Y ahora, las asociaciones de víctimas del terrorismo

Y ahora, las asociaciones de víctimas del terrorismo

Arturo del Villar*. LQS. Mayo 2018

Tras la autodisolución de la organización nacionalista ETA es lógico plantearse la de todas las asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo existentes en España, alrededor de cincuenta. Reciben subvenciones de los ministerios del Interior, Defensa, Empleo y Seguridad Social, y de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, así como de gobiernos autonómicos, ayuntamientos y diversas empresas. La Lehendakaritza, por ejemplo, concede 260.000 euros anuales para este fin, y dispone de una Oficina de Atención a Víctimas del Terrorismo. Hasta ahora se afirmaba que mientras ETA siguiera existiendo como organización nacionalista podían producirse muertes violentas, pero ahora ya no cabe esa posibilidad. ¿Qué función tiene esa Oficina y qué papel desempeñan las múltiples fundaciones y asociaciones registradas de víctimas del terrorismo, que tanto dinero nos cuestan a los vasallos de su majestad el rey católico nuestro señor, protector de todos esos organismos, con palabras grandilocuentes, que no con euros?

La que se lleva el mayor trozo del pastel es la Fundación Víctimas del Terrorismo, a la que regaló el mobiliario el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, y según sus últimas cuentas publicadas en el Boletín Oficial del Estado número 215, de fecha 7 de setiembre de 2017, páginas 88040 a 88078, relativas al ejercicio 2016, consiguió unos ingresos totales de 1.081.146,29 euros, procedentes de subvenciones oficiales y de donaciones de numerosas empresas, siendo sus gastos totales ese año de 1.027.563,17 euros, destinados a gastos del personal y ayudas repartidas entre las asociaciones de víctimas, de modo que todo se queda en casa, con un total activo entonces de 2.445.777,24 euros. No debe de parecerles suficientes para cumplir sus fines, puesto que lo primero que se encuentra el visitante de su página web es una petición de donaciones, ejemplo seguido por todas las fundaciones y asociaciones que he examinado.

¿Verdaderamente son necesarias tantas fundaciones y asociaciones de víctimas del terrorismo, todas subvencionadas, todas boyantes, todas con la misma finalidad? ¿Qué función práctica desempeñan? Se hallan repartidas por todo el reino, algunas con denominaciones genéricas y otras vinculadas a un nombre propio. A menudo están organizadas y presididas por una viuda, hija o hermana de algún fallecido en atentado, que así obtiene el equivalente a un estanco, hasta hace poco la concesión gratuita hecha por el Estado a una viuda necesitada, habitualmente de militar.

Sin pretender mencionarlas a todas, porque esa labor debe ser realizada por un equipo de personas, cito algunas, abreviando con VT el nombre común de Víctimas del Terrorismo que suelen llevar: Fundación VT, Asociación de VT, Asociación de Víctimas de Organizaciones Terroristas, Voces contra el Terrorismo, Federación de Asociaciones Autonómicas de VT, Asociación de VT Machista, Asociación Dignidad y Justicia, Colectivo de VT, Asociación Zaitu, Asociación S. O. S. de Víctimas Españolas, Asociación Plataforma de Apoyo a las VT, Fundación Centro Memorial VT, Asociación 11-M Afectados de Terrorismo, Asociación de Ayuda a las Vícti-mas del 11-M, Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado VT, Asociación de Ertzainas y Familiares VT, Associació Catalana de Víctimes d’Organitzacions Terroristes, Asociación Andaluza VT, Asociación Vasca VT, Asociación Extremeña VT, Asociación Canaria VT, Asociación Riojana VT, Asociación VT de Castilla y León, Asociación VT de la Comunidad Valenciana, Fundación contra el Terrorismo y la Violencia Alberto Jiménez Becerril, Fundación Fernando Buesa Blanco Fundazioa, Fundación Miguel Ángel Blanco, Fundación Tomás Caballero, Fundación Gregorio Ordóñez, Fundación Luis Portero García, Fundación Manuel Broseta, Fundación Manuel Giménez Abad, Fundación Rodolfo Benito Samaniego, etcétera, etcétera, etcétera.

Las asociaciones normales están sostenidas por las cuotas de los socios, lo mismo las políticas que las artísticas, las filatélicas que las científicas, y todas las restantes, que se las arreglan como pueden para sobrevivir, por lo general muy mal (lo digo por experiencia). En el caso de las asociaciones de víctimas del terrorismo sucede exactamente lo contrario, los socios no sólo no pagan nada, sino que reciben dinero por el hecho de serlo. ¿Se deberá a este hecho su proliferación?

Propongo la formación de un equipo de estudio, para elaborar un listado completo de todas las asociaciones y fundaciones registradas, con especificación de las subvenciones y donaciones que reciben. Y espero los insultos que van a dedicarme.

– Imagen de El Correo.com
* Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio.
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