Trayecto de los museos cubanos

Trayecto de los museos cubanos
En la década del cincuenta del siglo pasado sólo había en el país siete museos, algunos privados y otros municipales, como el Emilio Bacardí Moureaux en Santiago de Cuba y el Antonio María de Rojas, en Cárdenas. Incluso puede decirse que no eran organismos regulares porque el de Santiago contaba con una enorme variedad de piezas y artículos, incluida una momia egipcia que fue necesario facturar como bacalao de Noruega porque no existía taza impositiva para su ingreso.

El cambio se produjo con el advenimiento de la Revolución, pues ahora el país cuenta con más de 250 museos y organismos similares. Son sus más destacadas instituciones el Museo de la Revolución, el Museo de los Capitanes Generales, el Museo de la Alfabetización, Palacio de Bellas Artes, Museo de Artes Decorativas y el Museo Napoleónico, considerado este último el segundo en el mundo después del de París y está instalado sobre una construcción excepcional semejante a los palacios del renacimiento italiano; fue mandado a construir a un costado de la Universidad de la Habana en la calle Mazón por Orestes Ferrara, ministro del Dictador Machado quien había sido la mejor espada que recuerda la historia del deporte en Cuba, así como Coronel de la Guerra de Independencia. En su mayor parte las piezas habían pertenecido al magnate Julio Lobo, dueño de centrales azucareros y de la mitad del ferrocarril, quien se consideraba como un Napoleón de las finanzas.

 

Asimismo, se destacan por su importancia el Museo Indocubano de Baní recientemente terminado y que cuenta con 22 mil piezas precoloniales, el Museo San Severino de Matanzas designado por la UNESCO como parte de la Ruta del Esclavo, así como el Museo de la Piratería acogido por el Castillo del Morro de Santiago de Cuba. Es importante conocer que la UNESCO designó al conjunto de la Vieja Habana como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el año 1982 y que hoy ocupa el cuarto lugar en la lista de patrimonio de América Latina y que del mismo modo ocupa el puesto 28 en esta nomenclatura a nivel mundial.
 
Un aspecto importante y novedoso de esta riqueza cultural es la vinculación de la educación con estos medios, pues no se trata de exhibir un instrumental valioso, sino contribuir al desarrollo del saber y del pensamiento del pueblo. Es notorio que de modo continuado se celebran visitas de escuelas, concursos y se dictan conferencias por destacados hombres de pensamiento. Es de considerar que muchas de las muestras proceden de bienes heredados tras la ausencia de sus antiguos dueños, pero también muchos de estos proceden de la voluntaria contribución de numerosos donantes, lo mismo que bibliotecas especializadas como en el caso de la del Museo Napoleónico que cuenta con más de 4 mil volúmenes.

De hecho, se trata de un proyecto que ha ido conformándose a partir del surgimiento de especialistas, profesores y expertos, que han asumido tareas de divulgación, participación y educación cada vez más demandada por la opinión pública en el creciente movimiento de ampliación del conocimiento y la cultura, incluso ha surgido la necesidad de contar con una estación de radio (Radio Ciudad de la Habana) la cual divulga programas y actividades y da información que ya en este momento trasciende los límites de la antigua urbe para extenderse hasta Santa Clara, capital de la provincia de Las Villas.

 
Es notable ver como se ha creado un potencial en el que no se pensaba antes más que como un sueño y que ahora es una realidad, hablamos de salas de concierto, áreas para conferencias y exposiciones de artistas de la plástica, así como galerías orientadas a crear una base para la expansión ulterior de áreas de cultura. Un ejemplo es el programa de los llamados “Andares”  que consiste en la presentación de zonas urbanas o de residencias antiguas por las que se interesan decenas de jóvenes y participantes de la tercera edad, un dato es el hecho de que numerosos convivientes de la zona manifiestan el orgullo de continuar viviendo en el lugar, en cierto modo asistidos por la Oficina del Historiador de la Ciudad. Es de aquí desde donde han salido los alumnos de diversas escuelas de Artes y Oficios y del personal de servicio, cuya graduación o entrenamiento nutre a su vez las necesidades de restauración de esa área que en su mayor parte es del siglo XVIII y XIX.
 
Demostración de la efectividad de esta red de cultura, funcionamiento y equilibrio se hace palpable con el reciente premio Eureka, otorgado por los países europeos a la eficiente operación lograda por la Oficina del Historiador de la Ciudad, galardón que se añade a otros recibidos por esta entidad en los últimos años.
 

 

 

 

 

 

 

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