RAE, Sociedad Limitada

RAE, Sociedad Limitada

Hace años que estoy suscrito al servicio “La palabra del día” proporcionado por http://www.elcastellano.org/, recibiendo en mi correo electrónico una reseña etimológica siempre curiosa, a la que vienen añadiéndose secciones como la traducción de un latinajo, alguna propina gramatical, etc. Con periodicidad casi diaria, Ricardo Soca remite desde su vivienda en Montevideo, Uruguay, esta postal del lenguaje a más de 200.000 direcciones, un servicio completamente gratuito para el suscriptor.

A más de ello, la página de Soca incluye muchas otras secciones, como un docto consultorio gramatical y una exhaustiva colección de referencias a noticias relacionadas con el mundo lingüístico en los países de habla hispana. Revelaré que, en más de una ocasión, han sido menciones halladas en la web del uruguayo las que me han puesto en la pista de alguna curiosidad del idioma que me permita justificar el folio largo que se vierte mensualmente en esta humilde columna que están ahora leyendo.

Ricardo Soca, periodista, es el propietario, artífice y colaborador único de esa página que lleva la friolera de 15 años (recuerde: usábamos módem a 19Kbps) difundiendo las glorias y sombras de su lengua nativa, en la que esto escribo, movido –hasta donde yo sé- únicamente por el amor a la misma, pues dudo de que la publicidad que aloja dé para mucho más que el coste de servidores y servicios.

Pero eso me da igual: si Soca se está enriqueciendo con la afluencia de visitantes a “La página del idioma español” y las ventas de sus libros y cursos que en ella publicita, mejor para él. Yo, y el común de los internautas, obtenemos de él un servicio y una fuente de información gratuita y fidedigna (que no es poco, y menos esto último). Sépase, en fin, que sus contenidos están considerados entre los más interesantes en este mundillo de quijotescos defensores virtuales del idioma y su labor mencionada, entre otros, por el Instituto Cervantes o la Fundeu.

El caso es que, el Sr. Soca recibió el otro día una comunicación algo petulante, donde un abogado al servicio del grupo editorial Planeta®, que afirma actuar “en nombre y representación de la REAL ACADEMIAESPAÑOLA®”, le insta a retirar una pieza de su página en la que, con sus propios medios, iba recopilando una comparativa entre las entradas del vigente Diccionario de la Real Academia Española© y las actualizaciones que esta misma institución viene adelantando orientadas a la próxima edición del infolio académico. O eso o que se atuviera a las consecuencias jurídicas derivadas de haber presuntamente contravenido la LSSI , el artículo 270 del Código Penal e incurrir en “Competencia Desleal” (sic) según la Ley 3/1991 (no aclara el jurista en base a qué apartado, ¿revelación de secretos?).

Estoy seguro de que, en caso de culminarse la amenaza, Soca podría esgrimir ante el tribunal el derecho a cita reconocido en el artículo 32.1 de la LSSI :

Es lícita la inclusión en una obra propia de fragmentos de otras ajenas de naturaleza escrita, sonora o audiovisual, (…) siempre que se trate de obras ya divulgadas y su inclusión se realice a título de cita o para su análisis, comentario o juicio crítico. Tal utilización sólo podrá realizarse con fines docentes o de investigación, en la medida justificada por el fin de esa incorporación e indicando la fuente y el nombre del autor de la obra utilizada.

No estoy seguro, claro, de que el juez reconociera este derecho en la labor del uruguayo, y ciertamente éste se “olvidó” de incluir mención explícita a la fuente, tal vez suponiendo que quedaba meridianamente claro que se trataba de extractos del diccionario publicado “en abierto” en las páginas de www.rae.es©. En cualquier caso, nunca lo sabremos pues la sección correspondiente ha sido amputada de elcastellano.org ante el requerimiento antedicho y para no meterse en follones, que pleitos tengas…

(Recuerdo que hace meses, el propio Sr. Soca tuvo un cierto meneo de derechos intelectuales con el blog Supercastellanía que reprodujo parte de su trabajo sin su permiso explícito).

Tampoco voy a pensar, pues carezco de pruebas, que este interés en desvincular las referencias a www.rae.es© desde la página de Soca tenga algo que ver con la posición crítica que el periodista uruguayo mantiene con algunas de las políticas de la Real Academia. Me pregunto si han obrado o piensan obrar de igual forma con wordreference.com, dirae.es, rinconcastellano.com, drae2.es y otros que, a diferencia de las páginas suprimidas que era una compilación “manual” y finita, no realizan más labor que una consulta directa a la web original de la RAE®.

Pero al margen de implicaciones leguleyas, doctores tiene esa iglesia, lo que me deja estupefacto es la afirmación fehaciente, por parte del representante de Planeta®, de que obra de esta guisa bajo poder legal concedido por la Real Academia Española® para la gestión de los derechos de propiedad intelectual de los contenidos web (no de las ediciones en papel, que tendría sentido aunque su ética sea discutible). Cesión de derechos que, intuyo con maldad, lleva aparejada una cifra en moneda de curso legal, que no conozco yo gabinete jurídico que mueva un dedo si no hay un movimiento paralelo en las cuentas corrientes.

Creo que la institución académica debería plantearse su modelo económico e institucional. No se puede servir a dos señores a la vez. O se es una institución pública, sostenida con cargo a los presupuestos estatales (y consecuente auditoría) y cuya labor se desarrolla al servicio de los hablantes y a mayor gloria de la disciplina lingüística y el idioma, o se autorreconoce como una institución privada, con legítimo ánimo de lucro y derecho a contratar con quien le venga en real gana pero, claro, desposeída de su privilegio como autoridad inapelable del idioma.

Porque hay que recordar que la Real Academia Española® goza de capacidad normativa. Esto es, que si ella decide que covarde se ha de escribir con v, que el pronombre de CD ha de anteceder al CI (“lo te dije”) o que “purrismo” es un sustantivo sinónimo de “gofleta”, pues nos lo hemos de comer con patatas, porque lo ha dicho la RAE® y punto.

Y digo yo que el ejercicio de esta autoridad debe hacerse desde una total independencia y transparencia, no ya por el dinero que sustraiga de mis impuestos sino porque de ella depende la calidad de un idioma patrimonio común de 400 millones de hablantes y plasmada en una incalculable riqueza literaria e histórica que es, a su vez, patrimonio de la humanidad, presente y futura.

Y me temo que esto es meridianamente incompatible con la sumisión a los intereses comerciales de capital privado. Que la mujer del césar, además de ser casta tiene que aparentarlo, y a esta señora se le ve demasiado en compañía de amistades “poco recomendables”.

* http://librodenotas.com/ Por Miguel A. Román

 

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