Poesía en un taper

Poesía en un taper

Nos hemos reunido toda la corte celestial de alumnos, mozas y mozos, que sufrimos a un profesor que, gracias al cual, no sólo conseguimos chuparnos el dedo, sino que, por el ardor y esfuerzo que empleó, consiguió de nosotros  algo más que lo que pretendió Apuleyo con su Asno, dar con la cabeza en un pesebre y conseguir  Título en la carrera del galgo.

Hemos quedado en el parque de Fuentes Blancas, en Burgos, auténtico basural para recreo y disfrute de familias, jóvenes y viejos. Vamos a ir al Monasterio de Cardeña, donde le gustaba ir a meditar y hacerse pajas de un modo malicioso, abalanzándose a su dios lleno de rabia, por no haber conocido mujer, ya que había perdido la virginidad en brazos de un sacerdote llamado Burro, cuando estuvo en el seminario.

 Se llama Luis Pidal, que nada tiene que ver con aquellos “Pidales”, marqués-literato uno, Pedro José, asturiano; Alejandro, político  y literato, hijo del anterior; Luis, literato y político, hermano del anterior; Ramón Menéndez, literato y filólogo, pariente de los anteriores; y Luis, hermano, y pintor, que a mi me gusta, mucho más que el pintor de Burgos,  Marceliano Santamaría, un poco muermo.

Somos diez y comenzamos a andar viendo por delante traseros de cuadrúpedos.

-Son unos caballos de una cuadra de Cardeñajimeno, nos dice el que va detrás de la recua.

Un Sancho, como diría Luis,  el pintor, quiso animar la marcha, y nos dijo preguntando:

-¿A que no sabéis lo que es una pata?

Respondió, pronto, el listillo Eduardo:

-La mujer del pato.

Reímos todos. Pero, Sancho contestó:

-No, qué Burros. La pata es, o sea, cualquier miembra que sirve de sostén y de órgano de locomoción jocoso festivo a los gansos.

Reímos más todos, buscando una base, un sostén, zócalo, pedestal o parte, sea lo que sea, piedra buena, piedra morena, piedra tejada,  para apoyar nuestras risas. Otro fue y se meó junto a un tronco de árbol y plantas.

Cogimos, por entre las zarzas, un camino que tenía masas de uvas pisadas. Por entre las ramas había lana estambrada, como de un animal con pelo.

El “profe”, acompañado de dos chicas, caminaba como cuando se compone un verso, midiendo los pasos en dos, tres o más pisadas. Cada uno llevábamos un taper de un pie de Castilla, o sea  28 centímetros aproximadamente. Todos íbamos confiados sobre buen pie. Más adelante, en El Carrascal,  buscamos la base de alguna eminencia, edificio o cosa cualquiera donde descansar un rato, y probar de los postres de poesía  que cada uno había cocinado. Daniela le decía al “profe”;

-A mi me da pena no poder descansar al pie de una montaña.

La sombra que nos daba una tornapunta salida oblicuamente del muro, nos hizo respirar. Sin ton ni son, Eduardo exclamó:

-El salario mínimo obligatorio para el ciudadano debe ser igual a los emolumentos que perciben los curas y frailes por las funciones que ejercen de cantamañanas o cantanoches. Y la congrua o renta que tienen  por sus prebendas, entregárselas a los pobres.

-Tú sueñas el sueño del Burro, le contestó Arón. Tirar y tirar del palo de la noria, y ciego, teniendo delante la  zanahoria.

Casi todos reímos, menos Bernardo que se había sentado en una piedra. El “profe” quiso corregir, diciendo:

-Esta es una salida de pie de banco, Arón.

Volvimos a reír todos, pues este profesor tenía la costumbre de terminar sus lecciones magistrales con esta coletilla; que por eso se le conoció y se le recuerda como don Pie de Banco.

Por el camino,  habíamos visto piel de león, cierta planta herbácea anual; piel de liebre, especie de trébol; onoquiles, cierta planta herbácea tintórea.

Levantados ya, y derechos sobre nuestros propios pies, y antes de alcanzar el Monasterio, abrimos los taper de uno en uno, y comenzamos a papear los versos que venían escritos en un papel, que envolvía los pastelitos,  parecido al de los caramelos “pedruscos” que se compran en Zaragoza el día del Pilar.

Dijo el listillo, principiando él:

-Comamos grano, paja, forraje u otro alimento preparado que se da a los animales domésticos.

-De algún modo u otro, pastamos en el campo por pienso. “Pienso, luego existo”, de Descartes, dijo Candela. Ordenando:

-Empecemos.

1.- Albaricoques atropellados: Sancho se puso tras su asno, y con él se defendió de la nube y pedrisco que sobre entrambos caía ( Don Quijote).  Y repartió los diez.

2.- Bartolillos: En el automóvil de un hijoputa fuimos a visitar las ruinas de Atapuerca (Propio). Y repartió los diez.

3.- Bizcochos: La naturaleza del enlace matrimonial se denomina Copulativa, que enlazan simplemente en e, y, ni, que (Propio). Y repartió los diez.

4.- Castañas pilongas: al atardecer del 5 de mayo de 1821 la muerte sorprendió a Napoleón en cueros y cagando; como en 1521 les pasó a los Comuneros de Castilla, “en Abril, para más fechas”, como dice la canción (Propio). Y repartió los diez.

5.-Borrachos: El reloj porque preguntas es mío, porque lo compré. No el huevo,  que son tuyos y que ahora les tienes en la mano (Propio). Y repartió los diez.

6.-Buñuelos de viento o pedos de lobo: No iré al entierro del conde de Orgaz por mucho que se empeñe El Greco. Toledo no merece la pena, pues es como una gallina ciega bailando con la familia de Carlos IV (Propio). Y repartió los diez.

7.-Teta de novicia: “¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado, y cuantas, con vergüenza, he respondido, tocándome el Chumino” (Lope de Vega). Y repartió los diez.

8.-Melindres de romería: “Palomas de los valles, prestadme vuestro arrullo. Prestadme, claras fuentes, vuestro gentil rumor” (Zorrilla). Y repartió los diez.

9.- Café con azúcar: “ Rompa el cielo en mil rayos encendido y con pavor horrísono cayendo, se despedace en hórrido estampido”(Herrera). Y repartió los diez

10.- El profe, mirando hacia el Monasterio: Que juzguen los corazones: si dios está en el cielo; el presente, el pasado, el por venir están en mi capullo. Y repartió los diez.

Con el ja ja caminando, nos encontramos frente al monasterio, viniéndonos a la imaginación cada una de las cuatro cáscaras en que se divide una nuez. En su fachada, sobresale un Santiago montado a caballo decapitando moros. Sus abades fueron siempre “brazo gitano”  del Consistorio.

Don Pie de Banco, el profe, tomando actitud de galán y elegante, tirando una piedra tras de otra contra el monasterio, con extrema piedad de peregrino, y sentado sobre una piedra como cuando sentaban a los niños expósitos, preguntó a todos:

-¿De qué animal es el sonido del Cuac-Cuac?

-Del pato, contestamos todos. Respondiendo él:

-No, de los cuáqueros.

Ja,ja,otra vez. Y, al instante,  le espetó Daniela:

-Profe, don Pie de Banco, la gracia no cala la piedra.

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LQSRemix

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