Somalia: Después del síndrome Black Hawk

Somalia: Después del síndrome Black Hawk

Guadi Calvo*. LQS. Diciembre 2018

Aunque en buen romance la intensificación de la presencia norteamérica en África, tiene un único motivo, contrarrestar la expansión China, en el continente

Progresivamente desde la asunción del presidente Donald Trump, en enero de 2017, los Estados Unidos están retornado a Somalia después casi 24 años, después de que el entonces presidente Clinton ordenara el repliegue de todas sus tropas, tras el episodio que se conoce como la Batalla de Mogadiscio, un enfrentamiento de casi cuarenta y ocho horas, librado entre el 3 y 4 de octubre de 1993, que dejó, 19 norteamericanos muertos después de quedar atrapados en las calles de esa ciudad, tras el fracaso de una operación en la que intentaron secuestrar al general Mohamed Farrah Aidid, líder Congreso Unido Somalí (CUS), una de las facciones más poderosa que se enfrentaban en la guerra civil que desde 1991 se extendía en el país africano.

La Batalla de Mogadiscio fue una experiencia espelúznate para el pueblo norteamericano que supo cómo sus “muchachos” fueron arrastrados y linchados en las calles, mientras que dos de sus más poderosos emblemas de su supremacía militar, los helicópteros Black Hawk, eran reducidos a chatarra, por una “turba excitada y sanguinaria”. Claro poco se sabe de entre los 1500 y 2000 civiles somalíes, que fueron parte de los “daños colaterales” de esa batalla.

Trump, parece estar dispuesto a dejar atrás aquel síndrome de frustración, que quedo el pueblo norteamericano respecto al Cuerno de África, y está retornando, ahora para contener a la guerrilla integrista al-Shabbab, vinculada a al-Qaeda, que durante años controló grandes áreas del país, incluso ciudades como Mogadiscio y hoy se posiciona en zonas rurales, a donde fueron empujados por las tropas de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM).

Al-Shabbab, que en la actualidad cuenta entre 4 y 7 mil muyahidines, controla cerca de un 20 por ciento del territorio nacional y opera también con cierta frecuencia en Kenia, en venganza por la presencia de tropas de ese país en el conflicto somalí. Además existen unos 250 hombres que ha jurado lealtad al Daesh, la mayoría de ellos escindidos de al-Shabbab, que se ubican en el norte del país.

En el momento de finalizar el mandato del presidente Obama, en Somalia, solo había algunos pocos militares norteamericanos y agentes de la CIA, casi con exclusividad para custodiar a sus funcionarios y vigilar intereses norteamericanos, además de realizaban esporádicas incursiones aéreas, concentradas en objetivos muy precisos, entre 2007 y 2015, solo se habían realizado 17 operaciones.

Dado el incremento de las acciones de los integristas en 2016, último año de Obama, fueron 15 los bombardeos, pero desde enero de 2017, con la llegada de Trump a la Casablanca, la norma ha cambiado, durante ese año fueron 31 los ataques y en lo que va de este ya son cerca de 50, con los que se eliminaron a casi trecientos muyahidines. Mientras las tropas terrestres del ejecito norteamericano, se incrementaron a 500 efectivos, sin que se conozca cuantos pelotones de la CIA, han llegado a Somalia en estos últimos 23 meses.
Estados Unidos está concentrando sus ataques a campos de entrenamiento, vehículos y arsenales, en un intento de disminuir la capacidad militar de los fundamentalistas, el más importante de este año había sido el del dos de junio último, en cercanías de la ciudad costera de Bosasso, donde murieron 27 combatientes.

Pero el más efectivo de los ataques se realizó el pasado fin de semana contra posiciones de al-Shabbab que estaban organizando un ataque de proporciones contra una base militar del gobierno en la región del Bajo Shabelle. El comando norteamericano, informó que a lo largo de seis incursiones aéreas en una zona montañosa cercana a Gandarshe, una población ubicada sobre la costa a unos 60 kilómetros al sur de la capital y muy próxima al puerto de Marka, entre de sábado y domingo provocaron 62 bajas a los takfiristas, sin que se reportaran bajas civiles. También se informó que en el ataque fue alcanzado un vehículo cargado de explosivos que estaba preparado para un importante atentado en un punto no especificado. Hay que recordar que una de las estrategias más usadas por el grupo wahabita es el del estallido de vehículos contra puntos estratégicos hoteles, reparticiones oficiales y bases militares, para luego ingresar milicianos armados a rematar a quienes hayan sobrevivido a la explosión.

El más espectacular de este tipo de ataques se produjo el 14 de octubre del año pasado convirtiéndose en el más letal de la historia, donde murieron 587 personas, hiriendo a 228, mientras que otras 56 se dieron por desaparecidas, con una única bomba, disimulada en un camión que transitaba por una de las principales calles comercial de Mogadiscio, conocida como kilómetro 5.

El bombardeo contra Gandarshe ha sido el más contundente desde el de noviembre de 2017, en que unos cien muyahidines murieron tras el ataque aéreo a un campamento terrorista en el sector de Bur Elay, en la región de Bay a 200 kilómetros al noroeste de Mogadiscio.
La estrategia del Pentágono, se concentra ahora en expulsar al grupo terrorista de Jubba Central, una sub región al sur del país, la única que al-Shabbab mantiene bajo su control absoluto y en cuya capital Buale, los milicianos tiene su cuartel general donde no solo celebran sus principales reuniones, sino también planean sus operaciones.
Por su parte el Ejército Nacional de Somalia, las fuerzas estatales de Jubbaland, una provincia parcialmente independiente de Mogadiscio, en el sur del país, y el ejército keniata como miembros de AMISOM, desde estos últimos días realizan preparativos para operaciones militares conjuntas “en una etapa avanzada”, a lo largo de la frontera entre Somalia y Kenia, cerca de 700 kilómetros, por donde se han filtrados comandos del al-Shabbab para realizar matanzas como la del centro comercial Westgate en Nairobi, que dejó 72 muerto y cerca de 200 heridos en septiembre de 2013 y la toma de la Universidad de Garissa donde fueron asesinados cerca de 150 alumnos, en abril de 2015.

Trump quiere volver a África

La nueva estrategia norteamericana con la administración Trump, respecto a África, ha anunciado que tiene tres ejes centrales: promover el comercio y los lazos comerciales, asegurarse de que su ayuda no sea desperdiciada fundamentalmente en manos de la corrupción y combatir la violencia y el extremismo wahabita. Aunque en buen romance la intensificación de la presencia norteamérica en África, tiene un único motivo, contrarrestar la expansión China, en el continente.
Nadie conoce en realidad cuales son las verdaderas estrategias de la “lucha contra el terrorismo” que está elaborando la administración Trump en África y todo lo que se conoce es o que queda al descubierto cuando se producen” incidentes” como los de octubre del año pasado, cuando en la aldea de Toga-Toga en Níger próximo a la frontera con Malí, una patrulla compuestas por tropas americanas y miembros del ejército nigerino cayeron en una emboscada, en la que murieron doce soldados africanos y cuatro Green Berets (Boinas Verdes) norteamericanos, lo que produjo un verdadero escándalo nacional, ya que los ciudadanos estadounidenses, desconocida la presencia de tropas americanas en ese territorio, más allá de que las que se estaban utilizando en la construcción de la Base Aérea 201 para drones, cerca de la ciudad de Agade. (Ver Níger: Los secretos del desierto)

En Somalia en junio último, un soldado de las fuerzas de operaciones especiales de Estados Unidos murió y otros cuatro resultaron heridos en un pequeño puesto de avanzada cerca de la ciudad de Jamaame en el sudoeste del país, en un ataque con armas cortas y morteros de los integristas. Esta baja es la primera que se conoce en África tras la emboscada de Tongo-Tongo, lo que Washington, tendrá que evitar para que no vuelva a suceder, o por lo menos ocultarlo lo suficiente para que el síndrome de Black Hawk, no vuelva a estallar en los Estados Unidos, una sociedad muy acostumbrada a tolerar las matanzas que sus “muchachos” o sus políticos cometen en terceros países, pero que ya no puede soportar una baja más de los suyos.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
África – LoQueSomos

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