21-feb-1934: asesinato de Augusto César Sandino, General de Hombres Libres

Por Daniel Alberto Chiarenza
“Es preferible morir como rebeldes y no vivir como esclavos”</strong>
Augusto César Sandino nació el 18 de mayo de 1895 en Niquinohomo, departamento de Masaya, Nicaragua.
“[1912] Augusto César Sandino, un peón cualquiera de un pueblito cualquiera, ve pasar el cadáver de Zeledón (resistente a una de las tantas invasiones yanquis) arrastrado por el polvo, atado de pies y manos a la montura de un invasor borracho”. Eduardo Galeano. Memoria del fuego 3. El siglo del viento. Buenos Aires, Catálogos, 2001.
En 1921 Sandino abandonó al país. Comenzó su viaje por tierras de América: Honduras, Guatemala y, finalmente, México. Allí, en Tampico, se empleó como mecánico en la Huasteca Petroleum Company.
La miseria que padeció, despertó en él su vocación antiimperialista. En contacto con el movimiento obrero mexicano hizo sus primeras armas en el sindicalismo.
Así narra su decisión posterior: “[…] Supe entonces que en Nicaragua había estallado un movimiento revolucionario… Tenía mis economías que montaban 5 mil dólares. Tomé 3 mil y me vine a Managua; me informé de lo que pasaba y me fui a la mina de San Albino, naciendo a la vida activa de la política […]”.
“Hombre corto y flaco, fideofino, lo volaría el ventarrón si no estuviera tan plantado en tierra de Nicaragua.
“En esta tierra, su tierra, Augusto César Sandino se alza y habla. Hablando cuenta lo que su tierra le ha dicho. Cuando Sandino se echa a dormir sobre su tierra, ella le secretea hondas penas y dulzuras”.
“Sandino se alza y cuenta las confidencias de su tierra invadida y humillada y pregunta cuántos de ustedes la aman tanto como yo.
“Veintinueve mineros de San Albino dan un paso al frente.
“Estos son los primeros soldados del ejército de liberación de Nicaragua. Obreros analfabetos, trabajan quince horas por día arrancando oro para una empresa norteamericana y duermen amontonados en el galpón. Con dinamita vuelan la mina; y se van tras de Sandino a la montaña
“Sandino anda en un burrito blanco”. Eduardo Galeano. Op. Cit.
En 1926, con 300 dólares de sus ahorros compró las primeras armas a través de la frontera con Honduras y con algunos mineros comenzaron a hostigar en la sierra.
Se enteró que en Puerto Cabezas recibían material bélico en gran cantidad, Sandino atravesó la selva segoviana y colaboró con la rebelión de Juan Sacasa contra Adolfo Díaz (puesto por Estados Unidos como presidente de Nicaragua).
Los marines yanquis desembarcaron en puerto Cabezas en diciembre de 1926, declarando “neutral” esa zona con el objeto de desarmar a ambos bandos. Pero, con esa actitud, beneficiaron a las fuerzas de Díaz.
Secuestradas las armas, fueron echadas al mar. Con la colaboración de las prostitutas del puerto, Sandino salvó algunas decenas y con ellas (con las armas, por supuesto) se internó en las montañas.
“Las mujeres más dignas del mundo son las putas de Puerto Cabezas. Ellas conocen, por confidencias de cama, el lugar exacto donde los marines norteamericanos han hundido cuarenta rifles y siete mil cartuchos. Gracias a ellas, que jugándose la vida desafían a las tropas extranjeras de ocupación, Sandino y sus hombres rescatan de las aguas, a la luz de las antorchas, sus primeras armas y sus primeras municiones”. Eduardo Galeano. Op. Cit.
La resistencia contra la invasión extranjera se generalizó, Sandino y sus hombres unieron sus esfuerzos a las tropas del general Moncada, que intentaba llegar a Managua.
El 4 de mayo de 1927 se firmó el Pacto de Tipitapa. A cambio de la promesa de que Estados Unidos respaldaría su candidatura presidencial, Moncada entregó las armas junto a todos sus compañeros, cobrando diez dólares por fusil. Sólo uno de ellos se negó a rendirse –Sandino- y se retiró con sus fuerzas a San Rafael del Norte.
Desde Yali, en mayo de 1927, Sandino comunicó: “Mi resolución es esta: Yo no estoy dispuesto a entregar mis armas en el caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir como rebeldes y no vivir como esclavos”. La guerrilla contra el invasor yanqui se iniciaba.
“Muerden como tigres y vuelan como pájaros los soldados patriotas. Donde menos se espera pegan el zarpazo, salto del tigre a la cara del enorme enemigo, y antes de que atine a reaccionar ya están acometiendo por la espalda o los flancos y en un batir de alas desaparecen”. Eduardo Galeano. Op. Cit.
Al cabo de tres años se produjeron cientos de choques contra el invasor. Unos con éxito, otros luctuosos, como la toma del Ocotal donde la aviación yanqui usó por primera vez su potencial de fuego contra una población de América Latina, produciendo no menos de 300 muertos.
La lucha de Sandino continuó indefinida hasta que un cambio en la política exterior estadounidense se produjo. El presidente Franklin D. Roosevelt procedió al retiro de las fuerzas invasoras de Nicaragua el 1 de enero de 1934, coincidiendo con la asunción a la presidencia de Nicaragua de Juan Sacasa. La presencia de fuerzas de ocupación fue el motivo básico que llevó a Sandino a continuar la rebelión, Sacasa consideró que estaban dadas las condiciones para ofrecerle una paz honorable. Aquél la aceptó en febrero y junto con sus compañeros de lucha se retiró pacíficamente a cultivar la tierra de Las Segovias.
La “tregua” fue mentirosa. La Guardia Nacional -el organismo entrenado por los yanquis como fuerza de represión- tenía como nuevo jefe a Anastasio Somoza García, exsecretario de Moncada en Tipitapa.
Somoza comenzaba a preparar su toma del poder. Veía en Sandino a un enemigo potencial, pues éste respaldaba la gestión de gobierno de Sacasa, por eso planificó su aniquilamiento.
“Somoza sale de la casa de Arthur Bliss Lane, embajador de los Estados Unidos.
“Sandino llega a casa de Sacasa, presidente de Nicaragua.
“Mientras Somoza se sienta a trabajar con sus oficiales, Sandino se sienta a cenar con el presidente.
“Somoza cuenta a sus oficiales que el embajador acaba de darle su apoyo incondicional para matar a Sandino.
“Sandino cuenta al presidente los problemas los problemas de la cooperativa de Wiwilí, donde él y sus soldados trabajan la tierra desde hace más de un año.
“Somoza explica a sus oficiales que Sandino es un comunista enemigo del orden, que tiene escondidas muchas más armas que las que ha entregado.
“Sandino explica al presidente que Somoza no lo deja trabajar en paz.
“Somoza discute con sus oficiales si Sandino ha de morir por veneno, tiro, incendio de avión o emboscada en las montañas.
“Sandino discute con el presidente sobre el creciente poder de la Guardia Nacional, dirigida por Somoza, y le advierte que pronto Somoza lo volteará de un soplido para sentarse en el sillón presidencial.
“Somoza termina de resolver algunos detalles prácticos y se despide de sus oficiales.
“Sandino termina de beber su café y se despide del presidente.
“Somoza marcha al recital de una poetisa y Sandino marcha a la muerte.
“Mientras Somoza escucha los sonetos de Zoila Rosa Cárdenas, joven valor de las letras peruanas que distingue al país con su visita, Sandino cae acribillado en un lugar llamado La Calavera, sobre el Camino Solo”. Eduardo Galeano. Op. Cit.
Conducidos al Campo de Marte, los tres generales fueron ejecutados por un piquete de guardias en el campo de aviación de Managua.
El 1 de enero de 1937 se implantó la dinastía dictatorial de los Somoza, derrocada por el pueblo en armas, conducido por el Frente Sandinista de Liberación Nacional en julio de 1979.
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