25 de noviembre de 1956: el “Granma” parte de México hacia Cuba

25 de noviembre de 1956: el “Granma” parte de México hacia Cuba

Por Daniel Alberto Chiarenza*

Comienza la casi legendaria aventura revolucionaria en Sierra Maestra…

Quemar las naves
El día o la noche en que por fin lleguemos
habrá que quemar las naves
pero antes habremos metido en ellas
nuestra arrogancia masoquista
nuestros escrúpulos blandengues
nuestros menosprecios por sutiles que sean
nuestra capacidad de ser menospreciados
nuestra falsa modestia y la dulce homilía
de la autoconmiseración”
[…]
“no obstante como nadie podrá negar
que aquel mundo arduamente derrotado
tuvo alguna vez rasgos dignos de mención
por no decir notables
habrá de todos un museo de nostalgias
donde se mostrará a las nuevas generaciones
cómo eran
París
El whisky
Claudia Cardinale” 1968.
Mario Benedetti: Cuaderno Cubano. Buenos Aires, Schapire, 1974.

Luego del frustrado asalto al cuartel Moncada, uno de sus responsables, Fidel Castro, quien pertenecía a una de las fracciones en pugna en la lucha política contra el “Batistato”, fue indultado; pero no había para él lugar en ningún movimiento tolerado por la dictadura de don Fulgencio, y desde la Isla de Pinos (Isla de la Juventud), marchó al exilio.

Aquel joven abogado revolucionario había profetizado, ante quienes lo juzgaban por el asalto al cuartel Moncada que la historia lo absolvería; había dicho en su vibrante alegato: “Cuba sigue siendo una factoría productora de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos…”.

Los acontecimientos atemorizaban a Batista, quien veía que la oposición sobrepasaba el plano declamatorio para marchar por los caminos de la acción directa. Batista respondió con más represión.

Un cubano contemporáneo opina: “La victoria revolucionaria actual de Cuba ha tenido lugar, en mucho porque Fidel en vez de beber ejemplos extraños a nuestra realidad concreta, supo, partiendo de la experiencia universal teórica, aplicaría a las condiciones cubanas sin hacerle concesión a la fraseología de moda en Europa, ni mucho menos aplicar remedios con fórmulas que no fueran tan cubanas como sus palmas”.
Nuñez Jiménez, Antonio: La Primavera de la Revolución Socialista, en América, Buenos Aires, Grupo Editor, 1973.

Por entonces, Fidel Castro se hallaba en México desde su amnistiada liberación, conspirando con un grupo de revolucionarios. Se organizaba militarmente y fundaba el Movimiento “26 de Julio”, en homenaje a la fecha del inaugural estallido que representó el asalto al Moncada en 1953.

Fulgencio Batista

La opinión pública cubana se mostraba confundida ante la corrupción del régimen y la dividida oposición.

Por otra parte, los altos precios del azúcar y la afluencia de turistas al –entonces- “burdel yanqui”, determinaron una momentánea prosperidad económica, cuyas beneficiarias eran las clases altas y medias, que durante mucho tiempo se mantendrían al margen del conflicto.

Subía la ola de atentados, ascendía la acción represiva. Y en ese marco se produjo el 29 de abril de 1956 el ataque por grupos armados del cuartel de Goicuría, en Matanzas, concluyendo con la muerte de la mayoría de los sesenta y seis atacantes. En México, pasaban las últimas semanas de instrucción, adiestrados por el coronel del antiguo ejército republicano español Alberto Bayo, los exiliados acaudillados por Fidel. Los rebeldes aprendieron a lanzar granadas, armar y desarmar fusiles automáticos y marchar por pasos que eran similares a los de la selva cubana.

El 25 de noviembre de 1956, ochenta y dos jóvenes, apiñados en la cubierta de una pequeña embarcación de veinte metros de eslora –el Granma-, abandonaron a marcha reducida la desembocadura del río Tuxpan, internándose en las aguas del Golfo de México. La capacidad del Granma era de ocho a diez pasajeros. De los ochenta y dos tripulantes, sólo cinco no eran cubanos. Entre ellos un –hasta entonces- anónimo médico argentino: Ernesto “Che” Guevara. El crucero Granma, debido al excesivo peso que portaba, navegaba dificultosamente, hacía agua internamente que los jóvenes pugnaban por desagotar y enfrentaba un viento de cuarenta nudos que hacía irresistible el oleaje.

De todos modos, la costa cubana ya no estaba lejos, cuando al ser barrida la cubierta por una ola, arroja al mar al oficial navegante que oficia de guía de la expedición invasora. Se pierde una preciosa hora en la localización del infortunado náufrago. Finalmente el desventurado será izado a bordo, pero han desaparecido tras él los instrumentos de navegación.

Se alejan irremediablemente del punto de desembarco. Ya es 1 de diciembre de 1956. Las primeras luces del amanecer iluminan difusamente la playa cubana. Horas más tarde se produce el accidentado desembarco, donde los arriesgados tripulantes enfundados en su uniforme verde oliva portan atentos las armas. Mientras una lancha patrullera descubre al Granma encallado.

Cazas gubernamentales ametrallarán la zona –el paraje se denominaba Alegría del Pío- y un millar de soldados de la dictadura rastrearán la región, entablando combates aislados con los recién arribados guerrilleros.

Sólo una quincena de combatientes alcanzarán la espesura, huyendo de la persecución. Entre los sobrevivientes se hallan Fidel y Raúl Castro, Ernesto Guevara y otros. Los demás han muerto o han sido hechos prisioneros. Comienza la casi legendaria aventura revolucionaria en Sierra Maestra…

Desembarco del Granma.Foto archivo Sol de Pando

Los doce locos.
Una semana pasan sin dormir, vomitando, apretados como sardinas en lata, mientas el viento norte se divierte jugando con el barquito Granma. Después de mucho subibaja en las aguas del golfo de México, desembarcan en lugar equivocado. A poco andar los barre la metralla o los queman vivos las bombas incendiarias. […] Al fin un grupito descubre a otro grupito en los acantilados, por error, y así se juntan los doce salvados de una aniquilación.
[…] Pero esta noche está el cielo blanco de estrellas y se respira un aire más fresco y limpio que nunca, así que Fidel dice, plantado ante las lomas de la Sierra Maestra:
-Ya ganamos la guerra. ¡Se jodió Batista!
Eduardo Galeano: Memoria del fuego 3. El Siglo del Viento. Buenos Aires, Catálogos, 2001.


* Desde Burzaco (Buenos Aires). Docente jubilado, regente y director del Instituto Lomas y profesor de Adultos. Es autor de los libros Historia general de la provincia de Buenos Aires (1998); El olvidado de Belém: vida y obra de Ramón Carrillo (2005); Ramón Carrillo: vida y obra del ilustre santiagueño; Historia Popular de Burzaco T. 1 (2009); Santiago del Estero-Belém do Pará. Una vida, un destino: Ramón Carrillo (2010); El Jazz Nacional y Popular (2017).
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