préstamo) en marzo de 2005, poco más de un año antes de la nacionalización dirigida por el sucesor de Mesa, Evo Morales.

Si bien algunas de las medidas económicas de Bolivia durante los últimos 13 años se ajustan a las prescripciones de políticas estándar, otras implican el uso de un agregado de políticas heterodoxas junto a herramientas ideadas por ellos mismos.

Por ejemplo, empezando en 2010 el Banco Central ha aplicado una política monetaria poco convencional a través de un programa de flexibilización cuantitativa, con el fin de comprar instrumentos financieros emitidos por empresas estatales y bonos del Gobierno. En diciembre de 2018, casi la mitad (44%) del balance del Banco Central se invirtió en activos nacionales (frente al 12% en 2010). Es importante subrayar que este aumento significativo en el dinero creado por el Banco Central no estuvo acompañado por un aumento en la tasa de inflación de precios. Los fondos del Banco Central están destinados a contribuir con el programa de inversión de Bolivia en los gastos de capital de sus empresas estatales estratégicas (EEE).

El compromiso del Gobierno con la inversión pública también está fuera de las recetas convencionales dominantes en la actualidad, y ha mantenido la inversión pública de Bolivia—como porcentaje del PIB—en el nivel más alto de América Latina. El conjunto de la inversión (pública y privada) también ha sido sustancialmente más alta que en el pasado, con un promedio de 21.8% del PIB en los últimos cinco años. Y los esfuerzos de Bolivia para promover el crecimiento económico se han centrado en el mercado interno, en línea con su estrategia de desarrollo.

El compromiso de Bolivia con el crecimiento económico del PIB se ha concentrado en el mercado interno, en consonancia con su estrategia de desarrollo. Ha habido aumentos sustanciales en el consumo de los hogares (4.7% de crecimiento anual promedio real entre 2006 y 2018), formación bruta de capital fijo (9.2%) y gasto público (5.3%). Las exportaciones también han crecido, pero a un ritmo más lento (un promedio de 1.9% anual). De hecho, en los últimos años Bolivia ha mantenido la inversión en niveles muy altos en comparación con el pasado. Durante los últimos cinco años (2014-2018), los niveles de inversión han promediado el 21.8% del PIB anual.

También ha sido impresionante la variación en el tamaño del sistema financiero boliviano. Los depósitos han crecido a una tasa promedio anual del 14% (entre 2008 y 2019). El tipo de cambio y las políticas monetarias de Bolivia han sido factores clave para re-bolivianizar el sistema financiero: la proporción de depósitos en dólares en el sistema financiero ha disminuido del 34% en 2008 al 1% en 2019; todo gracias a una combinación de desincentivos y regulaciones. Los préstamos dirigidos a sectores productivos y con topes máximos de tasas de interés bajas son parte del conjunto de herramientas que las autoridades monetarias han implementado con éxito. El crédito total en el sistema financiero ha crecido a un promedio de 16% por año desde 2008.

Sin embargo, quedan desafíos importantes. Aunque Bolivia ha experimentado un crecimiento económico sostenido durante estos años, sigue siendo uno de los países más pobres de América del Sur. Su sector de exportación sigue concentrado en términos de productos y destinos. El crecimiento de la inversión en Bolivia ha ocasionado recientemente déficits considerables pero aún sostenibles en su cuenta corriente, así como déficits sustanciales no financieros del sector público. El Banco Central ha contribuido a esto financiando los gastos de capital de las empresas estatales. No se prevén riesgos importantes para la cuenta de capitales de Bolivia, pero cabe destacar que una gran cantidad de activos financieros de los bolivianos se depositan en el extranjero. Si bien ha habido un aumento reciente en la deuda pública denominada en el exterior, no representa un riesgo a corto o mediano plazo, principalmente porque es a muy largo plazo y también por ser un préstamo con condiciones favorables (es decir, muy por debajo de las tasas de interés del mercado).

Las autoridades bolivianas están promoviendo importantes inversiones en políticas de soberanía alimentaria, con el fin de convertirse en una potencia agrícola para diversificar la economía. También están atrayendo inversiones considerables para industrializar sus materias primas, con el objetivo de llegar a ser un líder mundial en la exportación de baterías de litio. Estas inversiones estratégicas son parte de la Agenda 2025 de Bolivia que guía su política económica a mediano plazo.

Leer el informe completo publicado por el Center for Economic and Policy Research (CEPR), clic aquí

* Andrés Arauz, Mark Weisbrot, Andrew Bunker y Jake Johnston
ALAI. América Latina en movimiento

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