Pensamiento, palabra liberada y acción

Pensamiento, palabra liberada y acción

Juan Gabalaui*. LQS. Abril 2018

El 15M, este movimiento colocó a los políticos frente a las personas contra las que iban dirigidas sus políticas y sus decisiones y les asustó. Con los escraches y las concentraciones alrededor del Congreso de los Diputados y otros parlamentos disminuyó su sensación de seguridad e impunidad

Sorprende que Amnistía Internacional [AI] no haya iniciado una campaña para denunciar las condenas a raperos por las letras de sus canciones. No han activado la red de acciones urgentes para que podamos enviar cartas, faxes y mensajes de correo-e al gobierno o al ministro de justicia protestando por la creciente e implacable agresión a la libertad de expresión en el estado español. Si utilizas su buscador y buscas Hasel, te dice que Tal vez quiso decir haspel y si buscas Valtonyc, que Tal vez quiso decir walton. El activismo de AI no pierde de vista lo que sucede en Finlandia, Burkina Faso o Venezuela pero parece que mira hacia otro lado ante las violaciones de los derechos humanos que se producen en el estado. O se muestra especialmente prudente como cuando se cuida de categorizar como presos de conciencia a los encarcelados por defender y llevar a cabo un referéndum en Catalunya. Se tienen que determinar diversos elementos para poder hacerlo. A Human Rights Watch también le ha pasado desapercibido lo que ocurre en Catalunya y en el resto del estado. Denuncian el clima de intolerancia en Europa por el discurso racista, xenófobo, antiinmigrante y antimusulmán de los líderes europeos. Bueno, de los líderes que son fácilmente denunciables como Marine Le Pen o Geert Wilders. Es más complicado denunciar a los gobiernos de las democracias liberales que persiguen, amedrentan y encarcelan a personas por su opinión y pensamiento.

Las canciones de Hasel y Valtonyc no hubieran sido censuradas hace 10 años. Hace 10 años se censuraba y cerraba un periódico escrito en euskera y se detenía a sus periodistas. Era otro contexto. La libertad se ha podido ejercer dentro de unos límites. Si se sobrepasaban, te podías encontrar en problemas. No eran límites marcados por la convivencia, el respeto o la democracia sino de carácter ideológico. Hay cosas que puedes pensar pero no hacer. Puedes ser independentista, hablar en un medio de comunicación sobre tus ideas y debatir con tus antagonistas pero no puedes construir de forma pacífica y democrática la realidad que defiendes. Si actúas de esta forma te conviertes en un terrorista y un golpista. La cárcel se convertirá en tu horizonte. Puedes ser anarquista pero si construyes espacios autogestionados te arriesgas a ser detenido y juzgado. Esto de la libertad es algo que los poderes deciden. Marcan la línea a partir de la cual entras en territorio comanche.

Mientras la palabra está separada de la acción no hay problema. Las palabras por sí solas no son peligrosas. Necesitan la acción para construir otras realidades. El contexto que permite que actualmente se juzgue a raperos, tuiteros, activistas y periodistas tiene su origen en el 15M. Este movimiento colocó a los políticos frente a las personas contra las que iban dirigidas sus políticas y sus decisiones y les asustó. Con los escraches y las concentraciones alrededor del Congreso de los Diputados y otros parlamentos disminuyó su sensación de seguridad e impunidad. De repente, un grupo de personas les podía increpar por tomar decisiones que les expulsaba de sus casas o precarizaban sus trabajos. La reacción de Cristina Cifuentes, siendo delegada del gobierno en Madrid, acusando de filoetarras y proetarras a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, y la de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que denunció, a través de su marido, por amenazas y coacciones a los convocantes del escrache, indican las dos estrategias seguidas por el gobierno español para responder a esta desconsideración ciudadana. La criminalización del discrepante y la persecución judicial.

La Ley de protección de la seguridad ciudadana no está pensada para proteger a las personas sino para responder a aquellas que se atreven a cuestionar el estado de las cosas. Es una medida revanchista que busca silenciar al disidente con la fuerza de la ley y limitar la denuncia y la crítica de las acciones del gobierno. Al menos desviarlas al terreno conocido y controlado de los medios de comunicación y parlamentos. La crítica salió de la calle para ser dirigida por los partidos políticos y los tertulianos. En estos espacios se sienten más cómodos y seguros. Desde esta posición de poder han generado un clima represivo que ha permitido que determinadas entidades privadas, partidos políticos y medios de comunicación actuaran contra todo aquello que pudiera ser considerado inaceptable desde chistes a canciones pasando por un referéndum. Así la organización ultraderechista Círculo Balear está detrás de la querella a Valtonyc y VOX detrás de la querella contra los dirigentes catalanes que propusieron que el pueblo catalán pudiera decidir sobre su encaje en el estado español.

El pensamiento y la palabra liberada necesitan acción para construir sociedades basadas en principios democráticos, igualitarios y ecológicos. El potencial del pensamiento y la acción colectiva asustó a los poderes del estado y a las élites económicas contraatacando en el plano político, favoreciendo el surgimiento de nuevos y renovados partidos políticos, y en el plano de las libertades y los derechos, implantando medidas de carácter represivo junto con un clima favorable a la persecución del que disiente. Estas respuestas pretenden ahogar los movimientos sociales y la capacidad organizativa de las personas y fomentar la autocensura. No es el momento de callarse. Su victoria es tu silencio, el mirar hacia otro lado y el estímulo de tu parte más inquisidora. El sueño de la duermevela nos hace ver la vida como si fuera un capítulo de una serie que podemos apagar cuando queramos. La ficción de que la represión no va con nosotros. Pero es solo eso. Ficción. No te calles.

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* El Kaleidoskopio
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