Afganistán, la batalla de la próxima primavera

Afganistán, la batalla de la próxima primavera

Guadi Calvo*. LQSomos. Noviembre 2017

Como decíamos tan solo unos días atrás (Afganistán: Temporada de caza) el país centroasiático se ha convertido en un inmenso coto de caza, donde no se distinguen cazados de cazadores.

Como prueba de ello apenas unas horas después de los últimos ataques del Talibán contra diferentes objetivos militares, cuatro en total, se produjeron dos atentados simultáneos contra dos mezquitas chiíes. El primero en Kabul y en el otro en la provincia de Ghor al oeste del país, causado entre los dos atentados cerca de 70 muertos y unos 100 heridos. Esto ocurrió después de los ataques llevados a cabo entre el martes y el miércoles de la semana pasada, que dejaron alrededor 150 muertos y casi 300 heridos. Estos dos últimos ataques para coronar la semana, este último viernes, el día sagrado del Islam.

La acción que dejó mayor cantidad de víctimas tuvo como objetivo la mezquita del Imam Zamam en el barrio kabulí de Dasht-e-Barchi, al oeste de la ciudad, en su mayoría habitado por la martirizada minoría hazara. Durante la oración del atardecer el atacante se detonó matando a 39 personas e hiriendo a otras 45. Este ataque fue reivindicado por el Emirato de Khorasán (Daesh).

El objetivo en la provincia Ghor, fue la mezquita Khwajagan, en el distrito de Du-Layna, que produjo una treintena de muertos. Más allá del ataque a la comunidad chií, las autoridades creen que el blanco principal fue Fazl-ul-Ahad Khan, comandante de una de las tantas fuerzas para-estatales que operan en Ghor contra los fundamentalistas quien se cuenta entre los muertos, junto a varios de sus lugartenientes.

Los ataques contra la comunidad chií son frecuentes en Afganistán. El último se produjo a finales del mes de agosto último, en Kabul, que dejó 28 muertos y cerca de medio centenar de heridos. En ese caso el ataque fue revindicado por Emirato de Khorasan, una formación fundada en enero de 2015 por el Daesh, y que pretendía la creación de un emirato que englobase nada menos que a Afganistán, Pakistán, India y Bangladesh.

Estados Unidos por su parte, bombardeó este último sábado un campo de entrenamiento del Daesh, distrito de Achinm en la provincia de Nangarhar donde al parecer murieron cerca de 40 muyahidines en Peja. Además fueron destruidas un gran número de armas, munición y explosivos. Esta operación tuvo lugar, según se dijo, para evitar atentados como el del último viernes en Kabul.
Esto ocurre mientras Estados Unidos intenta replantear su presencia en Afganistán a partir de la nueva administración, tras haber anunciado el envío de 3.000 hombres y exigir a sus socios europeos que por lo menos envíen otros 1.000…

Otro atentado, en el que murieron dos personas y resultaron ocho heridas, se produjo en un hotel en el distrito de Ishkamish, de la provincia de Tajar, en el norte del país. Hasta el momento ninguno de los grupos wahabitas que operan en el área, se ha adjudicado el ataque.

Durante esta última semana también se volvieron a registrar enfrentamientos entre el Talibán y los hombres del Califa Ibrahim, guerra que no por solapada es menos sangrienta. Ambos grupos rigoristas están en disputa por las regiones productoras de opio, factor clave para financiar sus guerras, ya que el país es el mayor productor mundial de opio con casi un 95% de total. Desde la invasión de 2001, la producción ha aumentado 25 veces, pasando la superficie de cultivo de 8.000 hectáreas a 201.000. En la actualidad los cultivos se ubican en 21 de las 34 provincias afganas.
Este último jueves, los combates se libraron en el distrito de Jogyani en la provincia de Nangarhar, al este del país, donde habrían muerto cerca de una docena de milicianos.

El mullah Haibatullah Akhundzada, máximo líder del talibán, ha reiterado en varias ocasiones el llamamiento a ambos grupos para evitar enfrentamientos, pero nada se ha logrado. Las escaramuzas entre el talibán y el Daesh, que se producen con cierta periodicidad, ya se ha cobrado la vida de unos 800 milicianos de ambos bandos.

¿Un viejo jugador vuelve al conflicto?

Agencias de inteligencia y medios informativos internacionales insisten en establecer que Moscú ha tomado partido por sus antiguos rivales el Talibán y sea justamente Rusia quien está proveyendo de armamento a la organización fundada por el mullah Omar. Funcionarios afganos han denunciado en distintos foros a Moscú por su injerencia en la guerra que Kabul libra contra el talibán (apoyada por Estados Unidos), alegando que potencias extranjeras intentan llenar el vacío tras la retirada norteamericana.

Después de semanas de intensas batallas en la provincia occidental de Farah, el comandante del 207 Cuerpo del Ejército afgano, denunció que los terroristas portaban armas de origen ruso. Después de esas batallas los combatientes talibanes estuvieron a punto de tomar la ciudad capital del mismo nombre por tercera vez en el año.

De continuar el ritmo de ataques insurgentes contra blancos militares y civiles afganos se activará la decisión de Trump de retomar activamente la guerra en Afganistán. En la actualidad los casi 10.000 militares norteamericanos que se mantienen en el país centroasiático, solo cumplen tareas de entrenamiento y vigilancia, estando impedidos de entrar en combate, aunque sí pueden bombardear.

Con sus acciones el Talibán está desafiando abiertamente a Trump. En cualquier caso también se sabe que con la llegada del invierno, el frente de guerra tenderá a serenarse hasta la próxima primavera, que se espera sea una de las más sangrientas de la última década.

* Escritor y periodista argentino. Publicado en Línea Internacional
Asia global – LoQueSomos

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