Notas sobre la situación política en el estado español

Notas sobre la situación política en el estado español

Acacio Puig. LQS. Mayo 2021

Los recientes resultados electorales en la comunidad de Madrid hacen visibles graves problemas de fondo que interpelan con urgencia a quienes estamos comprometidos con un presente vivible y un futuro de igualdad en libertad en un planeta vivo. Ese es el contexto de las breves notas que siguen.

1.-Una barbarie de nuevo tipo pero con raíces hispanas

La alargada sombra del catecismo de Bannon-Trump impregna la derecha y refuerza sus políticas simplistas basadas en el todo vale y el derecho a mentir para ganar, conquistando gobiernos y colonizando conciencias. La pervivencia de arquitecturas ideológicas franquistas desde la monarquía heredada hasta las impunidades de sectores clave como la judicatura, fuerzas armadas (y otros) sobre el sustrato constituido por un modelo económico y fiscal neoliberal rancio y depredador: el conjunto configura el hábitat de una burguesía que aprovecha lo más reaccionario de lo nuevo con las zarpas asentadas en lo viejo.

La judicatura garantiza la impunidad de unos y persigue a otros. Las fuerzas de orden público usan a su gusto la Ley Mordaza, que también denunciaba recientemente Amnistía Internacional. La banca no solo no devuelve los créditos que la salvaron de la quiebra y la capitalización extra impuesta durante años por la ley Montoro (los recursos municipales… ¡mejor en la caja de los bancos!) sino que se reestructura y despide para garantizar la máxima rentabilidad a sus accionistas. Los fondos europeos tan esperados parece que abonarán esencialmente a las empresas del Ibex, pero nada indica que tengan una función social directa más amplia ni que vaya a articularse ningún control social organizado por parte de quienes siempre “quedan atrás” en el modelo capitalista.

De modo y manera que el denominador común de PP, Vox y Cs -como evidencia la crisis Covid- es que esa tríada se reafirma en el neoliberalismo más feroz: ningún reforzamiento de lo público, bajar impuestos a los ricos (incluidas sus recientes “propuestas” de ley de sucesiones), mantenimiento de un modelo económico de servicios basado en sectores como turismo y aledaños (por clientelismo)… y reforzar la sangría de los bienes comunes para acelerar su privatización.

Es decir que la invasión pandémica no ha modificado un ápice esa situación; bien al contrario parece reforzarla si no en todo el país, al menos en enclaves decisivos de la España de siempre y la venenosa persistencia del llamado franquismo sociológico.

En el caso específico de Vox neoliberal hasta el tuétano y tan trumpista como sionista, completa sus blasones mediante su llamada “lucha cultural” y practica la adhesión sin disimulo al franquismo golpista. Todo ello resulta especialmente grave y peligroso dada su presencia institucional y mediática y su disposición a poner palos en las ruedas de cualquier evolución hacia cotas mejores de democracia para la mayoría: las mujeres, l@s trabajadores, l@s emigrantes.

2.- El centro político existe aquí hace muchos años

La pugna por “el centro” prosigue, agitando el espantajo de sus supuestos valores a pesar de su uso rastrero y meramente instrumental y clientelar. Pero el centro lleva décadas ocupado: en la España que amaneció tras la muerte del dictador el centro político lo ocupó el PSOE realizando las tareas propias de un centro europeo y neoliberal.

El PSOE está siendo el garante del régimen del 78 (constitución monárquica, derechos políticos formales –aunque siempre amenazados por leyes de ocasión- y derechos sociales degradados respecto a las ratios europeas cuando no prácticamente inexistentes, mantenimiento consensuado del nervio de viejos aparatos de estado, a pesar de inevitables saneamientos de El Valle de los Caídos, sacando de allí la momia del dictador y avanzando una nueva ley de Memoria Democrática.… Ese es el fundamental capital programático del centro; en eso está, más o menos contradictoriamente, el PSOE.

Si añadimos las sucesivas reestructuraciones y primera ola de liquidación de sectores estratégicos, la incorporación institucional a Europa y militar a la OTAN, junto a la adaptación “civilizada” al reglamento neoliberal, el asunto es claro: desde el fin del franquismo el centro fue ocupado por la socialdemocracia y como corresponde a ese espacio político, oscila desde posiciones de centro-derecha (felipismo) a centro-izquierda (sanchismo). Así hasta hoy en que a juicio de voces ministeriales, la contra reforma laboral “se da por derogada” y la reforma fiscal pendiente…”esperará a cuando salgamos de la crisis”.

Además y como corresponde al proyecto centrista, la democracia “estrictamente representativa” que defiende el centrismo socialista, excluye tanto la acción social autónoma como el favorecer medidas de control social y sindical sobre los manejos mediáticos, políticos, económicos y financieros de las oligarquías presentes en el tablero. Ninguna exigencia de devolución de créditos por la banca, nada parecido a arbolar una Banca Pública…y en el ámbito internacional, alineamiento con los grandes dictados de las oligarquías internacionales (incluída la pasividad ante la nueva gravísima situación en Palestina). Todo eso es precisamente lo propio “del centro”.

Falacias pues la pretensión de Casado de agrupar el centro (su centro) en el PP y de Arrimadas por construir el centro en Cs. En el caso del PP porque su neo franquismo constitucionalista es un cajón de sastre que se moldea de acuerdo con la relación de fuerzas y adaptación sin escrúpulos a las presiones de Vox. En el de Arrimadas porque, por ejemplo, en asuntos cruciales como Catalunya y Euzkadi, Ciudadanos desplegó el constitucionalismo de provocación (y lo pagó) y en Madrid el de la inoperancia de situarse fuera de la Historia (“yo no estuve en 1936”) para concluir situándose en el peor presente de la Historia… al pregonar su apoyo a Ayuso y entrar en bancarrota política.

3.- La izquierda en su diversidad

Contamos con una izquierda política variada con (y sin) presencia en las instituciones (BNGA, Bildu, ERC, CUP, Unidas Podemos (Izquierda Unida + Podemos) y sus ramificaciones, Más País-Más Madrid, los partidos que integra Adelante Andalucía… y también otros sin apenas presencia institucional como Anticapitalistas y algunos más, además de colectivos agrupados en torno a revistas políticas periódicas concebidas como órganos de opinión y también de intervención. Hasta el momento las interconexiones de esa izquierda se han dado fundamentalmente en el ámbito institucional y han venido determinadas por el apoyo o rechazo a propuestas del gobierno PSOE-UP.

Pero parece más bien que la pésima situación presente, agravada por dos profundas crisis concatenadas (la iniciada en 2008 y la generada por la pandemia) requiere el establecimiento de relaciones nuevas entre todas esas expresiones de izquierda. Relaciones que desde el respeto crítico a su pluralidad que deberían abordar con continuidad tanto los nuevos retos estratégicos en sentido amplio, como los sectoriales y nacionales que determinan la relación de clases en el conjunto de este país de países, en el continente europeo y en un planeta en peligro y mal vertebrado por instituciones internacionales caducas y carentes de capacidad de transformación y mínima coherencia.

Frente a lógicas competitivas, de defensa de las “cuotas de mercado electoral” de cada partido, entiendo –con much@s otr@s- que el avance de la lucha de clases requiere debate para clarificar y clarificar para hacer juntos (siempre que sea posible y cuando no lo sea para garantizar al menos debates leales y que aporten algo). Se trata pues de afirmarse unitariamente en la voluntad de avanzar en la defensa de derechos de la mayoría, higienizar el sistema, replantear retos congelados por el régimen del 78… y ensayar el ir dando todos los pasos necesarios en dirección a implementar y poner en marcha un programa de vindicaciones pendientes además de otras de alcance medio (o lo que es lo mismo, transitorias de contenido anticapitalista que vayan cortocircuitando la democracia representativa de corto aliento). Esa orientación es la que podría favorecer que l@s trabajador@s desde sus organizaciones se inmiscuyan en todo lo común, lo controlen y afiancen elementos de su contrapoder como medio de superar la limitada democracia capitalista hacia cotas de autogestión y transformación socialista de política, producción, cultura, e información.

Además, semejantes interconexiones y proyectos, contribuirían también a favorecer el desbloqueo de los actuales impases de movimientos sociales y sindicales existentes, movimientos que requieren un nuevo impulso -no solo de ideas, sino “de brazos”- un impulso continuado y unitario para salir de las “movilizaciones-Guadiana” y fortalecerse organizativamente y programáticamente como condición de acción permanente, fundamentada y en profundidad.

No basta feminizar, ecologizar, sindicalizar, soberanizar (“derecho a decidir”) memorializar, los partidos, se trata de planificar el qué y cómo cubrir sus responsabilidades en la construcción de la acción social desde la asunción de la pluralidad, el respeto a la democracia de base tanto como superar el nuevo “cretinismo parlamentario” que resumiremos en las peroratas –dentro y fuera de las instituciones- en torno a “lo que hay que hacer”… finalmente sin hacerlo, pero buscando toda suerte de coartadas en supuestas y casi inamovibles “condiciones objetivas”.

4.-15 M y su herencia

Cierto que el 15 M se extendió por el país con intensidad desigual –fuerte en grandes ciudades y menos en otras capitales de provincia- y cierto que como apuntó E. Morin, al hilo del acontecimiento, su capacidad de crítica fue menor que su capacidad propositiva.

Sin embargo, el 15 M del que este mes celebramos aniversario, impregnó a buena parte de partidos y movimientos con la cultura de la participación, el debate radicalmente democrático, la solidaridad y la necesaria transversalidad de los temas candentes (feminismo, ecología, asamblearismo, respeto a ideas diferentes, derecho al trabajo y denuncia de la precariedad…). Su crisis fue en gran parte derivada del éxodo de muchos de sus activistas más capaces a Europa, de la incorporación de otr@s a partidos y movimientos y de la cooptación de algún@s por partidos de nuevo tipo como Podemos. Además, buena parte de su orla de influencia directa, simplemente volvió a casa, a sus estudios y a la búsqueda de trabajo en condiciones siempre difíciles.

En cierto sentido creo que el 15 M implosionó por los factores señalados, no fue destruido por nadie, aunque sus banderas fueran representadas por quienes capitalizaron su caudal y lo canalizaron hacia la representación política (electores) o la construcción del primer Podemos (cuadros).

Los resultados de Podemos, después de UP y Más Madrid han traducido en votos una voluntad de cambio, algo que a pesar de los vaivenes y errores cometidos, ha evitado el despilfarro de buena parte de aquella nueva energía política y por ello ha contribuido a modificar positivamente el mapa político institucional. Ciertamente la responsabilidad de ese problema (el haber abandonado las plazas y la acción social, delegando en la acción institucional) va mucho más allá de las responsabilidades achacables a Podemos. Viene de muy atrás. La responsabilidad de “la retirada” es COLECTIVA y exige una profunda rectificación razonada por parte de todos los actores –políticos, sindicales, movimientistas- que obliga a asumir cada cual sus propias responsabilidades y desplegar sus posibilidades.

5.- Pandemia y aceleración del neoliberalismo

La extensión de la enfermedad-Covid y las soluciones implementadas ha dotado de “velocidad de crucero” a la expansión del paradigma neoliberal (sobre eso ya expliqué mi valoración en varios artículos publicados en Loquesomos).

Importa aquí destacar que la escasísima resistencia organizada a la cesión de recursos públicos a la súper industria farmacéutica, profundiza la estrategia privatizadora hegemónica en la UE y en los países capitalistas.

El golpe a sanidad e investigación pública es por ello brutal y vamos a pagarlo caro. Además, la aceptación por la izquierda -apenas sin rechistar- de la autoritaria política de Disciplinamiento Social, implica una regresión de derechos y la acción social que está siendo peligrosamente reemplazada (y no solo complementada) por “la tele-lucha”.

La situación está teñida de los más negros nubarrones y urge cambiar el rumbo para evitar “volver a la antigua A-normalidad”.

* Artista plástico. Militante de la izquierda revolucionaria, represaliado por el franquismo, activista memorialista de la asociación “En Medio de Abril”. Miembro del Colectivo LoQueSomos

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