Polonia: La tentación autoritaria

Polonia: La tentación autoritaria

Guadi Calvo*. LQSomos. Diciembre 2017

La Unión Europea sigue pagando caro las consecuencias de sus políticas de seguidismo a los Estados Unidos, fundamentalmente en lo que se refiere a la “guerra contra el terrorismo” establecida por George W. Bush en 2001. En esta “guerra” la OTAN ha sido el brazo ejecutor, que no solo ha producido millones de muertos, la destrucción de naciones enteras: Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán y algunos etcéteras más, docenas de letales ataques en su propio territorio, Madrid, Londres, París, Niza, Manchester, Barcelona y otro larguísimo etcétera, sino que generó alianzas imprevistas como la de Rusia, China, Turquía e Irán.

Generó también una ola migratoria de la que no había registro desde la II Guerra Mundial, obligando a millones de ciudadanos de los países a los que destruyeron intentasen buscar refugio en la casa de sus propios verdugos, tras lo que estalló la xenofobia, la islamofobia y el anti europeísmo con el resurgir de las expresión más recalcitrantes de la ultraderecha, que no solo está ganando las calles, sino muchos gobiernos y acrecentado en otros las serlo como Polonia, Hungría, República Checa, Suecia, Dinamarca, y en el segundo ítem, Alemania, Grecia, Austria, Eslovaquia, entre otros.

La mismas razones han traído la guerra otra vez al continente, ya que Ucrania, y los coqueteos de la UE, articulados por el Departamento de Estado, abrió la opción neo nazi de la Revolución del Maidán, que terminó con el derrocamiento de un gobierno constitucional y la instauración del magnate Petro Poroshenko y la banda de fascistas con los que gobiernan, para iniciar una guerra contra los movimientos separatistas del este del país que a más de tres años de iniciada no se resuelve. De todos estos crímenes europeos surgió quizás el más grave error para su propia subsistencia el de la deflagración interna de la propia Unión Europea, cuya más resonante llamarada fue la salida del Reino Unidos de la UE o mejor conocido como Brexit, pero evidentemente no es el único.

Bruselas sede de la Unión Europea (UE), se encuentra una a vez más en alerta máxima ya que acaba de activar lo que se conoce como “botón nuclear”, el artículo 7 de su Tratado, que impone serias sanciones a los países miembros cuando se encuentre amenazado el Estado de Derecho, que podría terminar con la suspensión de su derecho a voto en las instituciones de la UE. Eso unido además y fundamentalmente a sanciones económicas, ya que podría impedirse la llegada de los “fondos de cohesión” que otorga la UE, y de los que Polonia fue el más beneficiado. Hasta 2021 Varsovia tendría que recibir unos 229.000 millones de euros, pues de lo contrario haría estremecer su economía en franco crecimiento, que en los tres últimos en los últimos tres ejercicios, el PIB per cápita ha bajando a un 5% las tasas de desocupación.

Polonia, al igual que otros muchos países europeos, ha radicalizado sus posturas frente a las decisiones de Bruselas a partir de la crisis de los refugiados y como su socio político Hungría, se niega a recibir refugiados en su territorio, desobedeciendo una resolución de la UE. Otro claro desafío a la UE es el inicio de la explotación comercial del bosque de Bialowieza, un área de importante valor ecológico, protegida durante siglos, por lo que Bruselas implementará una multa de 100.000 euros diarios si no detiene la tala.

En el orden represivo, el gobierno del PiS ha aprobado una ley dando el control a la policía para espiar el uso de Internet, correos electrónicos y móviles sin autorización judicial. Desde su llegada, en 2015, al poder, los nacionalistas conservadores del partido Ley y Justicia (PiS), respaldándose en el apoyo electoral conseguido (un 37%) iniciaron una serie de reformas que han modificado el ejercicio de instituciones básicas como el Tribunal Constitucional, pasando por el Consejo Nacional de la Judicatura, que se encarga del nombramiento de jueces, incluso afectando tribunales ordinarios y a la fiscalía.

Según Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión Europea, las trece leyes adoptadas desde la asunción del PiS, interfieren en la composición, los poderes, la administración y el funcionamiento de las autoridades judiciales. Aunque lo que disparó las alertas de Bruselas han sido las dos últimas reformas que el propio presidente Andrzej Duda había negado a mediados de este año y establece la rebaja de 70 a 65 la edad de retiro obligatorio para los miembros del Tribunal Supremo, aunque guarda una cláusula sobre el poder discrecional del gobierno, para eximir a ciertos jueces de esta decisión. La otra medida se refiere al traspaso del Poder Judicial al Parlamento, del Consejo Nacional de la Judicatura, a cargo de la administración del organismo que regula la elección de jueces. Para Duda, estas medidas democratizarán el sistema judicial y devolverán a los ciudadanos “la fe en la justicia, la fe en los tribunales polacos y la fe en la administración de justicia” donde, según él, todavía quedan enquistados elementos de la era soviética.

La Comisión Europea dio a Varsovia un plazo de 90 días para la revocación de las reformas, por lo de no cumplirlo Polonia quedaría excluida de la elaboración de las leyes que rigen la Unión Europea. Tras la advertencia, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, invitó al Primer Ministro, Mateusz Morawiecki, a reunirse en Bruselas el 9 de enero para discutir sobre la situación. Además, la Comisión presentó su denuncia frente al Tribunal de Justicia de Luxemburgo.

El actual presidente del Consejo Europeo y ex primer ministro polaco Donald Tusk, se ha convertido en el enemigo número del gobierno del PiS, cuyo presidente Jaroslaw Kaczynski, el verdadero hombre fuerte del país, que controla todas las cuerdas de poder, hermano gemelo de Lech, ex presidente de la República, quien murió ejerciendo el cargo en 2010 en un accidente aéreo, mientras Tusk era Primer Ministro y a quien responsabilizan del hecho, ahora es señalado como el instigador de las acciones de Bruselas contra Polonia.

Las críticas a Polonia por parte de la UE, no dejan de ser llamativas, ya que varios países de dicho tratado, como Francia, Alemania, Holanda o Luxemburgo entre otros, tienen en algunos casos las mismas legislaciones que ahora intenta establecer el gobierno de PiS.

No deja de ser sugestiva, la dureza de la UE hacia Polonia, ya que este país, dada su posición geográfica, ya que cuenta con una importante frontera con Rusia, cumplió un rol fundamental para los intereses occidentales en esta larvada guerra fría, recibiendo importantes unidades militares de la OTAN, donde se han realizado ejercicios conjuntos, además de haberse prestado a que los Estados Unidos, establezcan cárceles secretas y dio apoyo logístico y estratégico a las bandas neo fascistas de Ucrania.

Defensa húngara, enroque británico

El Gobierno del PiS, ha alentado a los sectores de la ultraderecha que siguen en franco crecimiento, y en muchos casos actuando como fuerza de choque y accionar parapolicial y que se estima en un total de 200.000 hombres en todo el país, contra todo aquello que huela al pasado comunista, como haber quitado las jubilaciones a todos los funcionarios y militares del comunismo o a la difamación publica del periodista y escritor Ryszard Kapuściński, una de las figura intelectuales más importantes del país hasta su muerte en 2007.

Una espectacular muestra de esa fuerza se acaba de desarrollar en Varsovia, el 11 de noviembre pasado, donde más de 60.000 ultranacionalistas, que se concreta en cada oportunidad un “tratado de paz” entre los jefes de los hooligans locales, realizaron la marcha anual por el día de la Independencia, bajo la consigna “Queremos a Dios”, con pancartas contra la Unión Europea, el islamismo o la política de acogida a refugiados de Bruselas. La marcha, que recorrió muchas calles de la capital al grito de “Fuera inmigrantes” y reclamando un “holocausto islámico” para el ministro del Interior, Mariusz Błaszczak, fue una “bella imagen” mientras que los medios oficiales la titularon como “gran marcha de patriotas”.

Según Robert Bakiewicz, uno de los organizadores, la consigna pretendía recordar que Polonia es el “bastión de la fe y la religiosidad”. El lema “Queremos a Dios” pretende, según los organizadores de la marcha, recordar que Polonia es el “bastión de la fe y la religiosidad” en una Europa, asaltada por el ateísmo”. En la misma dirección van las declaraciones de Jaroslaw Kaczynski, que ha sugerido que el choque de Varsovia con Bruselas está cercano y que el PiS no quiere salirse de la UE, ya que el continente debe iniciar un cambio liderado por Polonia, “para recuperar los valores fundamentales, la verdadera libertad y al fortalecimiento de nuestra civilización basada en el cristianismo”. Mientras, el recién nombrado Primer Ministro, Mateusz Morawiecki, en sustitución de la poderosa Beata Szydło, vicepresidenta del PiS, declaró que: “Polonia es parte de la Unión Europea, pero queremos transformarla para recristianizarla”.

Este choque de la UE con Varsovia, podría conseguir la consolidación definitiva del Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia), uno de los más fieles aliados de Polonia. El presidente húngaro Víctor Orban, otro autócrata en ciernes, para quién “el mejor inmigrante es el que no viene”, declaró que haría todo lo posible para evitar las sanciones contra Polonia. En la misma dirección opinó Rumania, que también ha llevado a cabo reformas judiciales similares y que preocupan a Bruselas.

En plena ola de discusiones y amenazas la primera ministra británica, Theresa May, junto a los ministros de exteriores y defensa británicos, Boris Johnson y Gavin Williamson, visitó Varsovia el último jueves 21, para cuyas políticas cualquier reyerta en el interior de la UE, es un posible beneficio para ellos y para su socio mayor los Estados Unidos.

Europa está pagando caro sus errores, por lo que la tentación autoritaria de Polonia y otras naciones solo es una de las muchas consecuencias.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
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