American curios
Por David Brooks*
Hace dos semanas le cantamos Las mañanitas a ‘La Jornada’, un milagro y una locura cuerda que tantos colegas y aliados nos regalaron a lo largo de sus ahora 40 años y que hoy nos corresponde cuidar y proteger. Al recordar los logros y desafíos de nuestra historia vale resaltar que el enfoque dictado por la línea editorial de nuestra casa no sólo se aplica a México, sino a nuestro trabajo periodístico en el ámbito internacional
La corresponsalía de La Jornada en Estados Unidos siempre ha tenido una óptica diferente a la de otros medios extranjeros. Bajo la dirección de Carmen Lira se decidió que junto con la obligación de reportar las noticias oficiales, el eje de su trabajo era descubrir y describir “el otro Estados Unidos”. Esa tarea implica romper de manera constante el estereotipo del gringo en nuestros países, algo que no es nada fácil y que, en años recientes, se dificultó aún más al aparecer en el escenario nacional ese ugly american Trump, el estereotipo gringo en esteroides.
La Jornada determinó que la noticia en y sobre Estados Unidos no se reduce sólo a Washington, Wall Street y el manejo del superpoder, sino que igual de importante, o a veces más, es la larga y constante historia estadounidense de antimperialismo y de lucha social por la justicia en todos los ámbitos.
Como parte de esto, también hubo un enfoque sobre el ámbito cultural; los músicos, artistas, escritores y más que todos los días ofrecen rutas sonoras, gráficas y cuentos que rompen el estereotipo y que ofrecen una visión más profunda de Estados Unidos. “No creo que un reportero pueda lograr una labor completa al cubrir cualquier país sin construir un conocimiento siempre más profundo de la cultura de ese país, la del pasado y la del presente”, afirmó el periodista Pete Hamill en La Jornada.
Para todo ello, en estos 40 años La Jornada ha buscado incluir las grandes voces disidentes de este país, entre ellas las de Noam Chomsky, Howard Zinn, Jesse Jackson, Gore Vidal y más, y reportar sobre huelgas históricas y los grandes movimientos sociales incluyendo los inmigrantes, las mujeres, los indígenas, el estallido del altermundismo en Seattle, las masivas movilizaciones antiguerra, el movimiento ambientalista, Ocupa Wall Street y el movimiento socialista democrático de Bernie Sanders.
Para entender a Estados Unidos no basta registrar los acontecimientos políticos y las maniobras económicas, sino lo que se mueve abajo, que de pronto determina parte de lo que pasa arriba. La lucha antineoliberal, por ejemplo, no sólo ocurrió en países del sur. La oposición al llamado “consenso de Washington” incluyó a fuerzas sociales dentro de Estados Unidos, entre ellas granjeros, sindicalistas, ambientalistas y más. Sin conocer esa lucha antineoliberal, no se puede entender la coyuntura actual y por qué un Sanders se vuelve el político electo más popular del país, ni tampoco se podrá entender el fenómeno de Trump, quien se nutre de la desesperación y el desencanto que generó el neoliberalismo entre diversos sectores.
De estos esfuerzos también han nacido nuevos proyectos en el periódico con la misma óptica, incluyendo el más reciente, La Jornada Internacional, que ofrece una selección semanal del trabajo del periódico dedicado a un público trasnacional.
Tal vez lo más importante de la cobertura de La Jornada es revelar que en Estados Unidos hay quienes comparten la ira y el amor de sus contrapartes mexicanas y latinoamericanas en la lucha por la dignidad y que desean cumplir con eso de que “otro mundo es posible”. O sea, que al reportar sobre Estados Unidos incluye informar sobre la dinámica del poder y sus implicaciones binacionales e internacionales, pero también revelar a los rebeldes que están transformando y democratizando a Estados Unidos que, a fin de cuentas, son los aliados claves para los que están aspirando también a la transformación de México y el hemisferio.
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