14/5/2003: Menem abandona el ballotage, Néstor Kirchner nuevo presidente

14/5/2003: Menem abandona el ballotage, Néstor Kirchner nuevo presidente

Por Daniel Alberto Chiarenza

Ese día por la tarde, luego de una reunión con sus colaboradores, Menem declinó su presentación en el ballotage a realizarse el domingo 18. Como siempre, a su modo; en el momento que Kirchner se disponía a pronunciar su discurso –tan solo un segundo antes en que el santacruceño iba a dar su discurso a la ciudadanía-, aunque implicaba su suicidio en el bunker, lo debe haber gozado, porque ensuciaba aquella cancha que se hubiera mantenido inmaculada, si como se preveía Néstor hubiera obtenido más del 70% de los votos.

Néstor Kirchner: Menem mostró “el último rostro, el de la cobardía, y el último gesto, el de la huida”

Menem criticó al presidente provisorio Eduardo Duhalde y al candidato y ahora presidente electo, Néstor Kirchner. Culpabilizó a “las trampas y las formas en que se llevó a cabo el proceso”, y atribuyó al duhaldismo el ser el principal responsable de su dimisión. “Yo respeto la ley. Gané la primera vuelta y me voy. Los que no respetan la ley son los que trampearon al pueblo a partir del congreso de Lanús”, dijo, en referencia al congreso justicialista donde se convalidó la presentación de tres fórmulas del PJ.

Menem renuncia al balotaje

Grabó un mensaje, en el que explicaría las causas de su renuncia. Criticó duramente a quien sería su rival en el ballotage y que quedó, luego de su renuncia, como presidente electo: Néstor Kirchner. Lo señaló como exmiembro “del montonerismo” y le disparó: “Que se quede el con el 22% de los votos, yo me quedo con el pueblo”, aunque él sólo había cosechado el 24% de los mismos.

Mantuvo al país pendiente de sus gestos casi dos días aunque se sospechaba su final, el expresidente renunció a competir en el ballotage, diciendo que no estaban dadas las condiciones del mismo, un sistema que el propio Menem introdujo en la Constitución del ´94 con el Pacto de Olivos. Kirchner lo acusó de haber mostrado “el último rostro, el de la cobardía, y el último gesto, el de la huida”. Igualito a Sobremonte, aquél virrey de fama dudosa.

De todos modos, la jugada de último momento no cambió el discurso de Kirchner, que atribuyó la actitud de Menem a un intento de las grandes empresas por presentar como “débil y frágil” al próximo gobierno.

“Hay que hablar, y ser muy duros”, concluyó Kirchner. Acusó a Menem de “jaquear las instituciones democráticas” y planteó que “lo inédito e insólito es que proviene de un presidente constitucional” que se manejó “con la misma impunidad de su gestión”.

Kirchner dijo que Menem “robó a los argentinos” los derechos a comer, a trabajar y a estudiar, y ahora le estaba robando el derecho a votar. “Las encuestas que unánimemente le auguran una derrota sin precedentes en la historia electoral de la república…”.

Para Kirchner “termina un ciclo histórico, signado por los liderazgos mesiánicos, con dirigentes que creyeron que no tenían que dar explicaciones por lo que habían hecho”.

Kirchner, Presidente. 2003

“El retiro de la fórmula es funcional a los intereses de sectores económicos que se beneficiaron con privilegios inadmisibles en la década pasada, al amparo de un modelo de especulación financiera y subordinación política, a esos mismos intereses que cooptaron el Estado y compraron la política, corrompieron a los dirigentes y arruinaron a los ciudadanos”. Advirtió que no sería “presa de las corporaciones” y reivindicó su origen político setentista (cuya juventud transcurrió, o no –porque hubo 30.000 desaparecidos, durante y posteriormente- durante la primera mitad de los gloriosos años ’70). “Pertenezco a una generación que no se dobló ante la desaparición de amigos y amigas, ante el mayor sistema represivo que le haya tocado vivir a nuestro país, y no voy a dejar esas convicciones por pragmatismo en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, dijo el santacruceño nacido en 1950 y era un militante de la Juventud Peronista cuando el 25 de mayo de 1973 Héctor Cámpora asumiera la presidencia con la presencia del chileno Salvador Allende y el cubano Osvaldo Dorticós Torrado en su compañía en el balcón de la Casa Rosada.

El fuerte discurso fue definido por Eduardo Menem, con asco, como “el mensaje de un militante”, igual al de aquellos que Perón echó de la plaza, en referencia directa a los montoneros, expulsados el 1 de Mayo de 1974 de la Plaza de Mayo. Kirchner replicó: “Menem juró en 1973 por Montoneros, después se abrazó a López Rega y cuando fue presidente terminó dictando el indulto”.

Menem evitó a los argentinos una segunda vuelta que hubiera homogeneizado la fragmentación, al concentrar el voto en una franja del 70 o 75 por ciento, el segmento mayoritario que según las encuestas hubiera votado por Kirchner contra Menem.

Es difícil pensar que el menemismo tal como fue conocido hasta ahora subsistirá.
Kirchner no sólo hubiera conseguido el resto de los votos para derrotar a Menem, obteniéndolos de una sociedad con la que ahora deberá trabajar para conseguir no la legalidad ni la legitimidad, que las tiene, sino el llano y simple apoyo político. No podrá colgar en su despacho el acta de la justicia electoral con el récord histórico de votos (superaría al Perón del ‘73, que obtuvo el 62%).

Nos concientiza el historiador Norberto Galasso: “Hay aspectos centrales a considerar cuando se analiza este período histórico: una Argentina destruida y «un presidente imprevisto».

“Kirchner ha obtenido solamente un pequeño caudal electoral (22%) el 27 de abril de 2003 y ha asumido el 25 de mayo [con este hecho que marcamos en el medio] recurriendo, en general, para formar los equipos de gobierno, a quienes han sido sus personas de confianza durante sus tres gobernaciones en Santa Cruz. Lleva a la Casa Rosada no solo a sus comprovincianos sino también su experiencia ejecutiva en el sur y él mismo suele utilizar el apodo de «pingüino» para sí y para la mayor parte de su equipo de gobierno.

“Armado con estas huestes, se da a la tarea de reconstruir una Argentina abrumada de dolores, frustraciones y escepticismo: «Estábamos en el infierno», afirmará el propio presidente, tiempo después”. Norberto Galasso. Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner. Tomo II. Buenos Aires, Colihue, 2011.

Cerrada la etapa menemista, el final abierto pasa a ser otro. El tono fuerte del discurso de Kirchner, ¿fue solo un gesto personal del presidente electo hacia su pasado y una búsqueda de identidad, o el indicio de un gobierno plantado fuerte ante las corporaciones? En otras palabras: ¿qué significará en concreto un presidente que no quiere ser una presa de los grandes grupos económicos?

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