Sánchez, el supermercado y el poeta inolvidable

Sánchez, el supermercado y el poeta inolvidable

Patxi Ibarrondo*. LQS. Julio 2019

Sánchez carece de peso específico cuando juega con el cubo de Rubick de los poderes fácticos. Este es un país donde la modernidad y el arcaísmo braman en una lucha constante y cruel de siglos. A brazo partido…

Lo vi por televisión, ese vicio inconfesable donde te meten el veneno publicitario en vena, entre dosis y dosis de propaganda sistemática (del Sistema). Fue en el programa “El Intermedio”. La cosa iba de mostrar el lado humano del líder del PSOE Pedro Sánchez. La entrevista sucedía en un supermercado ¿qué hay de más humano que comprar lo que sea? La presentadora iba al lado del carrito conducido por los encantos de Sánchez. Las preguntas le daban coba. El secretario general del PSOE era todo sonrisas y nervios ante al cámara indiscreta.
El candidato a la presencia del país de nunca jamás es hombre de genuina crispación, es de los se muerden las muelas y se le nota el rictus en la quijada.

En ese momento percibí un político calculador y con ambiciosa voluntad de mando en plaza. Acababa de dar la vuelta a España a bordo de un Peugeot para demostrar a las bases del Partido que él era el caballo ganador socialista. Lo consiguió. En el carrito de la compra de la tele fue apilando esas cosas y quizá papel higiénico para un futuro electoral.

Sánchez es bueno en el regate en corto y en la faena enrevesada para poner las circunstancias de su parte. Pero carece de peso específico cuando juega con el cubo de Rubick de los poderes fácticos. Este es un país donde la modernidad y el arcaísmo braman en una lucha constante y cruel de siglos. A brazo partido. A cara perro. Los huesos del dictador imponen la historia, sin muchas más filosofías en la memoria pública y en el quehacer cotidiano. Para encontrar el camino al andar del poeta Machado es preciso atarse los machos y respirar hondo para enfrentarse a la cruda realidad con mucha determinación y humilde discurso.
Entonces cuando Sánchez se vuelve maleable, y pretende la magia del conejo en la chistera: la cuadratura del círculo de contentar a todo el ruedo ibérico de pares e impares contrapuestos. Y olvida que al final de los pasillos del Supermercado está la inevitable caja donde hay que pagar las maniobras elegidas por la mano voluntaria.

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