Ofertas en el supermercado de las ideologías

Ofertas en el supermercado de las ideologías

El mundo se ha convertido en un absurdo supermercado de ideologías, por el que “los amos” no permiten circular las ideas con vocación de solución, sino las ideas que “programan” o que “garantizan” la perdurabilidad de la ideología imperante, de las anti-ideas que, poco a poco, esta sociedad/suciedad se ha ido encargando de insertar en nuestra (de)mente.

No interesan las ideas que pretenden atenuar la crisis. No son rentables. Y no lo son porque nos darían un respiro, nos permitirían pensar, crecer, preguntarnos, tras dudar, si el camino por el que nos han llevado, como animales domesticados, con estrategias sutiles, es un camino, un falso atajo o, como nos demuestran cada día, un callejón sin salida.

Las ideas, sencillamente, intentan abortarse. La ideología, mal entendida, sin embargo, se muestra como NECESARIA e INSUSTITUIBLE, especialmente si, junto a este espejismo malévolo, nos ponen en el cuello la navaja invisible, pero cierta, del terror con el que “los amos” nos atemorizan.

Queda muy lejos, DEMASIADO, el concepto maravilloso y esencial que José Martí tenía sobre las ideas, que no la ideología, y que Fidel Castro ha ido desgranando, mostrando a lo largo de décadas su capacidad de asociar actos y efectos, acciones y efectos, su lucidez y su comprensión del mundo al mirarlo con los ojos de quien no puede permitirse bajar la guardia porque sabe que, tras él, un pie gigante se empeña en pisotear a su pueblo y a las mínimas libertades.

Para Martí y Castro, existe una batalla eterna e incruenta, pero profundamente necesaria: la batalla de las ideas, sembrar ideas, argumentos, persuadir con la fuerza que estos suelen tener cuando son auténticos y verdaderos y crear conciencia sobre la posibilidad de producir – mediante la lucha, el compromiso y la mancomunidad de esfuerzos – un vuelco que permita a los sectores más esclarecidos comprender que sí es posible retomar el rumbo que conduce a mayores niveles de justicia, equidad y dignidad para las mayorías oprimidas.

Ideas, que no ideología como programación impuesta, abducción, anestesia aplicada por “los amos” del mundo, los gestores de este cutre supermercado de ideologías en que entramos y salimos, cada día, con cestas llenas de frustración.  Ideologías 2×1, las ideologías en oferta que hacen de Europa un escaparate de ráfagas en el que si una señora con complejos de emperatriz reina en su trono, la economía destruya la esperanza y el cinturón que ella misma ha curtido nos apriete la cintura cuándo y hasta donde ella quiera, bajo el argumento de su “ideología” o, como escriben los periodistas azules, “la ideología imperante”.

Ideología, ideologías, que no ideas, que tienen un precio de venta al público recomendado. Como muestra, una de las secciones del supermercado: la Comunidad Valenciana, o la mejor llamada Corrupcionidad Valenciana. En el escaparate de las ideologías del stand donde la corrupción es lo “asumido como normalidad”, se pueden comprar ideologías a muy distinto precio, desde los 90 euros para una ideología anual a los 20, según la opción política:

-comprar una ideología por un año con la etiqueta del PSPV, cuesta al visitante del supermercado 90 euros, que han de ser pagados en caja, en dos plazos y con domiciliación bancaria.

-la ideología de Iniciativa cuesta al comprador unos 80 euros anuales y la del Bloc 72 euros, cantidad que es un poco menor si se compra el bono para Esquerra Unida del País Valencià, unos 60 euros.

Pero, lo más curioso es que, si revisáramos bien el ticket de compra nos sorprenderíamos (¿o no?) al comprobar que la ideología más barata, la de oferta, la más asequible es la que compraríamos si quisiéramos ser afiliados del PP.

Ser del grupo que, más tarde o más temprano, se supone te devolverá “tu implicación” con algún regalito (un puesto en un organismo oficial, un mediocre pequeño cargo en ayuntamientos pequeños o bolsos, trajes o licencias para eventos fastuosos o edificaciones de torres calatravamente inconstruibles o etc.) es relativamente asequible para todos. Solo se necesita disponer de 20 euritos de nada (los amos del supermercado utilizan un eslogan nada original: “Por poco más de un euro al mes, serás de los nuestros”) y si, por suerte para ti, eres un jovenzuelo o jovenzuela, pues la oferta es todavía mejor: ser uno más de los de las Nuevas Generaciones te sale por 0,66 euros mensuales, unos 8 modestos euros…

* La Mosca Roja

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