Puerto Rico: la realidad que se quedó sin techo

Puerto Rico: la realidad que se quedó sin techo

Francisco Cabanillas. LQSomos. Noviembre 2017

Hasta perder el eco
y quedar con el frente hacia la espalda.
César Vallejo

Ay, noches, brumas,
Velocidades paradas
Que no detienen mis momentos.
Hugo Margenat

I

A la intemperie. Bajo el sol que quema y la noche que hace sudar. Calor. A pelo; en calzoncillos o en velocípedo, como en la obra de teatro de Yván Silén: El velocípedo de Jesús (2011).

Los anexionistas vuelan a Washington; a quemarropa, exigen retóricamente -sin sacar nada de sitio- algo que no tiene base legal ninguna: el derecho a que Puerto Rico, un territorio no incorporado de EUA, sea el Estado 51. Algo que, por lo mismo, solo ha ocurrido en el distópico cuento de ciencia ficción, “Fangio’s in memoriam big race” ( 2011), del cubano Yoss.

Ergo: los anexionistas no entienden la cláusula territorial en la que está enmarcado el Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Se rasgan las vestiduras.

No registran que, debido a esa normativa, Estados Unidos se arroga el derecho de mantener una colonia como lo es Puerto Rico: isla que pertenece a, pero no es parte de EUA.

Geografía.

El viento sopla.

II

La literatura se encabrona con la realidad, porque esta, marianamente, la superó.

Lo que nos ha pasado, a partir del 20 de septiembre de 2017, no se lo podía imaginar nadie.

La literatura ladra como si fuera un perro salchicha frente a un lobo llamado María.

III

El gobernador Rosselló delira frente a las cámaras de televisión. Patina sobre mojado sin darse cuenta de lo que se está cocinando en la isla durante la primera semana después de María. Tiempo durante el que se pasó subiendo fotos a Facebook.

La realidad que le impone Ella se le resbala de las manos.

Entre poses que cubren el desastre mariano durante la primera semana de la hecatombe, del 20 al 27 de septiembre, el gobernador se cambia de gorra y de uniforme pitiyanki como si fuera una celebridad del cine latino. Se sabe observado y posa para la historia.

No se da cuenta de lo que tiene alrededor: ¡el desastre más grande de la modernidad boricua!

El espanto acontece frente a las cámaras: Rosselló se pasa una semana posando para Facebook.

A un mes del destrozo de la isla, Trump convoca al gobernador neoliberal a la Casa Blanca para humillarlo, forzándolo a aplaudir la labor que, sádico, ni el presidente solipsista ni su desastrosa administración de ineptos destructores habían hecho por la isla.

Perro faldero; mascota de un plutócrata que se caracteriza por su crueldad. ¡Terrible combinación para un pueblo que se encuentra de rodillas, levantándose a pulmón!

Ante la poca ayuda que, durante el primer tormentoso mes, llega del Gobierno Federal, al que, no está de más subrayarlo, se debe en su totalidad la isla-archipiélago-territorio no incorporado estadounidense; ante esa ausencia prolongada, la alcaldesa de San Juan habla de genocidio.

IV

Desde El Post Antillano, el sable de Daniel Nina corta fino. Por un lado, en “¿Ciudadanos americanos? ¿Y qué?” (2017), les aclara a los anexionistas la naturaleza de la ciudadanía usamericana que llevan los boricuas, la cual, a todas luces, están lejos de entender (ya que, en general, ellos, los anexionistas, son los que menos conocen la realidad usamericana):

“El mito con el cual hemos convivido es que, en el 1917 bajo la Ley Jones, se concedió la ciudadanía a los residentes de Puerto Rico. Esto es un dato parcialmente cierto. Lo correcto es que la ciudadanía se les concedió a los hombres, no a las mujeres, salvo que estas se casaran con hombres ciudadanos. Los hijos, debían de ser nacionalizados, como les ocurrió a las mujeres.
Es en la Ley de Naturalización de 1940, donde los boricuas, todos y todas, accedieron a la ciudadanía de los EE.UU. “tal si Puerto Rico, solo para este propósito, fuera un estado”. Ahora bien, es una ciudadanía por acto de ley, la cual puede ser derogada. No es por un acto de nacimiento en suelo de los EE.UU. Hay una diferencia esencial en este aspecto. Es una ciudadanía de otra clase, la cual puede ser derogada o revocada en cualquier momento.”

Por otro lado, en “Yulín y Rosselló: ¡basta ya de mendigar!” (2017), Nina empuña el sable contra la alcaldesa de San Juan -cuyo careo con Trump, merecido, demasiado merecido, la ha catapultado fuera de la geografía insular- y contra el gobernador, a quienes considera emblemáticos del modus operandi colonizado:

“Nuestro argumento yace en el hecho de que no es posible seguir mendigándole a Washington a partir de más fondos, y seguir todos y todas en la misma posición colonial. Pedirle más a Washington es asumir el colonialismo o la estadidad, como la opción de vida de país.”

El estadolibrismo de la alcaldesa, defensa de un Estado Libre Asociado de EUA que, en la ciencia ficción cubana, “Fangio: in memoriam big race,” domina la realidad distópica de una Cuba que, en 2016, fue retomada por el nuevo-viejo imperio usamericano, ahora posthumanista; el estadolibrismo boricua, plantea Nina, no se diferencia, aunque debería, del anexionismo del gobernador:

“Es interesante que ambos partidos, por vía de sus líderes políticos, Ricardo Rosselló como gobernador de turno, y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, enarbolan la idea de que los fondos federales le pertenecen a los boricuas por el mero hecho de ser ciudadanos de los EE.UU.”

Sable en mano, Nina corta el viento como si fuera un espadachín anticolonial:

“Desde una mirada política, si usted coincide con el argumento inevitable que Puerto Rico se debe convertir en un estado de la federación de los EE.UU., pues entonces lo que procede es el trato igual a partir del mejor hecho de ser ciudadanos. Ahora bien, más allá del estribillo, dentro del derecho constitucional federal que se estudia en la isla, el argumento de paridad de fondos es un disparate. En particular… la naturaleza de los beneficios los determina la geografía, y no necesariamente la calidad de la ciudadanía. En esa medida, hoy, ser un territorio, determina que no se reciben fondos de igual manera a si uno fuera un estado.”

V

Sin techo, la realidad de Puerto Rico ha quedado al descubierto.

Todo el colonialismo que antes de María se podía meter debajo de la alfombra, algo que desde la quiebra oficial del Estado Libre Asociado en 2015 se hacía cada vez más difícil; ahora, toda esa inmundicia colonial, como la de la Junta de Control Fiscal de 2016, sale a relucir desde cualquier ángulo que uno se acerque a Puerto Rico.

¡Zona de descarga!

La subalternidad del ELA es ubicua.

VI

Lo peor de María ha sido la violencia posmariana; tiempo de ajustes -al día de hoy, a un mes y cinco días- en la aplicación de la doctrina del shock.

Violencia que hace pensar a la alcaldesa de San Juan, que puede haber un plan para “vaciar” la isla de gente.

Pesadilla de un territorio colonial; distopía sufrida en carne viva. Vaciamiento; crueldad neoliberal que el presidente de EUA encarna a la perfección.

El gobierno neoliberal de Rosselló ha sido usurpado por el Gobierno Federal. Los puertorriqueños quedan sometidos a unos poderes que no eligieron cuando, el pasado noviembre, votaron a favor de Rosselló, gobernador sin ninguna experiencia gubernamental.

VII

María ha puesto en el mapa de Estados Unidos a Puerto Rico, territorio no incorporado sobre el que un 50% de los estadounidenses ignoraba, antes que Ella asomara, que sus habitantes fueran ciudadanos de EUA.

Parecería que, a partir del 20 de septiembre, nunca se hubiera publicado tanto sobre PR en la prensa dominante estadounidense; que nunca se hubiera identificado tanto el pueblo estadounidense con el boricua, no solo por el desastre llamado María sino también por el llamado Trump…

Parecería que nunca se hubiera visto tan feo el colonialismo usamericano en las desgracias económicas y ecológicas de la llamada isla del encanto.

VIII

Ante la ferocidad de María, Michael Moore planteó, siempre en tono lúdico, que Estados Unidos tenía que reconstruir la isla que de varias maneras había ayudado a destruir, y que, como culminación de su contrición, debía anexar Puerto Rico como Estado 51 de la nación.

Desde el comentario de Michael Moore, la ciencia ficción cubana, en la que el narrador habla del riesgo de que Cuba se convierta en el Estado 52 (Puerto Rico se ha convertido en Estado 51), atenta con convertirse en realidad; ¿no se da cuenta Michael de la colonialidad del ser?

Desde la ciencia ficción boricua, José A. Santos responde con su cañonazo antianexionista: “El terminator boricua” (2007), cuento cuyo protagonista viaja al pasado para matar al general Nelson Miles, quien comandó la invasión de Puerto Rico durante la Guerra Hispanocubanoamericana de 1898, y evitar de ese modo la anexión que está a punto de materializarse en las elecciones del año 2095.

IX

En el programa de radio “Fuego cruzado,” los muchachos (Ignacio, Carlos y Néstor) hablan del progresivo abandono de Estados Unidos respecto de Puerto Rico; seña esta, dicen, de que el imperio se quiere deshacer poco a poco de la isla.

Contrario a la ciencia ficción cubana y boricua, que ve en la anexión una culminación del colonialismo, los muchachos de “Fuego cruzado” plantean que Estados Unidos parece presto a sentarse a negociar la independencia de Puerto Rico. Todos, menos Ignacio, lo celebran.

Tras el impase financiero de 2015 que produjo la monstruosidad de la deuda pública del gobierno, entre la multitud de artículos y ensayos que se ocuparon de dramtizar las palabras apocalípticas que el entonces gobernador, García Padilla, compartió con el pueblo durante el verano, uno entre tantos artículos planteaba un futuro distópico más o menos como este: reducida la población a un millón y medio de habitantes, Puerto Rico pasa a ser un apéndice de Wall Street, que hace de la isla lo que le conviene al capital.

X

Sin techo, la realidad inmediata de Puerto Rico está llena de preguntas. Signos de interrogación que, en vez de resolverse, cada vez se complican más.

Ojalá que no suceda lo peor.

XI

La realidad le ladra a la literatura.

Más artículos del autor
* Francisco Cabanillas (1959, Puerto Rico) enseña lengua española, cultura y literatura hispanoamericana en Bowling Green State University, Ohio. Ha publicado cuatro libros de ensayo: Escrito sobre Severo (1995), Pedreira nunca hizo esto (2007), K-lores del trópico: ensayos transboricuas (2012) y Ensayos silenistas (2014). Miembro del Colectivo LoQueSomos

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