Vosotros que estáis aquí, abandonad toda esperanza*

Vosotros que estáis aquí, abandonad toda esperanza*

El Financiero de El Garaje. LQS. Septiembre 2020

El estado español está quebrado. Nosotros lo sabemos (lo veníamos diciendo) y ellos lo saben. Ellos son los que gobiernan, el conglomerado público/privado que tiene secuestrado, desde hace mucho y desde Madrid, eso que llaman España.

Saben que esto ya no tiene solución y eso explica su actitud de abandono.

No hay solución en un país de 47 millones de habitantes donde solo trabajan 14 millones (incluidos unos 3 millones de funcionarios) y con una deuda desbocada: cada día es necesario endeudarse en 137 millones de euros más.

Un país con un paro que ya nadie es capaz de calcular y con una Seguridad Social quebrada, con su principal industria (turismo) devastada y con una creciente dependencia exterior en todo lo demás. Con una productividad que no permite levantar cabeza.

Vivimos, hay que reconocerlo, en una sociedad decadente -que prioriza el ocio, los bares, las discotecas y los botellones- y, aunque duela decirlo, profundamente inculta en su mayoría. Una sociedad que ha sacrificado atrozmente a una parte importante de sus mayores.

Y así podríamos seguir. Pero esto no es un escrito de denuncia. Ni de propuesta de soluciones, porque no las hay.

Lo que aquí queremos decir es que el conglomerado neofranquista que gobierna lo sabe y está aplicando el dicho: “Para lo que me queda en el convento…”

Han perdido el control de los acontecimientos. Los que se reunieron (el Ibex) con Sánchez hace unos días ya no mandan… Pero si es que hasta Telefónica (empresa zombi, entre muchas otras) y el BBVA salen este mes del índice eurostock 50 (por su baja capitalización) y todo el mundo sabe que los otros grandes bancos están quebrados ¿El sector automovilístico? Pero es que Tesla, que fabrica aún pocos coches, vale más en bolsa que Volkswagen, Ford y Peugeot juntas ¿El sector inmobiliario?: cada vez más en manos de grandes fondos internacionales. La principal empresa española, Inditex, no llega a los 80 mil millones de capitalización.

El mundo está cambiando a toda velocidad, un mundo en el que Apple vale el doble que el PIB español.

Hasta los modelos que parecían sólidos (léase País Vasco) van a entrar en barrena. Por demografía (envejecimiento), predominancia de sectores obsoletos y muro tecnológico. Ya no existen las burbujas. Por eso, para resistir, el PNV se abraza al PSOE. De nada va servir. Aumentarán el endeudamiento porque tienen algo de margen, pero no podrán frenar la decadencia.

Los vascos no han querido seguir a los catalanes en su intento de salir de la trampa del chiringuito madrileño/español (ya vemos el precio que les han hecho pagar). Prefiere el PNV, como buenos jesuitas que son, jugar a dos bandas. Pero el abrazo del oso de la banda del régimen los va a arrastrar. Algo parecido a lo que le ha sucedido a Podemos.

Llegará el colapso. ¿En qué forma? Estallido de la deuda o toma de control ya total de las grandes corporaciones o lo que sea. No lo podemos saber, como no sabíamos de ese Covid tan oportuno.

Los que creen que están a salvo porque cobran un fijo aceptable (muchos funcionarios, algunos –pocos- pensionistas, y trabajadores muy cualificados del sector privado) se equivocan. El arma para arruinarlos ya está en marcha. Se ha explicitado en la reunión de la Fed en Jackson Hole a finales de este agosto. Los grandes banqueros allí reunidos se han centrado en que “hay que liberar la inflación”. Cuando la maquinaria se ponga en marcha van a ver como lo que cobran (y sus ahorros) baja de valor a toda velocidad frente a precios que subirán y subirán… Ese es el plan de los Bancos Centrales. Adiós a las clases medias.

El “gobierno progresista” no tiene ningún plan ni lo tiene la oposición ni nadie.

El único plan que tienen es mantenerse (aprovechándose todo lo que puedan, eso sí), enrocarse repartiendo mandobles a diestro y siniestro: a los independentistas catalanes, a los trabajadores que protesten, a los antifascistas, a todo lo que se mueva. El plan es defender el chiringuito como sea. Saben que tiene fecha de caducidad, pero no lo desmontarán hasta que algo/alguien lo desmonte. Mientras, lo seguirán exprimiendo. Han renunciado a todo tipo de reformas (incluso a las antipopulares). Están en modo rapiña/espera.

De la catástrofe que viene, en la que ya estamos, el culpable –nos lo contarán durante décadas- será el Covid. Qué bien les está viniendo para justificar los planes y acelerar las agendas que ya tenían.

En este contexto, hablar de política, de aplicar tal o cual política (como la tontería de decir que hay que luchar por el pleno empleo) no tiene sentido. Dejemos eso a los Iglesias, Montero, Colau, Monedero, Garzón y otros vividores.

¿Y nosotros, qué?

No nos queda otra que prepararnos, tejer redes de solidaridad y de trabajo en común. Entrar con el mejor pie posible en ese nuevo mundo que ya está aquí.

No vamos hacia ninguna apocalipsis (a pesar del título de este artículo), sino a un cambio de paradigma en el que la tecnología (el capital) lo será todo, el control de las poblaciones (ahora por el miedo y cada vez más por la inteligencia artificial y la neurobiología) será completo, el trabajo, escaso, será remplazado por rentas básicas.

Mantengamos la libertad individual en todo lo que podamos y no olvidemos nunca que las conspiraciones las ejecutan siempre, siempre, los poderosos, y que los que se rebelan contra los relatos de las élites no son nunca los verdaderos conspiracionistas. Justamente, lo que estamos viviendo es una conspiración de los super poderosos contra la población mundial.

Creemos redes reales, no solo ni fundamentalmente de denuncia, y de protesta, sino de colaboración y trabajo en común. Si no somos capaces de hacerlo, entonces mereceremos lo que nos venga encima. Menos Twitter y chats de Whatsapp y más iniciativas concretas en la vida y en la economía real. No tenemos otra.

* Es la inscripción que Dante Alighieri encuentra en la puerta del infierno al iniciar su viaje, que le llevará desde allí al purgatorio y al cielo, como narró en La Divina Comedia

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