Norias y zanahorias

Norias y zanahorias

Por si alguien albergaba alguna duda, después del acto teatral esperpéntico del "estado de la nación", ha quedado claro que no podemos esperar nada de tamaños figurantes. Rajoy y sus secuaces se han instalado en una política-ficción que únicamente se sostiene por el latrocinio incesante a las clases desfavorecidas y el constante reparto del botín entre los que cortan el bacalao. La impunidad es total para los gángsters de la instalación de jauja. Los delincuentes de cuello blanco prosiguen haciendo vida normal en lugar de estar entre rejas, mientras la fiscalía anticorrupción más bien parece que es el abogado de los vampiros financieros que desangran el país con total impunidad.

De Mariano Rajoy y sus ministros solo se puede esperar exasperación, puesto que los mecanismos de esta “democracia” hacen poco menos que imposible mandarlos a su casa o a prisión, según los grados de lenidad y mangoneo. La mecánica de la mayoría absoluta parlamentaria está siendo aprovechada por este sujeto y los oligopolios adyacentes anclados en el franquismo para arramblar todos los recursos públicos y rentables que quedan. Y así, dejarnos a los demás en cueros y sin posibilidades de recuperación.

La terca realidad se impone, para pesadilla de los que huyen de la misma, desviando la mirada y evitando salpicaduras, es la de los millones de parados sin presente ni futuro, los jóvenes obligados emigrar, los enfermos que se mueren en los pasillos de los hospitales públicos, los crónicos dependientes sin ayudas, los medicamentos contra el cáncer suprimidos por demasiado caros, los desahucios por una ley demencial e insólita que obliga a seguir pagando una vivienda a pesar de que te la hayan confiscado; la numerosa gente que busca alimentarse de la caridad o de los contenedores de basuras, la subida incesante y descarada de la energía, con un ministro mojigato al servicio de las corporaciones del gas y la electricidad. El incremento de las facturas del agua corriente, la recogida de basura, el encarecimiento de los precios de alimentos básicos sin ningún control…todo esto y mucho más es lo que ocurre diariamente en este país. España es el país que bate todos los récords: la telefonía más cara, los bienes manufacturados más caros; en fin, los servicios más caros de la UE. Asimismo, destacamos en materia de fraude fiscal y en fortunas depositadas en paraísos fiscales. El nepotismo es ley en el Partido Popular: los familiares cercanos o allegados copan los puestos del chollo nacional.

A la carestía de la vida, decretada por la vía legal, hay que sumar el prolijo universo del choriceo. La corrupción que no cesa, sobremanera en los círculos más estrechos del propio gobierno. Los sumarios se amontonan en los tribunales, pero el PP se defiende como gato panza arriba o rata acorralada, entorpeciendo la labor de la justicia, castigando jueces y lanzando pelotas fuera para ganar tiempo. Urdangarin, la infanta Cristina de Aizoon, Nóos, los indecibles tentáculos de Gürtel, Marbella, Mallorca, Blesa, Marsans, aeropuerto de Castellón y un constante etcétera sin ningún viso de enmienda o contrición.

Eso sí, obedecen a la iglesia golpista y reaccionaria de Rouco Varela. La mitad del gobierno PP lo conforman feligreses de la poderosa y fanática secta ultracatólica del Opus Dei. De ahí que, en pleno siglo XXI, el ministro Ruíz Gallardón vuelva la vista atrás y se empeñe en llevar adelante una versión de la ley del aborto absolutamente retrógrada. En general, con este ministro retrofranquista se ha endurecido la represión de manera exponencial. Precariedad económica y palos a la crítica la protesta es la fórmula gubernamental.

La democracia española no conoce la indispensable separación de poderes propugnada por el barón de Montesquieu. Es otra cosa. Es perenne Transición.

¿Cómo se puede hacer frente a esa apisonadora? Se podría, contando con ciudadanos bien formados y con criterio. Pero sucede que también estamos a la cabeza de analfabetismo funcional; y, los jóvenes españoles, protagonizan un año tras otro, el mayor fracaso escolar, según el Informe Pisa…Se podría, tal vez, con una oposición ágil, honesta y liberada de las ataduras de la maquinaria burocrática partidaria. Pero no es así. En el mal teatro del “estado de la nación” se ha podido ver, negro sobre blanco, que lo que les interesa a los protagonistas del binomio “político” es prolongar el "statu quo". La estabilidad de la alfalfa del pesebre. El reparto de roles y dietas de asistencia.

Evidentemente, el partido que gobierna este carromato de tartamudos ha traicionado el programa con el que se presentaron a las elecciones y le han dado la vuelta como un calcetín. Nada se decía de recortes brutales y de sangrías al por mayor del cuerpo social. Un fraude como una catedral. Se presentaron como "centristas" y se han ido a la derecha radical.

Luego, además, mucha gente aún acarrea un miedo latente, difuso pero sólido y paralizante. Un miedo bloqueador y supersticioso, mefítico, reacio a cualquier cambio y predispuesto a comerse cualquier zanahoria que le ofrezcan los de arriba. Y Rajoy es un consumado especialista en el reparto de norias y zanahorias.

En un país de tamaña deficiencia educacional y cultural, el gobierno atrabiliario de Rajoy decide gravar a la cultura con un IVA imposible. Eso en lugar de fomentar la lectura. Y en pleno siglo XXI, el ministro del ramo hace hincapié en el más anacrónico folklore del ruedo ibérico, para decretar que las corridas de toros son nuestro más genuino emblema cultural. Y lo subvenciona sin ambages.

El todo va bien, modelo botafumeiro, es una afrenta permanente a la precariedad y a la lógica concreta de los hechos. Las cosas van entre mal y muy mal. Saltar a la comba de "somos los mejores" supone un insulto al sentido común.

Pero Rajoy y su gobierno han decidido, psiquiátricamente, que todo eso que falla no es así porque ellos no lo quieren. Y se han lanzado a un discurso triunfal de mentirosos compulsivos o locos de atar. Una de dos.

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