Morueco. Carnero padre

Morueco. Carnero padre

La mamá tiene sobre sus rodillas a una  niña que, vaya por donde, no había sido bien concebida. El engendro anterior había  sido abortado por la comadrona doña Africa, gran mujer, soberana, del barrio de Carabanchel Bajo, en Madrid, que dio felicidad a muchos matrimonios y  a muchas mujeres solas o con compañía, y que tuvo un fin desastroso por culpa de una lagarta hija de puta que la chivó a las autoridades del momento, porque no quiso pagar los emolumentos que la comadrona le pedía, habiéndole practicado, encima, el aborto con empeño solicitado.

La niña tenía aires, gases,  en el vientre, y la madre le pegaba en el morterete, también en el bobito y pitirre bobo,  para que arrojase las salvas como se hace en las festividades. La madre era mujer de militar y le decía a la niña cantando:

–  Ay, mi pieza bonita de artillería con que se disparan bombas.

Junto con las risas de la niña, producida por las caricias y las cosquillas,  comenzaron a explotar una porción de proyectiles, lo mismo en sentido material que espiritual. Los proyectiles no se prestaban al alcance de los mortales. ¡Qué misterio¡,  Pero sí la artillería., como aquella que sonó cuando los suecos eligieron rey en 1810 a Carlos Bernadotte, general de Napoleón.

Dicen que el cura de Palacios, en Burgos,  persona alta y desgarbada, también le había llevado a abortar a su sobrina, y él nunca había dicho nada. Ya es decir.

Hoy, en que se vive una feria autoritaria y eclesiástica en cierta constelación borricona,  demasiado sufrida, burra de carga, atada en biricú, cinturón de dos correas que se reúnen en el tahalí, donde los cristianos suelen llevar reliquias, medallas u oraciones, un borreguero, que cuida de los borregos, va diciendo por ahí que “el bigote al ojo aunque no haya  un cuarto”, aconsejando no achicarse en las situaciones malas, que lo son todas en birlesca, junta de ladrones y rufianes.

El dice que le llaman Morueco, carnero padre, y Artajerjes Longanizo, bendecido por la Iglesia; que guía a su nación dividida por una línea diagonal que va de arriba abajo y de derecha a izquierda para el ciudadano, o sea, desde el ángulo siniestro  del jefe atabanado, con pintas blancas en los ijares y en el cuello, al diestro discípulo de la punta en tenazón.

Ellos dicen que en una reunión con un atajo de borregas marianas, a la que había asistido cabalgado en borrico por mayoría absoluta,  había dejado dicho: “a la borrica arrodillada doblarle la carga”. Lo que les pareció encantador a las borricas y a los borricones. Su política de la vida diaria trae los atabales a cuestas, conocida de todos por sus bellaquerías. En atacola, correa u orillo para recoger la cola del caballo, interrumpe a capricho el discurso de una separación poniéndoles atalaje a unos recién casados que siguen la doctrina verdadera de Félix, obispo de Urgel que, en unión de Elipando, primado de Toledo, niegan la humanidad de Jesucristo.

-“Este es un pueblo atarugado que va tendido sobre las caballerías”, dejó dicho Juan Boscán, caballero catalán, gran humanista, ayo, preceptor, educando, del Gran Duque de Alba,  quien usaba atanquía, ungüento para arrancar el vello, en el estilobato que suele haber delante de los templos.

Hoy es un cuadro de país poblado de espesuras. Hay borrina, niebla densa y húmeda, parecida a esa que llevó a analizar al Laboratorio Municipal de Burgos una señora, pues, como dijo ella: “esta niebla de hoy es como la niebla que había en tiempos del Caudillo”, y ella quería saberlo para quedarse tranquila al atar de los trapos, atando corto a unos, los trabajadores, los parados,  limitando su libertad completa de acción, como entonces.

Volviendo a la madre que tiene a su niña sobre sus rodillas, escuchamos que le dice, otra vez acariciándole el panderete, bobito y pitirre bobo,  cantando:

-Mi niña
Este tu As de Oros
Que no te le jueguen
Bobos.

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LQSRemix

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