Transición sangrienta: 46 años del asesinato de María Luz Nájera Julián

Transición sangrienta: 46 años del asesinato de María Luz Nájera Julián

Redacción. LQSomos.

«Estábamos un grupo. Llegó cerca, un coche de la policía. Bajó un policía armado. Disparó un arma. Yo sentí que algo pasaba junto a mi cabeza. Entonces cayó la chica, de bruces, al suelo. Pudo ser un bote de humo, pero no hubo humo.» ¡A bocajarro!

Martes 24 de enero 2022, 19:00 horas
Homenaje a María Luz Nájera a 46 años de su asesinato

Parque María Luz Nájera (Avda. de Cantabria, 50, Madrid)

María Luz Nájera Julián (Madrid, 22 de noviembre de 1956 – 24 de enero de 1977). Vecina del barrio de Alameda de Osuna, Madrid. Estudiante universitaria en tercer curso de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense…

Madrid, lunes 24 de enero 1977, es un hervidero de manifestaciones y acciones de protesta, sobre todo universitarias, contra el asesinato, el día anterior, de Arturo Ruiz por miembros de bandas fascistas que campan a su antojo por la ciudad bajo el manto policial.

Más de 115.000 personas participaran en las movilizaciones. El paro en las universidades madrileñas fue prácticamente total, más de 100.000 estudiantes lo secundaron y más de 30.000 participaron en asambleas y concentraciones.

Tras el desalojo de la facultad de Derecho de la Complutense, realizado por la policía sobre las once y media de la mañana, arrojando bombas de humo en el interior del centro, los estudiantes se dirigieron en manifestación hacia la Moncloa, la calle Princesa Y Plaza de España, por el camino individuos de paisano, de extrema derecha y armados, al igual que el día anterior, agreden a manifestantes. La manifestación llega a la Gran Vía, donde la policía como era costumbre intentaba disolver las protestas con extrema violencia. Las manifestaciones se multiplican por toda la zona centro de la ciudad: plaza del Callao, glorieta de Bilbao, de Alonso Martínez, calle de San Bernardo, calle Alberto Aguilera…

Hay varios heridos en las manifestaciones: Francisco Galera, de veintiún años, con traumatismo craneal, conmoción cerebral y fractura del temporal izquierdo. Pronóstico grave. Con lesiones leves resultaron: J. D. Sánchez, de dieciocho años; P. Lastra, de diecinueve; A. Izarra, de diecisiete; L. Fernández, de 48; M. E. Moreno, de diecinueve, V. Huezzman, de veinte; L. G. García, de diecinueve. Todos ellos fueron asistidos en la casa de socorro de Centro; en el centro sanitario de San Bernardo internaron a M. M. Avilés, de veintitrés años, y a J. Bárquez, también de veintitrés años, los dos con pronostico leve.

En la Gran Vía, en la esquina con la calle de los Libreros, un bote de humo disparado por la Policía alcanzó directamente en la cabeza a Mari Luz, que le provoca un traumatismo craneal en la región parieto-occipital derecha, con fractura múltiple de la bóveda craneal. Sus compañeros la llevaron a la clínica de La Concepción, donde fue ingresada en coma. La herida seria mortal.

Uno de los jóvenes que recogieron el cuerpo herido de Mari Luz, informó, al diario El País, que quería salir al paso de ciertas versiones: «Estábamos un grupo. Llegó cerca, un coche de la policía. Bajó un policía armado. Disparó un arma. Yo sentí que algo pasaba junto a mi cabeza. Entonces cayó la chica, de bruces, al suelo. Pudo ser un bote de humo, pero no hubo humo.» ¡A bocajarro!

Al día siguiente se abre el velatorio, para la familia y un reducido grupo de allegados, en el Instituto Anatómico Forense, en la calle de Santa Isabel, se registrarán momentos de tensión e indignación, sobre todo cuando se ve el rostro totalmente desfigurado de Mari Luz por el impacto, que seria tapado con un pañuelo. En la puerta se recrimina abiertamente a los policías que custodian la entrada y se protesta contra el ministro de la Gobernación, Rodolfo Martín Villa, y contra el Gobierno en general, a quienes se califica de responsables de la muerte de la joven.

No hay clases en la Universidades, los rectorados de la Autónoma y Complutense de Madrid han decidido suspender las clases. El rectorado de la Complutense ha comunicado que, «en señal de protesta por los sucesos producidos y como manifestación de duelo por el fallecimiento de la señorita María Luz Nájera, alumna de la misma». Y el rectorado de la Universidad Autónoma, como testimonio de condolencia y solidaridad con la otra Universidad madrileña, decidió suspender las clases para hoy y reunir a la junta de gobierno en sesión extraordinaria para decidir sobre la reanudación de las clases.

El cadáver de María Luz partió a la tarde hacia el cementerio de Barajas, un kilometro antes del cementerio se detendrá el furgón, donde el féretro será tomado por amigos y compañeros para llevarlo a hombros, más de 3000 personas acompañan este ultimo paseo, entre gritos contra la policía y el gobierno y en un inmenso aplauso de homenaje que nunca llega a su fin, también se canta La Internacional, respectivamente. A lo largo del recorrido podían verse un montón de crespones negros en las terrazas de las viviendas en señal de duelo.

Tenía 20 años. Ningún policía pagó por el asesinato de Mari Luz Nájera, impunidad total.

Martes 24 de enero 2023, 19:00 horas
Homenaje a María Luz Nájera a 46 años de su asesinato

Parque María Luz Nájera (Avenida de Cantabria, 50, Madrid)

46 Aniversario: Semana Negra de 1977

No olvidamos!
#Verdad #Justicia #Reparación #TransiciónSangrienta #Impunidad
#Transición #YoTambiénSoyVíctima #NoRepetición

La modélica transición. Sangres de Enero 1976-1981

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LQSomos

2 thoughts on “Transición sangrienta: 46 años del asesinato de María Luz Nájera Julián

  1. Estuve en esas manifestaciones, era estudiante de Sociología, el año 1976, había huelga general de los profesores no numerarios, pero era huelga activa, íbamos a clase, pero no se daba el programa, sino otros temas que estaba prohibidos, como la guerra civil, que no nos habían enseñado en el bachillerato. Muchos días, cuando había manifestaciones, se hacía una asamblea general para explicar los motivos y después salíamos andando para Moncloa, a veces llegaba la policía a caballo a la facultad de Derecho y Filosofía, al otro lado de nuestra facultad, para disolver ahí a los estudiantes e impedir que llegaran a Moncloa. A la de Sociología no podían acceder y se pasaban a este lado muchos de los estudiantes de esas facultades por un paso subterráneo que había. Las manifestaciones eran muy violentas y teníamos mucho miedo y no solo de la policía, sino de los fascistas que desde las casas en Moncloa y Argüelles tiraran tiros contra nosotros.

  2. No eran casos aislados, en el instituto fue un impacto de gran calibre.
    Pronto aprendimos que la hora de casi todas las convocatorias de las manifestaciones, era la hora del comienzo de la carga policial. Y que en los alrededores del lugar de la convocatoria no se podía estar antes de la hora porque serias detenido.
    Luego las manifestaciones eran algo efímero, en el que dos o tres personas tocaban las palmas llamando a la unidad, y la calle se llenaba de repente de gente a su alrededor, que automáticamente eran desalojados por las armas de la policía.
    A los primeros disparos, había que agacharse y buscar refugio tras los coches aparcados. Los que estaban más cerca de la línea policial, tenían que correr a sprint si no querían ser alcanzados por los antidisturbios. Si tenías suerte que no te hubiese dado un bote de humo o una pelota de goma, que disparaban a placer, lo mismo que balas de verdad si se veían en dificultades.
    Para frenarlos se les tiraba botellas y otros objetos, siendo las botellas las más efectivas ya que los policías no sabían si eran cocteles molotov y se paraban. Eso daba tiempo, para levantarse gente que había tropezado en la huida y quedaría para recibir porrazos, recoger heridos, porque si los recogía lo policía era peor, y daba tiempo para atravesar coches en las calles para bloquear el paso a los vehículos policiales.
    Entonces se mantenía el coche atravesado como barricada, defendiéndola., y por detrás la manifestación se extendía bloqueando todas las calles adyacentes a la dirección de la manifestación, que iría buscando un nudo de comunicación, para tomarlo y hacerse fuerte, hasta que llegasen los antidisturbios, que estaban en la otra punta.
    Más que una cuestión política era una cuestión de dignidad. Nos habían hecho enfrentarnos entre nosotros en los pueblos y en los barrios, si no había pelea, no había fiesta, y ahora nos habíamos dado cuenta de la trampa, estableciendo un nuevo enemigo, el sistema. Y no les gustó.

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